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"Solo me importa él", por Isabel Menéndez

La relación de pareja atrapa psicológicamente a algunas mujeres que evitan cualquier confrontación por miedo al abandono. ¿Qué les sucede? ¿Por qué se empequeñecen frente al hombre al que aman?

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Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

Para algunas mujeres, el otro, lejos de ser un apoyo, es alguien que resta seguridad e invade el espacio personal. No es un compañero de vida que suma experiencias gratas, sino un enemigo al que se cuida. A esos “otros” solo les importa lo que les sucede a ellos mismos. Cuando se comprometen en una relación, estas mujeres abandonan su idea de “ser independientes”. Desarrollan un sentimiento creciente de inseguridad sobre sus valores y deseos, y terminan por adherirse por completo al objeto de su amor, como si ese vínculo demandara el sacrificio de sus ideales y de la totalidad de su ser.

Para estas mujeres, el amor demanda sacrificar su sentido de la identidad.

En la relación con sus parejas, estas mujeres parecen haber renunciado a sus juicios, valores y sentido de la identidad. Les intimida la autoridad que atribuyen a su pareja y llegan a tolerar comportamientos desconsiderados, irascibles y actitudes críticas que devalúan y limitan su autonomía, pese a que algunas, fuera de esa relación, se muestren capaces y competentes. La imagen que tienen de sí mismas en su ámbito domestico y de pareja excluye la idea de independencia, de libertad y de valoración que se necesita para sentirse bien consigo mismas. Aun cuando hayan gozado de un largo período de desarrollo intelectual y vocacional, y de reconocimiento social, es el estado de sus compañeros lo que determina su autoestima y su bienestar. Convertido en amo de la situación, el hombre adquiere la facultad de establecer el valor de su compañera y, de esa manera, gobernar su destino.

Aunque resulte paradójico, pese a la intimidación y a la sumisión que sufren estas mujeres, el concepto que ellas tienen de sus parejas es que son seres necesitados de apoyo hasta tal punto que experimentan un fuerte sentimiento de culpa si no pueden proporcionárselo. Si bien perciben que su tarea debería ser la de lograr que el hombre desarrolle una relación más tolerante y madura, evitan cualquier confrontación con él, ya que una actitud más enérgica provocaría el temor a la pérdida y ellas temen ser abandonadas.

Qué nos pasa:

  • El miedo a enfrentarse a una discusión, enlazado a fantasías de destrucción, puede colocar a la mujer en posiciones de sumisión.

  • Suponer que ella ha de cubrir las frustraciones de él porque así la necesitará es un error. Ella se hace cargo de las dificultades ajenas y no de las propias.

  • La mujer que se comporta así tiene sentimientos de culpa y autorreproche. Cuando solo importa él, la desvalorización es profunda y los deseos propios desaparecen.

Renunciar a una misma por el otro

Elvira es responsable de un departamento de una importante empresa de publicidad. Tiene 35 años, lleva seis viviendo con Jorge, su novio, y tiene muchas ganas de ser madre, pero él se siente ambivalente ante la idea de tener un hijo. Una noche, Elvira decide prepararle una cena romántica, pero cuando él llega a casa enfurecido, le monta un número porque a ella se le ha olvidado comprar leche. Elvira trata de calmarlo y le dice que va a buscarla inmediatamente. Después, cuando ya ha vuelto de la compra, retoman la cena, pero la tensión permanece. Ella se siente un poco tonta, pero enseguida comienza a disculparlo, pensando que está muy sobrecargado de trabajo y bajo una fuerte presión.

La situación de la falta de leche, que despierta la ira de Jorge, se podría interpretar como una escena en la que Elvira, silenciosa e inconscientemente, le enfrenta a una imagen de sí mismo poco potente: un hombre incapaz de dejarla embarazada. El olvido de ella puede constituir un reproche simbólico hacia él por estar impidiéndole ser madre. En esa escena, Jorge se ve disminuido y reacciona acusándola para devaluarla. Elvira, inconscientemente, siente culpa porque con su olvido le ha ofendido e intenta apaciguar su ira volviéndose maternal y comprensiva. Ofrece a su pareja los cuidados que se tendrían con un niño enfurecido.

Qué podemos hacer:

  • Es necesario investigar las razones inconscientes que llevan a sacrificar la vida por la de la pareja. Hay que salir de la posición de sometimiento que intenta querer reparar el fracaso del hombre con la sumisión de la mujer.

  • Es aconsejable preguntarse: “¿Tengo problemas para hacerme cargo de mi vida más allá de mi pareja? ¿Pienso tanto en él para no hacerme responsable de mí misma y ser libre?”.

  • También hay que reflexionar sobre la historia afectiva con los padres: se pueda estar repitiendo un tipo de relación que se vivió en la infancia.

Elvira, como le sucede a las mujeres preocupadas por calmar a sus parejas cuando ellos se comportan de forma despótica, no puede expresar sus necesidades ni su desilusión. Se encuentra ante la imposibilidad de tener un hijo y siente que su deseo de amor y cariño no es atendido por él. Para no enfurecerle se calla, pero sus emociones se acaban expresando de forma simbólica y los desencuentros se vuelven frecuentes. En estos casos, para la mujer, el hombre se encuentra en dos roles diferentes: el de amo, despótico y frustrante; y el de niño vulnerable, necesitado de protección y cuidado.

Esta dinámica donde la mujer sacrifica sus derechos considerando que lo hace para beneficiar a su pareja, la lleva a renunciar a su propia libertad. Así se vuelve vulnerable y deja su autoestima en manos del otro. Con frecuencia, en este tipo de relación se manifiesta una repetición de vínculos pasados que pueden haberse tenido con un hermano, con el padre o con la madre que, a veces psicológica o físicamente incapacitados, necesitaban de su ayuda. Por este tipo de relación del pasado, para este tipo de mujer ser querida requiere el sacrificio absoluto.

Cuando la mujer ve a su pareja como si fuera un niño demandante y omnipotente, acaba perdiendo toda esperanza de crear con él una unión que sea equitativa. Ella, por su parte, se convierte también en una niña asustada por los enfados de él, se ofrece para tapar las deficiencias de su pareja y no se enfrenta a la posibilidad de ser una mujer adulta que acepta sus limitaciones y las del otro.

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