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"200 besos", por Julia Navarro

"Bueno, pues ese día recibí 200 besos, Así, contabilizados: 200 besos y 200 selfies, porque cada lector además me reclamaba una fotografía".

Julia Navarro en su firma de libros. / efe

Julia Navarro
JULIA NAVARRO

He estado calculando cuántos besos me han dado desde que comencé la promoción de mi última novela, T ú no matarás. Y no se lo van a creer, pero la cifra que me sale, tirando por lo bajo, es que ya me han besado alrededor de 1.500 personas, si no más. No sé si a otros autores les sucede lo mismo, supongo que sí, pero ahora cuando asistes a una firma de libros, a poco que te descuides, sabes que incluye selfies y besos. Sí, han leído bien: selfies y besos.

Hay libreros que me aseguran que no están acostumbrados a ver a una autora tan besuqueada, ya que con otros escritores los lectores suelen mantener una distancia correcta, aunque no por ello exenta de afecto. Pero, por lo que sea, en mi caso la manifestación de afecto va acompañado de besos. Lo de besar es muy latino; en el mundo anglosajón la gente se da la mano y a nadie se le ocurre plantificar un beso a un desconocido, por mas que sea su autor favorito. Es más, les resulta incomprensible que personas que de nada se conocen se estampen un par de besos a modo de saludo y porque sí. Y les crea una incomodidad manifiesta si, por casualidad, son ellos los destinatarios de semejante efusión afectiva.

Pensaba en esto hace unos días, cuando me encontraba en Santiago de Chile, en un acto al que acudieron más de 200 personas. Cuando termino la presentación, se hizo una cola para que firmara el libro. El librero me dijo que había vendido más de 200, porque algunos lectores compraban además alguna de las novelas anteriores. Bueno, pues ese día recibí 200 besos, Así, contabilizados: 200 besos y 200 selfies, porque cada lector además me reclamaba una fotografía.

No es la primera vez que me pasa. Mis lectores son realmente afectuosos conmigo y a mí me gusta escucharles. Aunque a veces me canso, no pongo ningún obstáculo para hacerme la foto de rigor y para que me plantifiquen un beso en la mejilla. Hasta ahora no me ha importado, aunque me pregunto que pasará si un día tengo delante de mí a alguien por quien pueda sentir una antipatía instintiva. ¿Me dejaré besar? Lo de la foto pase, pero lo del beso.... ¿Cómo negarme a esa muestra de afecto? Sin embargo 200 en una tarde son muchos besos....

En España somos muy besucones. Sin duda, demasiado. Pero en América Latina tampoco se quedan cortos. Solo que allí, en vez de dar un beso en cada mejilla, solo se lo dan en una, lo que sin duda es un alivio cuando tienes ante ti a 200 personas decididas a besarte, porque si no habrían sido 400 besos.

Estos días en los que en España se celebran ferias del libro en casi todas las provincias y acudo a algunas de ellas, sigo recibiendo besos y prestándome al consabido selfie. Ustedes se preguntarán por qué me dejo besuquear, pero es que no sabría decir que no a quienes se acercan con tanto afecto.

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