A veces, las gatitas juegan con una bola del mundo que me regaló la increíble Edurne Pasabán, que tanto ha viajado y conocido, para que pintara sobre ella los países que recorría en mis viajes. Así conocí Vanuatu, porque LadyMacbeth se negaba a devolverme la bola, con su pata firmemente asentada sobre esas islas del Pacífico Sur. Luego aprendí que ese país insular que carece de ejército había logrado la calificación de ser el más feliz del mundo, según la Fundación New Economics.
Ahora, a sus maravillosas playas, a sus selvas sin serpientes ni depredadores y a la amabilidad de sus gentes, Vanuatu añade el haber sido el primer lugar del mundo donde un dron ha trasladado una vacuna destinada al bebé Joy Nowai, de un mesecito. El artefacto voló con la caja de poliestireno que contenía las vacunas destinadas a 13 niños y cinco mujeres embarazadas, que, de otra manera, habrían quedado sin inmunizar.
Si yo hubiera estado, allí habría disfrutado, sin duda, el vuelo de unos 40 kilómetros sobre la cadena montañosa que separa la bahía de Dillon hasta la aldea de destino. La belleza de esas islas se revela desde lo alto en todo su esplendor, verde, mar, cielo. Pero sin carreteras, sin electricidad, ese paraíso de paz se convierte en una pesadilla para trasladar vacunas que deben llegar refrigeradas hasta esa población aislada en cada uno de sus farallones, donde no arriba más que un barco al mes, si es que hay suerte y buena mar, y donde seguir un calendario regular de vacunas se convierte en una quimera.
Por eso UNICEF valora tanto este uso de los drones, un invento frívolo para algunos, peligroso para otros; porque a la miseria y a la pobreza de muchos lugares, al aislamiento de la gente en situación de emergencia se une la alta natalidad y la alta mortalidad infantil. El que un dron pueda proporcionar, entre otros productos altamente necesarios, medicinas, vitaminas, refuerzos alimentarios y vacunas supone que la distancia o las dificultades orográficas ya no serán un problema añadido. Supone que, caídas del cielo, llegarán soluciones que salvarán vidas en todo el mundo.
Las gatitas juegan a perseguir esa bola de países coloreados; gran parte de los que siguen sin pintar son lugares sin interés turístico, sumidos en la violencia o azotados por sequías, hambrunas o miseria. En muchos de ellos nunca podré poner un pie; pero me tranquiliza saber que, pese a sus circunstancias, alguien está trabajando para que encuentren un camino, para que solucionen sus problemas, para que tengan oportunidades que hace unos años ni siquiera sospechábamos. Podrán ser, quién sabe, el país más feliz del mundo.
La buena noticia
Joy Nowain, un bebé que vive en una zona remota de la isla de Vanuatu, en el Pacífico Sur, ha recibido la primera vacuna enviada por dron, para inmunizarle contra la hepatitis B y la tuberculosis.
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