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La autora de '50 sombras de Grey': "Puede ser genial rendirse y ceder el control en el sexo"

Hablamos en Londres, en exclusiva, con la autora de Cincuenta sombras de Grey, la trilogía que revolucionó la industria literaria, pero también la vida íntima de millones de hombres y mujeres. Ahora, a sus 55 años, pasa página del lucrativo universo Grey (y su cuarto oscuro) hacia una novela más luminosa, Mister, con la que pretende seguir excitando y conmoviendo a millones de lectores.

E.L. James, la autora de '50 sombras de Grey' publica nuevo libro titulado 'Mister'. / GTRES

Isabel Navarro
ISABEL NAVARRO

El recato de la chica normal. Los pantalones vaqueros (baratos) de la chica normal. La sexualidad (oculta) de la chica normal. La lascivia (inesperada) de la chica normal. La lubricidad (infinita) de la chica normal. La belleza anodina (y arrebatadora) de la chica normal. El (increíble) poder de la chica normal para redimir con su amor al chico perverso (bello, distante y herido) al tiempo que disfruta de orgasmos de varias páginas. Léase: orgasmos de diosa que le proporciona un hombre que sabe de su cuerpo mucho más que ella misma. El cuerpo, sí, de una chica normal.

Reconocemos la historia de Cenicienta al instante, al ver a una chica común y corriente que merece ser una princesa en Cincuenta sombras de Grey, el libro más vendido del siglo XXI: 150 millones de copias. Y es que su verdadera protagonista nunca fue Anastasia, la estudiante de 19 años que seduce al hombre más guapo, poderoso y rico de la tierra. No, la heroína era esa “chica normal”, es decir, un lienzo en blanco que encajaba como un guante en el cuerpo (o el fantasma) de “cualquier mujer” acomplejada, aburrida y, sin embargo, extraordinaria. “¿Por qué a mí?”, “¿por qué yo?”, se preguntaba Anna una y otra vez en el insufrible monólogo interior de su romance con un magnate, de menos de 30 años, que conducía helicópteros y tocaba el piano. “¿Por qué querría amarme este hombre guapo, poderoso, sofisticado?”. Y sádico...

Hoy parece fácil ridiculizar la literatura de E.L. James [“Siento que mis mejillas vuelven a teñirse de rojo. Se deben parecer a la cubierta del Manifiesto comunista” (Pág. 50); o “me quita las bragas y las arroja al suelo. Se quita también los calzoncillos y libera su erección. ¡Madre mía!” ], pero hace cinco años, cuando estaba en el apogeo de su popularidad, se convirtió en el pedazo de tarta que nadie se quería perder, una conversación colectiva en la que “había que” participar.

Una amiga de la universidad consumió las 500 páginas en su móvil en un fin de semana mientras su marido hacía guardias en el hospital: a las cuatro de la mañana me mandaba a mí (y a él) pantallazos con sus párrafos favoritos. Otra amiga de la infancia, que no suele leer, me decía que había aumentado la frecuencia de sus relaciones con su marido gracias al libro. Probaron las bolas chinas y las esposas. El fenómeno catapultó la venta y la experimentación con juguetes eróticos propios del sadomaso (al que desde entonces llamamos sin titubear BDSM). Una amiga ciega, que se dormía por las noches escuchando la versión audiolibro, me resumió así su experiencia. “Lo mejor eran las escenas de sexo. Cuando me despertaba por la mañana me había perdido varias horas del libro, pero como seguían mandándose mensajes con la blackberry me daba igual. Nunca rebobiné”.

El poder de la invisibilidad

Soy una mujer con sobrepeso de mediana edad y eso significa que nadie me ve"

Erika Mitchel (E.L. James) es plenamente consciente de que los periodistas no somos sus fans y probablemente ese sea el motivo por el que –con simpatía, evasivas y sentido del humor– esquiva a los medios en la medida de sus posibilidades. “Soy una mujer con sobrepeso de mediana edad y eso significa que nadie me ve. Pero no me molesta en absoluto. Lo que me preocupa es que me paren en la calle, entonces me doy cuenta de que ya he concedido demasiadas entrevistas”. Esta primavera, sin embargo, su editorial le ha prohibido ser invisible. Publica un nuevo libro –Mister (Grijalbo), el primero que se aleja del universo Grey– y la promoción es ineludible, por lo que ha accedido a una rápida ronda de entrevistas con medios internacionales: uno por país, de solo 15 minutos.

La cita es en Londres, en The Union Club, un club privado del Soho que aparece brevemente como escenario de la novela. Mister cuenta una historia de amor (y erotismo) entre un promiscuo aristócrata (dj, fotógrafo y compositor...) y la mujer que limpia su casa, una inmigrante ilegal albanesa, que escapó por los pelos de la trata y tiene un extraordinario talento sinestésico para el piano. El argumento (y los personajes: Maxim y Alessia) son inverosímiles, pero la historia se lee con ligereza y Erika defiende a su criatura porque ha nacido del fuego que arde en su imaginación: “ Para mí escribir es algo emocional. Tengo que sentir para poder hacerlo. Si lo siento, sé que funciona. Amo todos mis personajes. Les amo, de verdad”.

El extraño azar

Erika es expresiva, simpática, nada arrogante y simultanea carcajadas y lágrimas con facilidad. Da la sensación de que goza de la vida y, probablemente, también de su inmensa fortuna. Aunque de dinero no habla. Con su intimidad es completamente opaca. Nunca cuenta una anécdota y mucho menos da explicaciones o especula sobre su sexualidad. Y le preguntan mucho al respecto. Pero ella ríe y se escurre. Tal vez la única grieta por la que esquivar su defensa sea seguir el cordón umbilical que la une a las ficciones. Me cuenta que ayer lloró viendo el capítulo de Juego de tronos (el segundo de la última temporada), cuando Brienne de Tarth es nombrada caballero de los Siete Reinos. “¿No te emocionaron las largas miradas que se dirigieron Jaime y Brienne el uno al otro?”. Me dice ávida de romanticismo y complicidad. En ese momento somos dos fans compartiendo escalofríos y teorías conspirativas. Pero ese no es mi papel hoy aquí, así que vuelvo al cuestionario.

¿Lloró escribiendo Mister? “Sí, el momento en el que los sentimientos del héroe se desbordan, deja de protegerse y se rompe. [Al decirlo sus ojos se humedecen]. Y sigo llorando cada vez que lo leo. Pero no diré más. ¡Odio los spoilers!”.

Erika nunca madruga, aunque hoy ha hecho una excepción. “Si me levanto a mediodía, hay buena suerte [Risas]. Tengo un público enorme en Estados Unidos, así que paso mucho tiempo monitorizando las redes sociales de madrugada, cuando allí es de día, y escribo por las tardes. Pero el tiempo que le dedico tiene mucho que ver con el momento en que estoy en la historia. Me gusta dejar una frase a la mitad para que al día siguiente ese sea el punto de partida”.

Antes del boom de Cincuenta sombras para ella la literatura era un jardín secreto, una obsesión y una doble vida. Ha vendido 150 millones de ejemplares en el mundo (más que Harry Potter), pero está convencida de que su éxito es fruto de un extraño azar: “Todavía estoy tratando de entender lo que ha ocurrido. No sé, no lo entiendo...”. En su casa, el escritor y guionista siempre había sido su marido, Niall Leonard. Se conocieron mientras ambos estudiaban la carrera de Historia en la Universidad de Kent. Se casaron en 1987 y tienen dos hijos. Erika es hija de un operador de cámara escocés de la BBC y su madre era una emigrante chilena que trabajaba de comercial.

A los 14 escribía fan fiction con una amiga sobre Starsky y Hutch"

“Siempre quise escribir. Era una de mis ambiciones, pero nunca creí que pudiera hacerlo. Es extraño. En realidad, de niña, cuando iba al colegio mis maestros me decían que tenía talento; y luego en secundaria, con 14 años, estuve escribiendo fan fiction sobre Starsky y Hutch [la serie de policías de los 70] con una amiga. Solo que entonces no se llamaba fan fiction. Es raro. Traté de sentarme a escribir una novela unas cuantas veces. De hecho, todavía tengo una idea de esa época que me gustaría desarrollar, pero sucede en los años 40 y necesita muchísima investigación. No fui capaz de manejar ese deseo hasta que leí y vi Crepúsculo. Fue en ese momento cuando la luz se me encendió”.

Corazón de fan

¿Por qué se sintió tan conectada con Crepúsculo, que es una historia supuestamente para adolescentes? “No sé, solo sé que los amé. Esos fueron los últimos libros que leí entregada. Echo tanto de menos esa sensación de estar completamente inmersa en una historia... Cuando alguien me dice que le ha pasado eso con alguno de mis libros me siento verdaderamente conmovida porque sé que no hay nada parecido a esa experiencia.”

E.L. James es, sobre todo y aún hoy, una fan. El fanatismo es una especie de desorden mental (tan aceptado y probablemente peligroso como el enamoramiento), un escapismo basado en la idealización, el sesgo endogrupal, el fervor y la obsesión. La fascinación de Erika por la saga de Crepúsculo le llegó a los 46 años. ¿Qué había en ese triángulo amoroso entre un lobo, un vampiro y una chica virginal que tanto logró conmoverla? ¿Acaso la fusión entre Caperucita y Cenicienta?

Cincuenta sombras fue originalmente una fan fiction con el título Master of the Universe y Erika fue escribiendo capítulos que publicaba en la comunidad de fans de Crepúsculo con el seudónimo Snowqueens Icedragon (El dragón de hielo de la Reina de las Nieves). Sus protagonistas se llamaban originalmente Edward y Bella. Grey, con su hieratismo, su voluptuosidad y su sed insaciable, tiene mucho de vampiro.

Un fan fiction es la ficción derivativa escrita por los lectores. Como dice Patri L.J. en su Diccionario de frikis para dummies, es “la imaginación llevada al extremo; ese paraíso en el que ocurre todo aquello que no sucede en la obra original. Un fanfic está plagado de locuras, amores prohibidos, escenas eliminadas, historias del día a día, argumentos revueltos, personajes en nuevos entornos y, sobre todo, de sexo, mucho sexo”. Digamos que la tensión sexual no resuelta de las narraciones oficiales se resuelve aquí sin elipsis y sin pudor. El fanfic es la total emancipación del lector de la dictadura del creador de la obra.

A pesar de sus millones, Erika echa de menos aquellos tiempos en que escribir era un juego. Le pregunto si sigue siendo tan divertido como entonces y suspira. “La verdad es que disfrutaba muchísimo escribiendo un capítulo, subiéndolo a la red y recibiendo una reacción inmediata de la comunidad. Ese fue probablemente el momento de mi vida en que más me divertí con la literatura. Así que en ese sentido puedo decir que ya no es como entonces. Ahora es mucho más solitario. Mi marido siempre los lee y me encantan sus aportaciones. Las necesito para avanzar”.

Cuando Mister apareció en el mercado anglosajón las críticas fueron implacables. “Penes conmovedores y el mismo viejo y terrible diálogo”, titulaba Kat Brown su reseña para INews. Pero la autora dice que le da igual. “No me duelen. Me resigno. Pero me parece sorprendente porque el tipo de libros que yo escribo nunca es reseñado en un periódico nacional. Les dedican espacio solo porque son tan brutalmente populares que la gente siente que debe tener una opinión sobre ellos. Y es mucho más interesante escribir en contra que a favor. Especialmente ahora que hay tanta negatividad en el mundo. La hostilidad vende periódicos y consigue clics”.

Pero sus lectoras también están algo decepcionadas por una historia de amor donde el sexo es, en su propia terminología, excesivamente “vainilla”. Es decir, no hay BDSM, ni peligro, ni tríos, ni abismo. El héroe no es oscuro, como Grey, a lo sumo díscolo, y en su monólogo interior dice cosas del tipo: “Su inhalación brusca [de Alessia] es música para mi pene”. Mi amiga del pueblo que tanto disfrutó con Cincuenta sombras dice ahora que prefiere las novelas de Megan Maxwell, una escritora de Aluche que se llama Mari Carmen, pero escribe con seudónimo, que distribuye millones de ejemplares en 25 países distintos. El título de su novela más popular, Pídeme lo que quieras, se lo han tatuado cientos de sus fans en el monte de venus, imitando a la protagonista. Para ella, las protagonistas de E.L. James son “unas pavas”, mientras que las de Maxwell “saben lo que quieren”.

Pornocenicientas

Mis personajes son vírgenes porque ayuda a la trama y es más dramático"

Tanto Alessia como Anna, las “ pornocenicientas” de E.L. James, carecen de experiencia sexual, ambas comen como pajarillos, son lánguidas y delgadas, se ruborizan, se muerden el labio con nerviosismo y necesitan ser protegidas. “ ¿Por qué son vírgenes sus personajes femeninos?”, le pregunto a la escritora inglesa. “Porque hace la trama más interesante. Si no has experimentado nunca algo antes, todo va a ser más dramático desde el punto de vista narrativo. De todos modos, te prometo que tengo historias donde las mujeres no son vírgenes. Pero no las he contado, todavía”.

¿Por qué la sumisión es algo que excita tanto a sus protagonistas? ¿Por qué la entrega es siempre una especie de rendición?

No creo que la sumisión sea algo atractivo para todo el mundo, y menos en la realidad, pero a menudo sí en el imaginario. Creo que hay un punto en el que es maravilloso poder rendirse y dejarse ir para hacer cualquier cosa. Rendirse es apartar toda la culpa relacionada con la represión y el miedo porque es otra persona la que está en control, especialmente si estás atada…

Para mí, lo más feminista es que una mujer haga lo que quiera hacer"

El éxito brutal de 50 sombras ha generado también sesudas críticas culturales tratando de explicar por qué mujeres contemporáneas, empoderadas y libres –que reivindican la igualdad– se ven atraídas por fantasías sexuales de sumisión como las que aparecen en sus libros. La socióloga Eva Illouz, en su entrevista con Mujerhoy, lo explicaba así: “ La masculinidad tradicional sigue provocando placer en la fantasía porque es más fácil de formular. Pero yo no creo que las mujeres añoren la dominación, sino un modo de relación social en la que el amor y la sexualidad no producían ansiedad, negociación e incertidumbre. No me malinterprete: no animo ni apoyo las fantasías sexuales patriarcales, pero tampoco las juzgo. Muchas mujeres echan de menos la claridad que había en esa cultura, que ya no existe, y la buscan en las novelas o en el cine, aunque no quieren la inequidad que viene con ese sistema”.

También la sexóloga Valérie Tasso marca las distancias entre nuestras fantasías sexuales “que son el nutriente principal del desarrollo de nuestra sexualidad, íntimas, intransferibles, y sin voluntad de realización” y los deseos.

Entre la fantasía y el deseo

De hecho, a veces, cuando se cruza el espacio (o el precipicio) entre la fantasía y el deseo, podemos acabar estrellados. Hace apenas dos meses, una joven de Canarias casi murió asfixiada imitando una escena de Cincuenta sombras de Grey ella sola en un coche. Estaba maniatada con bridas al volante y tenía cinta de embalar en el cuello. “Pretendía recrear una escena, pero se me fue de las manos”, declaró a la prensa local; que terminaba la noticia diciendo: “La mujer presentaba una vestimenta deportiva adecuada”. ¿Qué querrían decir? ¿Que era “una chica normal”? ¿No es inquietante ese final?

Los 15 minutos con la autora superventas están a punto de consumirse y acabamos hablando de feminismo. ¿Cree que gozar con sus libros, al igual que rendirse en el sexo, es darse permiso para disfrutar de algo que no es nada feminista…? Bueno, de eso no estoy tan segura. Esta cuestión podría ser un largo tema a debatir. Siempre que sea algo que tú quieres hacer, es tu poder y tu decisión rendirte. Para mí, lo más feminista es que una mujer haga lo que quiera hacer. Creo que es importante no olvidarlo.

21 de marzo-19 de abril

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Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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