Taylor Richardson, el límite es el cielo

Taylor Richardson acaba de cumplir 17 años y se ha convertido en una “estrella brillante”. Así es como la llaman (Starbright, en inglés), mientras se prepara para ser astronauta y llegar a Marte. Desde pequeña, le encantaba mirar la Luna y las estrellas. Pero un día, en el colegio, la bibliotecaria le dio un libro. Era la biografía, de Mae Jemison, ingeniera, médico y la primera mujer afroamericana que viajó al espacio; lo hizo en 1992, a bordo del transbordador Endeavour. Taylor siempre tuvo claro que quería seguir sus pasos y que, para ello, debería trabajar duro. Y no ha cejado en su empeño.

Richardson todavía no ha dejado la Tierra en una nave espacial, pero, a su edad, sí ha alcanzado sueños que muchas niñas solo se limitan a acariciar. Estuvo en un campamento espacial de la NASA, donde simulaban cómo sería un viaje tripulado a Marte. Además, recorre colegios tratando de que las niñas se interesen por la ciencia, con su iniciativa Vuela con un libro, para la que la estrella de televisión Oprah Winfrey donó más de 100.000 dólares. Taylor piensa que hablar y leer sobre ello es la mejor manera de conseguir que las chicas quieran ser científicas. También ha recaudado dinero para que las niñas vieran la película Figuras ocultas (sobre las mujeres afroamericanas que participaron en la misión a la Luna del Apolo XI) y para que sintieran que son capaces de llegar todo lo lejos que se propongan. Incluso Michelle Obama la invitó a la Casa Blanca para ver esa película junto a miembros de la NASA.

El espacio es para la joven Richardson la última frontera y, cuando esté preparada, irá en su busca. Pero quiere, además, que las cosas tomen otro rumbo en nuestro planeta. Y cree firmemente en la ayuda colectiva para ir cambiando a las personas y para dar a las niñas los instrumentos necesarios para acceder a la educación y conseguir lo que quieran. Para que sean libres y fuertes. Su fe no tiene límites. Por eso, la invitan a dar charlas en colegios y en congresos, y está considerada una de las figuras adolescentes con más futuro.

Las palabras y el empeño de Taylor no son pura retórica. Sufrió bulliyng en el colegio y su madre tuvo que cambiarla de centro y de ciudad. “Siempre quise ser diferente, desde niña”, cuenta. Seguramente por eso, sus compañeros decidieron hacerle daño. La gente distinta atrae sobre sí la ira de los torpes.

Hoy estudia robótica y computación, y se prepara concienzudamente para llegar a Marte. Un cielo brillante la espera y, mientras llega a él, los que la rodean sienten su esperanza, su capacidad de lucha, su fuerza para sacar adelante a otros. Si el futuro es Taylor, podemos ser optimistas.