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¿Por qué el sexo ya no vende en Hollywood?

En la era post #MeToo, el sexo cotiza más a la baja que nunca en la meca del cine. Mientras las súper producciones abrazan apasionadamente la abstinencia sexual, las series se han convertido en el bastión de la resistencia y están reinventado la forma de llevar el sexo a la pantalla. Analizamos el nuevo puritanismo que invadela industria del cine.

Fotograma de la serie Euphoria. / hbo

IXONE DÍAZ LANDALUCE

Corría el año 2012 y todos los grandes estudios de Hollywood pujaban por hacerse con los derechos del último fenómeno editorial: la novela erótica de J. L. James 50 sombras de Grey. El "porno para mamás" era la última gallina de los huevos de oro y la industria del cine quería hacer caja con la consiguiente trilogía y sin escatimar en escenas de alto voltaje. Después de una subasta legendaria, la productora Universal se llevó el gato al agua. Seis años más tarde, en febrero de 2018, se estrenaba la última entrega de la saga, cuya recaudación global superó los 1.300 millones de dólares. Lo hacía solo tres meses después de que el caso Weinstein hiciera temblar los cimientos de Hollywood. Hasta ese momento, los estudios de cine tenían grandes planes para llevar otras novelas eróticas de éxito a la gran pantalla y Jared Leto iba a ser el protagonista del esperado biopic sobre el creador de Playboy Hugh Hefner. Pero en cuestión de semanas todo cambió. Sobre todo, la relación de Hollywood con el sexo. Y, como siempre, la historia volvía a repetirse...

Entre 1934 y 1968, el código Hays, un texto de recomendaciones morales suscrito por la Asociación Cinematográfica de EE.UU., actuaba como eficaz herramienta de censura en las producciones de los grandes estudios de la época. Aunque trataba de regularlo todo (desde las escenas violentas y las blasfemias hasta la apariencia de los curas) su principal obsesión era el sexo. "No se mostrarán besos ni abrazos de una lascividad excesiva, poses o gestos sugestivos", describe. "El adulterio y todo comportamiento sexual ilícito, a veces necesarios para la intriga, no deben ser objeto de una demostración demasiado precisa", continúa. Los desnudos completos estaban totalmente prohibidos (pero también las secuencias de mujeres quitándose las medias) y las escenas de pasión, restringidas "salvo que fueran indispensables".

Un cine zero sex

Medio siglo después, la censura (o autocensura) se impone por otros métodos. Por un lado, está la presión de la taquilla. "Antes, el sexo podía vender una película, ahora ya no. El sexo solo vende a audiencias cada vez más minoritarias", explica Linda Williams, profesora de estudios cinematográficos de la universidad de Berkeley.

Los desnudos gratuitos han dejado de ser una opción para los guionistas, que deben justificarlos.

De hecho, una sola escena de sexo puede condenar a una película al desastre comercial antes, incluso, de su estreno. La calificación por edades penaliza a aquellas cintas con contenido sexual explícito, restringiendo el público que acude a la sala y, de rebote, su recaudación. La misma lógica se aplica a mercados como el asiático o el árabe, donde a menudo las autoridades prohíben la distribución de una película si su contenido resulta mínimamente controvertido. En 2017, Malasia decidió no estrenar La bella y la bestia porque uno de sus personajes era abiertamente homosexual. Por eso, todas las grandes producciones de superhéroes o ciencia ficción, desde Los Vengadores hasta Star Wars, se aplican invariablemente la regla del zero sex. Los resultados de esta política le dan la razón a Hollywood. El año pasado, Bohemian Rhapsody consiguió una recaudación global de más de 800 millones de dólares con un retrato descafeinado (y desprovisto de sexo) del icónico Freddie Mercury.

Las nuevas reglas del juego

La inapetencia sexual de la industria del cine coincide con un nuevo fenómeno de masas: el porno on line. Ya nadie va a una sala de cine en busca de tórridas escenas de sexo. Esa demanda está cubierta a golpe de click a través de ordenadores y smartphones. Paradójicamente, esa nueva realidad confluye con otra más desconcertante: el sexo no está de moda entre los más jóvenes. Varios estudios sociológicos apuntan a que los millennials tienen menos relaciones sexuales que sus padres. Medios como la revista estadounidense The Atlantic hablan abiertamente de una "recesión sexual" causada, entre otras cosas, por la saturación del porno on line.

Mientras, las reglas del juego han cambiado en Hollywood. Para empezar, porque los desnudos gratuitos han dejado de ser una opción para guionistas y directores, que tienen que justificar su sentido narrativo y demostrar una nueva sensibilidad, más femenina y feminista, en la forma de rodar las escenas íntimas. Pero también porque las actrices están reclamando sus derechos y negociando sus condiciones con más fuerza que nunca. Para eso sirven las cláusulas de desnudez o nudity riders, que se han endurecido en los dos últimos años.

La coordinadora de intimidad supervisa que las escenas de sexo cumplan lo estipulado.

El propio Sindicato de Actores alecciona a sus asociados sobre sus derechos: "Si su actuación incluye desnudos, desnudos parciales o actos sexuales simulados, asegúrese de que usted o sus representantes hayan negociado un nudity rider con la producción. Este debe incluir una descripción detallada de las escenas, el tipo de desnudez o contacto físico requerido, las limitaciones en el uso de las imágenes y cualquier otra condición que usted y el productor hayan acordado. Recuerde que, incluso si ha firmado un nudity rider, tiene derecho a retirar el consentimiento en cualquier momento antes de filmar la escena", explica la web del SAG. Este tipo de contratos pueden contener hasta 40 puntos diferentes pensados para especificar cada detalle de la escena en cuestión, pero también para garantizar que solo el personal estrictamente necesario esté presente durante el rodaje en lo que se conoce como sets cerrados. Además, según la revista Hollywood Reporter, los contratos de estrellas como Emilia Clarke (Juego de tronos) o Elisabeth Moss (El cuento de la criada) incluyen el derecho a veto de cualquier escena íntima protagonizada por ambas.

Todo estos cambios han dado lugar a una nueva figura en los rodajes: la de la coordinadora de intimidad, que se encarga de supervisar que todo se cumpla según lo estipulado, pero también de hablar con el director si la actriz se siente incómoda. Y aunque un protocolo más garantista es, sin duda, una buena noticia para las actrices, también ha provocado que, para ahorrarse problemas o negociaciones, muchos directores prescindan directamente de las escenas de sexo en sus películas.

¿Efecto contagio en Europa?

Ante el ataque de pudor que sacude Hollywood, la resistencia tiene dos frentes: las series y el cine europeo. "Los cineastas europeos todavía tienen la voluntad de utilizar el sexo para contar historias y expresar sentimientos", explica Linda Williams. Curiosamente, en enero de 2018 un centenar de artistas e intelectuales francesas, entre ellas la actriz Catherine Deneuve, firmaron un polémico manifiesto "en contra del puritanismo sexual" que, según ellas, se había desatado después de que saliera a la luz el caso Weinstein.

Aunque el cine europeo sigue presumiendo de una actitud abierta y desinhibida hacia el sexo, puede que la tendencia puritana también esté permeando, poco a poco, en el viejo continente. Eso sospecha la profesora de Berkeley Linda Williams: "Acabo de ver la última de Almodóvar y resulta extraño que un director con el que siempre podías contar para algo de sexo tórrido lo evite por completo salvo por un estupendo beso", asegura.

Si es casualidad o el primer síntoma de contagio, comprobarlo solo será cuestión de tiempo. Aunque lo más probable es que esta moda tenga fecha de caducidad. "Antes o después, el péndulo se moverá hacia el lado contrario", vaticina Williams. Por eso, que nadie descarte que el "porno para mamás" vuelva a convertirse en un fenómeno de masas. O que Hollywood se cure la inapetencia sexual de la noche a la mañana.

Series, la resistencia

"Mientras Hollywood atraviesa un periodo de abstinencia, las series de televisión están viviendo un auténtico renacimiento sexual", explica la profesora de estudios cinematográficos Linda Williams. Después de que a finales de los 90 Sexo en nueva York se enfrentara al tabú primera vez, cada nueva serie que se ha atrevido a tocar el tema ha liderado una pequeña transgresión. Masters of sex retrató con autenticidad las dinámicas sexuales de sus protagonistas; en Girls, el sexo casi nunca era fotogénico; y este mismo año, Euphoria (y sus controvertidas escenas de desnudos, masturbación y consentimiento) es uno de los hits del verano. Incluso un contenido menos transgresor, como el drama romántico Outlander, también se ha hecho famoso por el tratamiento feminista de las escenas íntimas y porque la relación sexual de sus protagonistas es la mejor herramienta narrativa para contar la historia. Pero también hay excepciones a esta pequeña revolución sexual. Después de que durante sus primeras temporadas Juego de tronos convirtiera las escenas de sexo en una de sus señas de identidad, su estatus de fenómeno de masas ha obligado a ponerle un cinturón de castidad. Las escenas de sexo apenas han tenido cabida en su última temporada y algunos personajes antes célebres por su promiscuidad, como Tyrion, se resignaron a la abstinencia.

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