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La nueva generación de actores y actrices que triunfa en las series

A su edad, la mayoría sigue dándole vueltas a su futuro. Pero ellos ya han triunfado con sus primeros trabajos y millones de espectadores de todo el mundo conocen sus rostros. Te los presentamos.

De izq. a dcha., Valentina Zenere, Ivana Baquero, Ignacio Montes, Begoña Vargas, Pepe Barroso y Alejandra Onieva. El look de maquillaje es de Lancôme. / foto: mario sierra /Estilismo: José Herrera

Beatriz González
BEATRIZ GONZÁLEZ

Dicen que para lograr el éxito, primero hay que aprender las reglas del juego. Y luego, jugar mejor que nadie. Valentina, Alejandra, Ivana, Pepe, Begoña e Ignacio lo han aprendido muy bien. Tienen entre 20 y 27 años, pero las puertas de la fama ya se les han abierto de par en par. Millones de espectadores en todo el mundo han descubierto a los personajes que interpretan a bordo de un lujoso crucero de los años 40, en el ambiente musical de los 60 o en un elitista colegio de Buenos Aires. Los seis forman parte ahora de la cantera de Bambú Producciones, que en apenas una década se ha convertido en una de las más importantes productoras audiovisuales de nuestro país.

Me llamaron para El secreto de Puente Viejo cuando acabé el colegio”.

alejandra onieva

Alejandra Onieva (Madrid, 1992) es la protagonista de Alta mar (Netflix), la serie sobre un barco de lujo que viaja de España a Brasil en la posguerra y donde dos hermanas descubren oscuros secretos familiares. Llega a última hora de la tarde a la sesión de fotos y, tras sentarse para que la maquillen, cuenta que estos días están siendo una locura. “Mira lo que llevo todos los días en el bolso: desodorante, un tupper, una botella de agua y el guion”, cuenta entre risas. No hay tono de queja en sus palabras. Al contrario: se siente una privilegiada por dedicarse a lo que le gusta y por haber entrado a formar parte de esta gran familia. “Siempre quise ser actriz, pero de pequeña era muy tímida y nadie se lo creía. Hasta que, con 17 años, empecé a apuntarme a cursos de interpretación. Me iba todos los fines de semana lejísimos para hacer esos cursos que me encantaban y supe que esto era lo mío. Fui pasando por castings hasta que me llamaron para hacer El secreto de Puente Viejo nada más terminar el colegio y, por suerte, hasta hoy no he dejado de trabajar”, recuerda.

Una tabla de salvación

Estaba a punto de hacer las maletas para volverme a Málaga”.

ignacio montes

La actriz madrileña sabe que, aunque lo suyo fuera llegar y besar el santo, no todos los jóvenes actores corren la misma suerte. Según un informe de la Fundación AISGE, solo el 8,17% de los intérpretes puede vivir de su profesión. Ignacio Montes (Málaga, 1992) conoce de cerca ese inestable escenario laboral. Comenzó a trabajar con 14 años en La dársena de Poniente (2006), donde aparecía junto a grandes de la interpretación como Sancho Gracia o Miguel Rellán. Después vendrían Gominolas, Los Serrano, Vive cantando, El secreto de Puente viejo o Acacias 38. Pero entonces llegó un parón que le obligó a replantearse su futuro. “Cuando me llamaron para trabajar en Velvet Colección (Movistar+), ya estaba haciendo las maletas para volverme a Málaga. No encontraba trabajo en nada y pensé en regresar durante un tiempo a mi ciudad natal para no tener que pagar piso en Madrid. Pensaba ahorrar algo de dinero trabajando en lo que fuera y después volver para seguir intentándolo. Así que recibí esa llamada como una auténtica tabla de salvación. Es como si a un futbolista lo llama el Madrid o el Barça. Me ha cambiado la vida”, cuenta el actor malagueño, que se ha incorporado también al elenco de Alta mar.

De no haber recibido esa llamada, Montes cree que seguiría intentándolo porque, desde que en la adolescencia le picó el gusanillo de la actuación, no ha encontrado antídoto. Pero reconoce que no es un camino fácil. “He visto a gente con tanto talento en las escuelas que después no ha encontrado trabajo, que no encuentro explicación. Por eso cada vez estoy más convencido de que la suerte también juega a favor o en contra. De todas formas, creo que apasionarse por la profesión, más allá de si a uno le va bien o no, es fundamental. La herramienta personal y social de la interpretación es tan potente que por si sola te da muchísimos beneficios, aunque no sean económicos. Evidentemente, si uno se quiere dedicar a esto y no le sale es una faena. Pero hay mucha gente que hace teatro simplemente por salud, y creo que es muy recomendable”, reflexiona.

Ignacio, con camisa de Adolfo Domínguez, pantalón de Samsoe Samsoe y cinturón de Mirto. Valentina, camisa de Adolfo Domíngez, falda de Be Blumarine y look de belleza es de Lancôme. / foto: mario sierra /Estilismo: José Herrera

La exchica Disney

La misma pasión por la actuación de Ignacio muestra Valentina Zenere (Buenos Aires, 1997), toda una estrella en los 150 países en los que se pudo ver Soy Luna, la serie juvenil de Disney, que emitió su última temporada el verano pasado. Ahora, a punto de incorporarse a un prometedor proyecto de Bambú Producciones, tiene seis millones de fans que siguen su día a día en Instagram, algo que no le produce ningún vértigo porque convive con ello desde la adolescencia. “Estudio teatro desde que tengo seis años, y a los 13 empecé con mi primer trabajo en la televisión”, recuerda.

Dejar Disney fue duro, pero me apetece contar cosas más reales”.

Valentina Zenere

“Creo que siempre quise actriz, porque no soy capaz de acordarme en qué momento lo decidí. Para mí es como si al nacer, en vez de llorar, hubiera dicho: “Quiero ser actriz”. Era muy intensa desde muy chiquita”, dice entre risas. Disney le dio la oportunidad, y asegura estar muy agradecida. Pero espera que su próximo proyecto, del que solo puede adelantar que supondrá un giro en su carrera, le permita no encasillarse y mostrar todo aquello de lo que es capaz. “Disney es una locura. Fueron cuatro años superintensos, donde básicamente se formó una familia. Dejarlo fue duro, algo parecido a cuando dejas el colegio: sabes que ya tiene que terminar, que se cumple un ciclo, pero igualmente es difícil. Sin embargo, lo cierto es que, tras cuatro años interpretando el mismo papel, me estaba desesperando por ser otra persona. Quería romper con lo infanto-juvenil. Disney suele contar historias en las que todo es perfecto e ideal, y la vida no es eso. Me apetecía contar cosas más reales, y ahora, con Bambú, lo vamos a hacer. También cantaré y habrá historia de amor, pero no puedo adelantar más”, dice la actriz ilusionada.

De la universidad al plató

Mientras terminan de peinar a Valentina, Pepe Barroso Silva (Madrid, 1997) entra en el estudio de la sesión de fotos. Aterrizó en el mundo de la actuación hace apenas unos meses y lo ha hecho por la puerta grande, debutando en 45 revoluciones y participando ahora en Alta Mar. Los dos trabajos han terminado por convencerle de que la interpretación es su verdadera pasión, aunque hasta el momento nada parecía indicar que su futuro profesional estuviera tras las cámaras de un plató de ficción.

Hice un curso de interpretación para romper con mi timidez”.

Barroso se encontraba terminando Dirección y Administración de Empresas y Relaciones Internacionales en la Universidad de California cuando, por azar, descubrió su vocación. “Hice un curso de interpretación en Los Ángeles, pero sin ninguna intención de dedicarme a ello. Me aseguraron que me iba a ayudar, porque suponía una especie de formación para aprender a hablar en público y romper un poco con mi timidez. Pero el caso es que me encantó y pensé que, cuando acabara la carrera, intentaría dedicarme a esto. En casa no han estado de acuerdo desde el primer momento, pero ahora sí me apoyan porque saben que es lo que quiero”, afirma el hijo del empresario Pepe Barroso, fundador de Don Algodón, y Mónica Silva.

“Siempre he sido muy cabezota y reconozco que, cuando quiero algo, me obsesiono un poco. Así que le eché un poco de cara, me presenté en Bambú, y les dije que por favor me hicieran una prueba. A raíz de ahí salieron 45 revoluciones y Alta mar, y no he podido disfrutar más del trabajo. Ha sido una primera experiencia con todo el equipo genial, tanto a nivel personal como profesional”, comenta.

Pepe lleva americana y pantalón de CH Carolina Herrera y camiseta de Pedro del Hierro. Alejandra, look de Max Mara y pendientes de Elixa. / foto: mario sierra /Estilismo: José Herrera

De esas experiencias de rodaje que cambian la vida de una persona también habla Ivana Baquero (Barcelona, 1994). La que fuera la niña protagonista de El Laberinto del Fauno –película por la que consiguió un Goya con solo 12 años, en 2007–, empezó en la interpretación aún más jovencita, también por azar. “Con solo ocho años me cogieron en un casting porque buscaban a niñas que hablaran inglés y fueron a mi escuela, que era la escuela americana. Era para Romasanta, de Paco Plaza. Me encantó la experiencia y, a partir de ahí, fui yo la que decidí continuar. Pero si no se hubiera puesto en mi camino esa película, quizá no hubiera sido actriz, porque en mi familia no hay nadie artista. Sin embargo, ahora no me veo en otra profesión que no sea la interpretación”, afirma.

Una serie en EE.UU

Me gusta salir de mi zona de confort, hacer papeles transgresores”.

ivana baquero

Su salto a la pequeña pantalla tuvo lugar hace solo tres años, cuando consiguió el papel protagonista de la serie estadounidense Las crónicas de Shannara. Y dio el paso porque cree que cada vez hay menos diferencias entre la pequeña y la gran pantalla. “Con la llegada de las plataformas, todo se está fusionando y ya no hay esa brecha entre cine y televisión. Hay grandes series que están hechas casi al nivel del cine. Es una de las razones por las que decidí lanzarme con Las crónicas de Shannara o, aquí, con Alta mar. Son proyectos de gran magnitud, con mucha calidad, y me he sentido muy cómoda en ellos”, cuenta asegurando que para ella ambos fueron un reto. “Me gusta salir de mi zona de confort, tanto profesional como personalmente. Creo que es lo que te hace crecer y evolucionar. Por eso siempre intento buscar personajes que se alejen mucho de mí, y ahora me apetece cada vez más hacer cosas diferentes, incluso transgresoras”, reconoce.

Begoña luce look de Juan Vidal; Ivana camisa y falda de cuero de Ermano Scervino. Joyas de Elixa y maquillaje de Lancôme. / foto: mario sierra /Estilismo: José Herrera

Baquero comparte precocidad profesional y talento con Begoña Vargas (Madrid, 1999), que interpreta a Verónica en Alta mar. Ella asegura sentirse artista desde siempre. “Lo he tenido tan claro toda mi vida que no me he planteado otra cosa. Recuerdo que de pequeña pensaba que tenía que haber más cosas que me gustaran y que tenía que estudiar un plan B. Pero luego me encontraba preguntándome: “¿Para qué? Si tengo claro lo que quiero hacer, voy a luchar por ello. Y si no sale bien, ya buscaré otro plan”.

Cinco años en el teatro

Lo he tenido tan claro toda mi vida que nunca me he planteado tener un plan B”.

Begoña Vargas

Fue así como llegó al teatro con Los Miserables, cuando solo tenía 12 años. “Estuve cinco temporadas representando la obra y fue una escuela brutal en todos los aspectos, incluso como experiencia personal. No me sentía diferente por ser la más joven del reparto. Siempre he sido un poco adelantada a mi edad en ese aspecto. De hecho, con 17 años me independicé y me fui a vivir sola. Mi familia siempre me ha apoyado e intentó ayudarme en todo desde pequeñita, aunque no supiera muy bien cómo, porque mi madre es enfermera y mi padre tiene su propia empresa. Pero solo que estén ahí cerca, apoyándote,, ya es una gran suerte”, afirma.

Begoña ha sido una de las últimas actrices en sumarse a la gran familia que forman en Bambú. “ Cuando me llamaron, me volví loca. Trabajar con ellos es una maravilla: te sientes querida y arropada, y eso es muy importante. Y además sus trabajos te dan una visibilidad increíble, no solo en España sino también fuera”, concluye.

Mientras posan para la foto, los seis actores se ponen al día como buenos amigos comentando sus planes para las vacaciones. Un merecido descanso que van a disfrutar, especialmente porque saben que a su vuelta les esperan nuevos proyectos. ¿Un consejo para quienes estén empezando en el mundo de la actuación y aún no les haya llegado una buena oportunidad? Valentina Zenere lo tiene muy claro: “Que perseveren. Siempre hay que perseguir los sueños y no darse por vencido. Si me pasó a mí, y a todos los que estamos aquí hoy, le puede pasar a cualquiera”.

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