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El suicidio de Andrés, por Isabel Menéndez

Un presunto caso de acoso podría ser la causa de la muerte de un chico de 16 años en Madrid. En su despedida, explicaba que le hacían la vida imposible en el instituto. ¿Qué falla en los protocolos antiacoso?

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Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

Andrés, de 16 años, decidió tirarse por la ventana del sexto piso donde vivía. Antes de suicidarse, escribió una carta en la que, entre otras desventuras, señalaba: "Mamá, me voy, me robaban, me hacían la vida imposible". Se refería a lo que vivía en el instituto donde cursaba sus estudios. El suicidio de un adolescente es una tragedia que hay que investigar. Es preciso averiguar qué pasó. Además, habría que tomar medidas más eficaces para ayudar a que otros chicos no lleguen a la desesperación insoportable que les conduce a este final.

El acosador es un débil disfrazado que traslada su fragilidad a otro.

Tras la muerte de Andrés, la policía, el instituto, las autoridades educativas... hicieron averiguaciones que sirvieron para exculparles. Sugirieron que el chico tenía antecedentes de autolesiones o que quizá una desilusión amorosa le había conducido a la terrible decisión de quitarse la vida. Un portavoz de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid apuntaba: "Todos los indicios nos llevan a decir que no es un caso de acoso (...). Se ha visto que el instituto no abrió un protocolo antiacoso con este alumno porque no había motivos ni evidencias que así lo indicaran, ya que la adaptación al centro fue buena, así como la relación con todos sus compañeros". Otro argumento que dan en su defensa es que el instituto se sometió a un test para evaluar problemas y salió negativo en la clase de este alumno. ¿No querrá decir esto que los protocolos tienen fallos?

La tutora de Andrés llamó a la madre para preguntarle por qué su hijo había faltado a clase tres días sin justificación, ya que era un chico estudioso y sociable, sin ningún problema. Al menos ella sí registró esa ausencia como algo sintomático, si bien lo que conocía del joven no correspondía con lo que decían de él otros alumnos: que era tímido, reservado y solía estar solo. La madre no sabía nada sobre las ausencias y quedó en hablar con él durante el fin de semana. El lunes, Andrés decidió acabar con su vida.

La mirada psicológica:

  • ¿Qué se puede hacer para prevenir el acoso en las aulas? En este país tenemos un ejemplo del que aprender, el del profesor César Bona, autor de La nueva educación, un libro en el que explica su método.

  • En la clase de Bona, los alumnos escriben en notas anónimas lo que les está pasando. Después, un alumno recoge las ideas de los que temen hablar. Las quejas se comentan en clase y se busca la solución entre todos.

  • Bona enseña a sus alumnos a no tener miedo a expresar sus emociones. En su clase no hay marginación ni exclusión.

Una tensión insoportable

Todo falló. El joven se tiró al vacío en un acto cruel y violento contra sí mismo. Nadie supo ayudarle para evitar la tragedia. Ni siquiera después de muerto hacen demasiado caso a sus palabras ("Me hacían la vida imposible", "sabía que estaba solo, que nadie me ayudaría"), ya que dudan sobre el acoso que sufrió. Algunos de los chicos o chicas que sufren esta situación no denuncian a sus autores por miedo. El silencio es lo más peligroso. Padecen, entre otros síntomas, malestares somáticos, palpitaciones que señalan angustia, aislamiento y con frecuencia no quieren ir al centro escolar. Es lo que el joven hizo durante los tres días anteriores a su muerte y lo que motivó que la tutora llamara a su madre.

Es probable que no fuera solo el acoso lo que le condujo al suicidio, pero sí parece claro que se trató del detonante. Si algún chico pasa por conflictos, lo que en la adolescencia es algo común, el instituto no está para hacérselo pasar peor. El centro de estudios no debería ser una selva. Los alumnos necesitan aprender, además de conocimientos, convivencia, solidaridad y respeto al otro. Algo que sí aprenden, por ejemplo, en el colegio de César Bona, un profesor que elimina el acoso con su método de enseñanza.

El adolescente suicida no puede tolerar ni nombrar sus sentimientos agresivos y vuelve contra sí mismo ese cúmulo de afectos. Cuando los recibe de otros, también los vuelca hacia su interior, estableciendo en su psiquismo una tensión insoportable. La muerte se presenta como una liberación; la manera que encuentra de no ser destruido por otros es matarse. Andrés dice en la carta: "No vi futuro. Solo vi un oscuro agujero negro y ya no me enfocaba en los estudios por culpa de él [su acosador], porque me sentía perdido y de hecho ese día lo decidí [...]. Mi vida es un infierno. Cuando me insultó y me iba a pelear con él, no sé, no sentía miedo y temor. Me di cuenta de que no tenía fuerzas para seguir en esta vida". No pudo pelear y se destruyó.

La noticia

  • El 1 de abril, un estudiante de 4º de ESO en el instituto Ciudad de Jaén de Madrid se quitaba la vida. Había llegado de La Coruña en septiembre, tras la separación de sus padres. Otro adolescente, también de 16 años, fue arrestado. Según fuentes próximas a la víctima, el arrestado "le hacia comentarios xenófobos y le martirizaba".

  • En 2015, en el mismo instituto, se suicidó otra adolescente con cierta discapacidad. El sistema de acoso era el mismo: la humillaban y le robaban.

  • Tras la última muerte, la madre de una niña de 13 años mostró dos denuncias por acoso puestas en menos de cuatro meses.

El acosador es un débil disfrazado, que desconoce lo que no soporta de sí mismo; no tiene límites y traslada su fragilidad a quien cree más débil. Se disfraza con una máscara que supone que le hace fuerte ante los demás, pero ninguno de los que le siguen sabe lo que lo empuja a ser agresivo. No tiene una ley ética que ponga límites a su agresividad.

A Andrés, el supuesto acosador le hacía comentarios xenófobos y le robaba. En este instituto, en 2015, se suicidó Arancha, una niña discapacitada a la que también robaban y que también se quitó la vida. Ella mandó poco antes un mensaje a sus amigas: "Estoy cansada de vivir". Poco después, Victoria, de 13 años y amiga del acosador de Arancha, también pensó en matarse. Envió un mensaje a su madre: "Mamá, no aguanto más, voy a suicidarme". Esta petición de ayuda resultó eficaz y la madre pudo pararla. Cambió de instituto, pero la pesadilla no acabó: empezó a ser acosada a través de las redes sociales y los padres de los acosadores le enviaban mensajes insultándola. ¿Es la niña acosada quien tiene que cambiar de colegio? ¿Qué pasó con los acosadores?

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