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Una activista, un proxeneta y un policía desnudan la verdad de la trata

El proxeneta arrepentido que traficó con 1.700 mujeres y que, por primera vez, da la cara; la cineasta y activista Mabel Lozano; y el responsable de la unidad de la Policía Nacional que persigue este delito. Tres voces que conocen a fondo el problema, para hablar de esclavitud sexual, connivencia social y negocios millonarios.

De izq. a dcha., Miguel el Músico, la cineasta Mabel Lozano y el inspector jefe de la UCRIF José García. / pedro walter

María José Barrero
MARÍA JOSÉ BARRERO

Una tos seca y una respiración agitada, esa que delata a quienes encadenan un cigarrillo tras otro, captan toda la atención en la primera escena de El proxeneta, paso corto, mala leche, el nuevo documental de Mabel Lozano. Esa tos y esa respiración son las del protagonista de una historia tan real como escalofriante: Miguel el Músico, el hombre que fue propietario de los mayores prostíbulos de nuestro país y participó en la creación del “negocio” de la trata, el hombre que captó, vendió, alquiló y explotó sexualmente a 1.700 mujeres.

El Músico, efectivamente, encadena un cigarrillo tras otro durante la sesión de fotos y la entrevista para este reportaje. Por los años de costumbre o por los nervios. Quizá porque el documental en el que lo cuenta todo está a punto de estrenarse y porque, por primera vez, ha decidido mostrar su rostro en la pantalla y en una publicación.

“Para mí, las mujeres eran un negocio. Para los puteros, una satis-facción”

Miguel el Músico

Pero si algo tiene claro El Músico es que ya no hay marcha atrás. Lo sabía cuando contactó con Lozano para contarle su historia y el entramado que se esconde tras el negocio de la trata, ese que desde hace décadas llena de esclavas sexuales rotondas, cruces de carretera y locales que con sus neones iluminan autopistas y polígonos industriales. Fue hace casi tres años y lo hizo a través del tercer protagonista de este encuentro: José García, inspector jefe de la Unidad Contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsificaciones Documentales (UCRIF) de la Policía Nacional, la unidad que persigue este delito e intenta liberar a esas mujeres, y con la que acabó colaborando El Músico. Del encuentro nació un libro, El proxeneta, y el documental que ahora se estrena.

Miguel comenzó en el negocio por casualidad. Tenía 17 años y trabajaba como vigilante en un polígono industrial de Barcelona, pero un compañero le pidió que cubriera su puesto en la entrada de un club en la Nochevieja de 1982. Aquello le deslumbró. “Me sentí en otro mundo, me enamoré de la noche”, reconoce. Aunque, también acabó llevándolo a la cárcel, con una condena por prostitución coactiva.

"Paso corto, vista larga y mala leche"

El Músico lo aprendió casi todo del hombre con el que entró en el negocio, El Flaco: “Él me decía: “Niño, para sobrevivir en este ambiente se necesitan tres cosas: paso corto, para estudiar las cosas; vista larga, para verlas venir, y mala leche para traicionar a tu propia gente”, recuerda. Tras una década a su lado, decidió buscar nuevos caminos “porque el fin de ese sistema de prostitución se veía venir”, y se independizó con varios socios. Montaron su primer club en Valdepeñas, aunque los inicios no fueron tan boyantes como esperaban. Hasta que decidieron apostar por la “mercancía fresca”, las jóvenes que llegaban desde Sudamérica. “Aquel verano de 1992, cuando todos estábamos pendientes de la medalla de oro de Fermín Cacho en las Olimpiadas de Barcelona, el negocio de la trata daba los primeros pasos en España”, recuerda Mabel Lozano.

“Cuando comenzamos, no existía ese delito. Pagábamos un millón de pesetas, 6.000 euros, para que nos trajeran mujeres, porque aquí había pocas para tanta demanda [con los Juegos Olímpicos] y estaban muy castigadas. Y pensamos que podíamos traerlas nosotros mismos, para abaratar el precio. Así nos convertimos de proxenetas en tratantes. Aprendimos cómo las captaban hablando con las que teníamos en los clubes y con los tratantes a los que comprábamos el género”. Él no duda ni un momento cuántas consiguió que pasaran la frontera: “1.117 colombianas, 19 venezolanas, 311 brasileñas... y paraguayas ya ni las contamos”, enumera como si leyera un albarán.

Una deuda infinita de 6.000 euros

El negocio permitía multiplicar fácilmente la inversión. Un hombre de confianza captaba a las mujeres en su país. El precio de salida era de unos 1.000 € por cada una: 300 € para el captador y unos 600 € para el viaje (directo si no había problemas con los visados o a través de países europeos). El Músico las recogía en el aeropuerto para aleccionarlas y las llevaba a los clubes, donde empezaba una carrera contrarreloj de la que nunca podían salir bien paradas.

“En el debate de la prosti-tución, nunca se habla del delito de los proxene-tas, están invisibi-lizados”

Mabel lozano

Cuando las víctimas llegaban a los clubes, su deuda era de 6.000 € y no dejaba de crecer. De la parte que obtenían por sus servicios, ellas tenían que pagar 3.000 € por disponer de plaza en el club, 50 € por pagar “la diaria” para poder ejercer, 100€ por salir con un cliente, 50 € por llegar tarde y cantidades similares por hacer un descanso o comer chicle durante el servicio. Pero también incrementaban su deuda las gestiones para arreglar sus papeles, los análisis clínicos que les exigían para trabajar, la ropa que tenían que comprar para las fiestas que organizaban los clubes... Cualquier excusa valía para que ellas se vieran obligadas a seguir trabajando durante 12 o 14 horas al día para saldar esa deuda.

“Después de 36 años en el mundo de la noche, no diferencio entre prostituta y víctima de trata, porque ambas son explotadas. Libremente, ninguna elige prostituirse, son las circunstancias las que las obligan. Pero cuando quieren salir es casi imposible”, reconoce el exproxeneta. “Yo siempre las he cuidado porque era bueno para el negocio. No consentía que nadie las dañara porque dañaban la mercancía, pero no puedes controlar a 1.500 mujeres siendo bueno, tienes que estar muy encima para que no se sientan apoyadas, ni protegidas y, sobre todo, para que no denuncien”.

“La sociedad miraba y sigue mirando para otro lado. Nos permitió hacer esto y nosotros nos aprovechamos. La gente sigue mirando a las mujeres como yo hacía antes: para mí eran un negocio y para los puteros, una satisfacción. Yo era mala persona, pero ellos también lo son”, reconoce sin reparos.

El Músico fue uno de los socios de los mayores clubes de prostitución de nuestro país durante 20 años y durante 12 traficó con mujeres. Hasta que un día se enamoró de una de esas mujeres (la madre de tres de sus hijos) y se convirtió en confidente de la Policía. Al principio, lo hizo para intentar trasladar el foco de las investigaciones desde sus negocios a los de sus competidores. “Pensé en hacernos confidentes de la UCRIF, que estaba recién creada, por puro egoísmo, para seguir trayendo mujeres y vivir en la sombra. Ahí conocí a José García, que era muy joven entonces. Tuvimos muchas conversaciones, hablamos muchas noches. Él fue uno de los primeros que me hizo ver a las mujeres como personas y el sufrimiento que estábamos provocando”.

La esclavitud es un gran negocio

  • El de la prostitución y la trata de mujeres es un negocio multimillonario, el segundo mayor delito trasnacional, solo por detrás del narcotráfico. Los expertos afirman que se podrían mover 25.000 millones de euros al año en todo el mundo. En Europa supone unos 2.280 millones de euros anuales y en nuestro país, se calcula que cinco millones de euros al día.

  • De acuerdo con informes internacionales, se calcula que 40 millones de personas son prostituidas en el mundo. Tres de cada cuatro tienen solo entre 13 y 25 años.

  • España es el primer país de Europa y el tercero del mundo en este negocio. Según el Ministerio del Interior, en 2017 había 14.000 mujeres dedicadas a la prostitución, aunque se calcula que podrían llegar hasta 45.000. De ellas, el 80% son víctimas forzadas.

  • En España la prostitución es alegal. La Ley de Seguridad Ciudadana fija sanciones leves por “exhibición obscena” y graves por ofrecer o pedir servicios sexuales en zonas públicas donde pueda haber menores. De 2015 a 2017, hubo 1.250 sanciones por infracción grave y 597 leves. 51 ayuntamientos también la prohíben en zonas públicas.

Abrir las cortinas

José García es ahora el inspector jefe de la UCRIF y lleva casi 20 años dedicado a luchar contra las redes de trata, desde mucho antes de que este delito apareciera por fin tipificado en el Código Penal, en 2010. “Antes solo podías perseguir la inmigración ilegal. No sabíamos qué había detrás, pensábamos que las mujeres venían libremente. Pero un comisario general de Extranjería ya jubilado, Carlos Botrán, nos abrió los ojos y nos enseñó a ir más allá, a hacer preguntas a las mujeres, a intentar saber por qué estaban aquí. El 99% te decía que estaba porque quería, pero en el momento en que preguntabas si podían salir cuando quisieran, si podían tomarse un día libre, si podían salir con un hombre... acababan reconociendo que no podían. Cuando una víctima de trata, explotación, amenazas, violaciones y malos tratos te dice lo que ha ocurrido, consigues abrir un poco la cortina y ver la realidad. Y nos dimos cuenta de que estaban pasando ingentes cantidades de dinero por delante de nuestras narices. Y lo hacían con la connivencia de la sociedad, porque nadie consideraba que aquello fuera un delito”.

De hecho, muchos lo siguen pensando: “La gente solo ve a la chica de fiesta y con una copa en la mano”, reconoce el inspector jefe. Y eso, a pesar de que ocho de cada 10 mujeres prostituidas lo son en contra de su voluntad y España es el primero de la Unión Europea y el tercero a nivel mundial en víctimas de trata. La mayoría de esas mujeres son jóvenes, proceden de familias desestructuradas y con pocos recursos, y necesitan salir de su entorno porque son el sustento de su familia. Llegan buscando un futuro, pero tienen una deuda millonaria y saben que lo pasarán mal durante un tiempo. “Muchos piensan que detrás de esas mujeres, que a veces han sido traficadas por patera, existe la voluntad de mejorar su vida. Que se dedican a la prostitución porque no quieren fregar escaleras o no encuentran otra cosa. Y como son extranjeras, ni nos preocupan, porque creemos que eso nunca les va a ocurrir a nuestras hijas o hermanas. Pero eso no es cierto”, relata el responsable de la UCRIF.

Mientras se discute entre abolición o legaliza-ción, no se hace nada y se siguen trayendo mujeres”

Miguel el Músico

El año pasado, esta unidad rescató a 250 mujeres, una cantidad pequeña respecto a las que están siendo prostituidas, “porque muchas no se reconocen como víctimas, y no puedes hacer mucho más. Sobre todo, si hablamos de las subsaharianas. Ellas, tras un viaje infernal a través de todo el continente, están sometidas por el vudú. Piensan que algo malo les pasará a ellas o sus familias si no cumplen y pagan su deuda. ¿Cómo puedes luchar contra eso? ¿Por qué van a creer a un policía extranjero, cuando vienen de países donde las instituciones son corruptas?”.

“Las mujeres no se rebelan porque les rompes su voluntad y acabas con el sueño por el que han venido a luchar”, reconoce El Músico. Las redes las explotan al máximo mientras ellas son productivas, un tiempo que no suele ser más de tres años. El exproxeneta lo cuenta en el documental: el primer año, una mujer genera mucho dinero; el segundo no rinde igual porque está harta, pero hay que seguir explotándola con amenazas; y el tercero “hay que ir soltando lastre”. Además de estar destrozadas psíquica y físicamente, muchas son adictas a las drogas y el alcohol. Y acaban siendo vendidas a clubes de tercera.

El Músico acabó dejando el negocio y cumpliendo su condena, pero quiso denunciar todo lo que había detrás de este negocio. Así que el inspector jefe de la UCRIF sugirió un encuentro con Mabel Lozano, que viene denunciado este delito desde 2005, con su primer documental, Voces contra la trata. De sus numerosos encuentros nació el libro El proxeneta y el documental El Proxeneta, paso corto, mala leche, que se estrena en la sección oficial de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI), el próximo sábado.

Descubrir al verdugo y su entramado financiero

“Creo que este documental va a suponer un antes y un después sobre la percepción de este fenómeno delictivo que afecta a mujeres desprovistas de derechos –explica Mabel Lozano–. Hasta ahora habíamos escuchado a las mujeres, pero la de El Músico es una voz única, que corrobora lo que las víctimas han dicho siempre, porque era él quien lo hacía. Nos permite conocer al verdugo, porque en el debate de la prostitución no se habla de los proxenetas, ellos están invisibilizados. Y nos deja ver la trastienda, quién mueve de verdad los hilos de la prostitución y la trata en nuestro país. Pero también el entramado financiero de un fenómeno delictivo transnacional”.

“Este delito sucede porque se permite. Y en él hay muchos cómplices, como los puteros”.

mabel lozano

El Músico aparece oculto buena parte del documental, pero al final da la cara. “Pensé: ¿a quién molesto? A mis antiguos socios y al mundo de la prostitución, que me conocen. No puedo esconderme para decir que lo que las víctimas denuncian dando la cara es cierto. Porque lo he creado yo, eso nadie me lo puede rebatir. Si he pagado pena y condena, estoy hablando verdad. Ellas se juegan mucho más que yo cuando denuncian”.

¿Se arrepiente de lo que hizo? “Todos los días de mi vida, aunque gracias a ello conocí a la madre de mis hijos. Ojalá pudiera volver atrás y coger otro camino. Por eso quiero resarcirlo, dando la cara y denunciando. Y quiero hacerlo también por mis hijos, no puedo ocultarles lo que fui. El de 17 años, dijo: “Vosotros no queríais mujeres con garantías. Hay que dárselas para que no vuelva a ocurrir”. Es lo que quiero transmitir”.

“El problema no es que El Músico hable de las mujeres, sino de sus socios, y del entramado financiero de este negocio. Lo que le pone en peligro y lo realmente extraordinario de este trabajo es que permite descubrir la trastienda, lo que nadie conocía”, explica Lozano.

“Como activista, como defensora de los derechos humanos, como mujer y como madre, lo que me contaba me abría las carnes –reconoce la directora–. Al principio, tuvimos desencuentros. Algunas cosas que me contó ni me atreví a ponerlas en el libro, como que abandonaban a las mujeres que morían de sobredosis en la cuneta, lejos de los clubes. Pero por otro lado, me parece importantísimo dar a conocer la dimensión de este negocio y las complicidades, la libertad con la que trabajan. Y te da rabia, porque piensas: “¡Qué impunidad!”. Él lo dice: ahí están los clubes abiertos el día después de una redada”.

Complicidades y connivencias

En el documental, El Músico relata lo que nadie se había atrevido a contar: la complicidad de los ayuntamientos donde están los clubes, de los abogados que llevan los papeles y de los médicos que atienden a las mujeres; la laxitud de las leyes; el entramado de empresas legales para lavar el dinero; los testaferros... y también el mirar para otro lado de toda la sociedad: “Esto sucede porque se permite, porque llevan campeando impunemente montones de años. Cuando conocí a Miguel me di cuenta de que llevaban trabajando muchos años para conseguir que este delito fuera aceptado”, explica la directora.

“Hace falta tomar conciencia del delito, que la gente sepa que detrás de los neones y en los polígonos hay víctimas”

Inspector jefe José García

Igual que llevan 30 años trabajando para asegurar el relevo generacional de sus clientes. “Ellos también han captado a los hombres jóvenes, que se han dejado captar porque les interesaba –cuenta Lozano–. Durante años, han “contraprogramado” todas las campañas contra la prostitución y la trata, desde las de la policía hasta mis documentales, para hacer creer que las mujeres estaban allí voluntariamente. Los puteros solo veían mujeres guapas alternando, porque ellas no llevan cadenas en los tobillos, las cadenas están en la cabeza”.

“Hace falta visualizar ese delito, que la gente conozca que detrás de los neones, de las chicas de los polígonos y de los flyers de los limpiaparabrisas, hay víctimas. Es importante que conozcan historias concretas y desgarradoras que son el reflejo de muchas. Hay que ser muy valiente para contar cómo te han captado, cómo te han violado, cómo se ha venido abajo tu ilusión y la de tu familia”, afirma el inspector jefe de la UCRIF, que plantea la necesidad de crear juzgados especializados contra este delito.

Y Mabel Lozano insiste: “Educar, educar, educar... Tenemos que ll egar a los jóvenes y educarlos en relaciones sexuales y afectivas sanas. Los chavales son los grandes demandantes de porno en internet y cada vez a más temprana edad. Para ellos, el porno, la prostitución y la trata forman parte de lo mismo: ocio. Cada vez llegan más jóvenes al sexo de pago y cada vez son más machistas”.

“El proxeneta... busca leyes; yo busco leyes y el proactivismo de la ciudadanía. La laxitud de las actuales es una de las razones por las que se perpetúa el problema”, explica la directora. Y reclama una Ley Integral contra la Trata, “que vista de derechos a las mujeres y de herramientas para que tengan oportunidades para salir. Pero también es muy importante que todas las caras del proxenetismo estén tipificadas y penadas. Tú con tu cuerpo puedes hacer lo que quieras, pero no se puede lucrar un tercero, que es lo que sucede. En este delito hay muchos cómplices, como los puteros”.

“Puedes reclamar todos los derechos para las víctimas, pero si no cortas de raíz y castigas a los que cometen el delito... –reconoce El Músico–. Por eso creo que hay que abolir la prostitución e ir a por una ley que castigue a todos los que viven de ella. Mientras se discute entre abolir y legalizar, no se hace nada y se siguen trayendo mujeres”.

¿Qué pensarán sus antiguos socios, y quienes ahora llevan los negocios, cuando lo vean contar a cara descubierta qué hay detrás de la trata? “Se busca”, dice El Músico con una sonrisa socarrona. Y enciende otro cigarrillo.

Yo decido, I DECIDE, je decide

La activista Mabel Lozano. / pedro walter

Mabel Lozano decidió aparecer en este reportaje vistiendo una camisa muy especial. Lleva serigrafiada la frase Yo decido en español, inglés y francés, y ha sido creada por la firma Mirto en colaboración con APRAM ( Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida). El proyecto, inspirado y diseñado junto a la directora de El proxeneta..., destinará el 100% de la venta de esta edición limitada de 100 camisas en favor de la protección de las víctimas y la erradicación de la trata. Las camisas se venderá solo en la web de la marca: yodecido.mirto.com.

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