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Educación, la fórmula de la igualdad

Entre los daños colaterales de la crisis, está el descrédito de la formación académica como ascensor social. Durante el foro Santander WomenNOW Summit, Mujerhoy organizó una mesa de especialistas que reivindicó la educación –tanto emocional como formal– como la auténtica clave para lograr la igualdad y el desarrollo personal.

Lleno total en el audiorio del Reina Sofía donde tuvo lugar el encuentro Santander WomenNOW Summit, organizado por Vocento-Taller de Editores. / d.r.

B. G.

Un día, a Laura Sagnier, especialista en market intelligence, el médico le diagnosticó estrés laboral. Tuvo que parar, pero aquella etapa le dio ocasión para pensar en lo importante. Por ejemplo, por qué siempre parece haber algunas mujeres satisfechas con su vida… y otras, no. “¿De qué depende?”, se preguntaba. Parte de su trabajo como científica social siempre había consistido en obtener y analizar datos para ayudar a otros a tomar decisiones, y se preguntó si radiografiando la realidad femenina de nuestro país podría ayudar a que sus hijas adolescentes tomaran las decisiones más acertadas.

Aquel período acabó siendo uno de los más fructíferos de su carrera, y el resultado fue una investigación, pionera en España ( Las mujeres hoy, Ed. Deusto), que explica cómo son, cómo viven y cómo se sienten 15 millones de españolas que tienen entre 18 y 64 años.

Sagnier descubrió –con datos– que una variable determinate en el bienestar de las mujeres es el nivel de estudios. “La educación es la fórmula mágica para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres. A mayor nivel de estudios, mayor bienestar y menos desigualdad”. Y los resultados vinculados a esta variable fueron expuestos en el encuentro Santander WomenNOW Summit, organizado por Vocento-Taller de Editores, donde Sagnier conversó con la escritora Laura Freixas y la psicóloga Isabel Menéndez, en un debate dirigido por Charo Carrera, directora de Mujerhoy, acerca del papel de la educación en nuestras vidas.

¿Cómo nos influye la educación? * Datos procedentes del estudio Las mujeres hoy, de Laura Sagnier:

  • "En la vida de las mujeres, lo más determinante es la edad y el nivel de estudios."

  • "Un tercio de las que conviven con un hombre tienen nivel de estudios superior al de él."

  • "El número de mujeres en paro se triplica entre las que dejaron de estudiar al finalizar los estudios básicos (el 39% frente al 13%)."

  • "Las mujeres con nivel de estudios más alto tienen cuatro veces más posibilidades de ganar más de 1.500 € al mes que las que tienen estudios básicos."

  • "Según crece el nivel de estudios, hay más que cuentan con ayuda remunerada en casa. Aún así, solo el 24% de las de nivel más alto tienen ayuda, frente al 13% del total de las españolas."

  • "La distribución de tareas en el hogar y la familia es más equitativa en las parejas donde ella tiene mayor nivel de estudios. Aun así, el 46% realiza más tareas que sus compañeros."

  • "A medida que aumenta el nivel de estudios, mejora la vida sexual, tanto en la frecuencia como en el número de veces en las que ella llega al orgasmo."

  • "El 15% de las mujeres con el mayor nivel de estudios no quiere tener hijos, el doble que en otros niveles."

  • "A mayor nivel de estudios, menor número de mujeres infelices. Entre las que pasaron por la universidad, solo dos de cada 10 se sienten infelices con su vida."

La clave del equilibrio

En su investigación, Sagnier encontró que, a medida que aumentaba el nivel de estudios, no solo crecía la remuneración y disminuía el porcentaje de las que estaban en paro, sino que las mujeres también consiguían mayor equilibrio con su pareja en el reparto de tareas domésticas y se reducía el número de las que se sentían infelices con sus vidas. Así, entre las mujeres con estudios primarios o secundarios, el porcentaje de quienes se encuentran desempleadas y buscan trabajo asciende al 39%, mientras que ese porcentaje baja hasta el 13% entre las mujeres con estudios postuniversitarios. Parece una obviedad, pero es que además determina en gran medida si hay o no reparto de tareas domésticas entre los miembros de la pareja: “Siempre he pensado que una mujer con más estudios estaría más empoderada, y que esta investigación lo corrobore me parece muy positivo: soy una fiel convencida de que la igualdad ha de empezar en casa –afirma Sagnier–. Otra buena noticia es que cada vez estudiamos más”, señala recordando que en España la evolución del nivel de estudios de las mujeres ha sido muy favorable, ya que en la actualidad un 82% tiene estudios superiores a los de sus madres y el 50% tiene la misma preparación, o superior, a la de su pareja.

Laura Sagnier y Charo Carrera, directora de Mujerhoy. / d.r.

¿Basta entonces con estudiar para lograr la igualdad? Desafortunadamente, no. Y de nuevo, son los números los que dan respuesta: según el estudio de Sagnier, aunque en las casas de las mujeres con estudios hay un mayor reparto de las actividades domésticas, este sigue siendo muy desequilibrado. Entre las mujeres con estudios postuniversitarios, solo el 52% consigue un reparto equitativo de tareas. “Eso quiere decir que la mitad de estas mujeres hacen más tareas que sus parejas, o incluso todas. Y es que, aunque la educación es la solución para combatir la desigualdad, no estamos hablando solo de formación académica. Ese es uno de los tres pilares de la educación, pero hay otros dos que son igual de fundamentales: la educación que has vivido en tu entorno familiar y la cultura, que es todo lo que nos han transmitido a través de películas, libros, anuncios, revistas… Es lo que explica que entre las mujeres que tienen estudios superiores y universitarios, e incluso postuniversitarios, no todas vivan una situación de igualdad en sus casas”, señala Sagnier.

Solo deberíamos sentirnos culpables de no seguir nuestros deseos”.

isabel menéndez

Por eso, aunque los libros de texto tengan un papel importante en nuestro aprendizaje, no encontraremos todo en ellos. Lo explica otra de las expertas de la mesa de debate del encuentro SantanderWomenNOW Summit, la psicóloga Isabel Menéndez: “Además de la educación académica, hay otra fundamental, que contamina toda nuestra existencia, y que es la que tiene que ver con los valores emocionales. Es la transmisión amorosa, educativa y emocional, que recibimos por una parte de la cultura que nos rodea y, por otra más fundamental aún, por la familia”, explica, advirtiendo que para avanzar y construir una sociedad justa es imprescindible que la mujer ordene toda esa transmisión recibida y se pregunte cuáles son sus deseos para poder realizarlos, para lo que es básico: “Que crea en sí misma”, afirma.

No es un camino recto, pero sí necesario. Entre otras razones, porque permite luchar contra estereotipos que están relacionados con el llamado techo de cristal. En el mundo de las orquestas clásicas, por ejemplo, ese techo de cristal se conoce como “muro de sonido” y, como recordó la directora de Mujerhoy, Charo Carrera, para combatirlo hace ya décadas que se realizan audiciones a ciegas. La primera en ponerlas en marcha fue la Orquesta Sinfónica de Boston, cuyo objetivo era, precisamente, que los aspirantes a un puesto no resultaran perjudicados por su género o raza. Por eso, en las pruebas de selección tocan detrás de un biombo. A ellas se les aconseja, además, que no lleven tacones para que no pueda adivinarse que lo que escuchan al otro lado son pasos de mujer. “ Estamos influenciados por determinados modelos, y es por ellos que adjudicamos a la mujer una serie de aptitudes y a los hombres, otras”, explica Menéndez, para la que cambiar esos modelos es otra tarea clave si queremos conseguir mayor igualdad. “Es importante crear una nueva realidad psíquica en la que dejemos de reducir a la mujer al papel de “hija de”, “esposa de”, “madre de”. Las mujeres tenemos un nombre propio, y ese nombre propio tiene que ver con nuestros deseos, con realizar nuestros proyectos de vida. Debemos dejar de sentirnos culpables por no responder a todas las demandas de los otros. De lo único que nos tenemos que sentir culpables es de haber abandonado el deseo de conseguir lo que queremos”, advierte la psicóloga.

Laura Freixas e Isabel Menéndez. / d.r.

Contaminación ambiental

Si la formación académica y la educación que recibimos en casa son dos de los elementos de la fórmula para lograr la igualdad, la cultura que nos rodea es el tercer factor imprescindible en esta ecuación. Y aún faltan en ella muchos referentes femeninos. “Nosotras, en general, estamos mucho más formadas que nuestras madres, pero nos encontramos en una sociedad en la que no tenemos referentes, tenemos que buscar nuestras propias maneras de funcionar”, advertía la directora de Mujerhoy. “Basta con abrir el periódico para comprobarlo –añadía Laura Sagnier–. La mayoría de las noticias las protagonizan hombres, igual que nuestros referentes en los libros de texto o en los premios Nobel son casi siempre hombres”.

Los libros de texto invisibilizan a las mujeres de la Historia: nos faltan modelos”.

laura freixas

De esa realidad habló la escritora Laura Freixas, otra de las participantes en la mesa, quien recordó que la balanza no está en absoluto equilibrada en este aspecto. “Tenemos una educación y una cultura en la que las mujeres son invisibles o son presentadas como una serie de estereotipos –señaló Freixas–. Nos faltan modelos y los que hay no se incluyen en la enseñanza de la historia, se ha eliminado a las mujeres del relato. Y hay que hablar de ellas porque son la mitad de la población, estuvieran donde estuvieran”.

Como explicó la escritora, esa realidad en la que la presencia femenina parece haberse borrado de la historia fue la que comprobó Ana López-Navajas, autora de algunos de los más importantes estudios sobre la presencia de mujeres en materiales educativos. En uno de ellos analizó 115 manuales de todas las asignaturas de ESO de tres editoriales diferentes, y la media de apariciones de nombres de mujeres fue de un 7,5%. Por eso ellas están prácticamente ausentes de la historia que se transmite en las aulas, lo que se traduce en un relato incompleto en el que los referentes femeninos apenas asoman la cabeza.

La falta de esos referentes en los libros de texto, y también en sectores como el científico, es lo que, según los analistas, lleva a los prejuicios que acaban fomentando la desigualdad. Todos esos sesgos tan enraizados que hacen que haya quien aún se plantee la respuesta a acertijos como el del padre y el hijo que tienen un grave accidente de coche. El padre muere y al hijo lo llevan al hospital porque necesita una compleja operación de emergencia, para la que llaman a una eminencia médica. Cuando entra en el quirófano, esa eminencia dice: “No puedo operarlo, es mi hijo”. A quienes den rápidamente con la respuesta, les parecerá increíble que haya quien no pueda encontrarla. Pero ese grupo es precisamente la prueba de cómo influyen los referentes en nuestra visión del mundo. Y de que aún queda camino por recorrer.

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