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Huracán Penélope

En unos días, recibirá el Premio Donostia a toda su carrera y se convertirá en la actriz más joven en recoger un galardón reservado a las leyendas. Porque Penélope es ya una de ellas, pero no ha renunciado a ser otras muchas cosas. De todo eso, pero también del éxito profesional y vital que la acompaña desde hace 30 años, nos habla en esta entrevista.

La actriz, con 64 galardones internacionales, recogerá el premio a toda su trayectoria en el Festival de Cine de San Sebastián. “Es un honor, un lujo total”, asegura. / nico bustos

Gervasio Pérez
GERVASIO PÉREZ

Es la actriz española más internacional, la que atesora más premios y más películas fuera de nuestras fronteras, la que cuenta con más campañas publicitarias y más portadas en todo el mundo. La mejor pagada y la más deseada. No es un panegírico vacuo. Penélope Cruz (Alcobendas, 1974) es mujer de muchos récords y de grandes contrastes. Es global y local. De planetaria vida pública y hermética vida privada. Muy social y estrictamente familiar. De apariencia a veces altiva y siempre agradecida. Una megaestrella de alfombra roja que se convierte en una mujer de andar por casa en un abrir y cerrar de ojos.

Hace algo más de un año, en una cena en Mónaco organizada por Lancôme, pude comprobar que Penélope son muchas penélopes. Compartía protagonismo con Kate Winslet y Julia Roberts, otras dos estrellas que colaboran con la firma de cosmética. Cuando subieron al escenario para dirigir unas palabras a los invitados, ella fue la única que dio las gracias a la casa francesa por todos esos años de confianza (en 2020 cumplirán 10 años de relación). Y en su mesa, además de los periodistas españoles invitados, estaba el equipo de confianza que viaja con ella desde hace años y su madre, Encarna. Penélope era estrella, hija, amiga, compañera, colega... En otra ocasión, un encuentro en Madrid con media docena de periodistas con motivo de la presentación de su cortometraje documental Soy uno entre cien mil (2016), fue igual. Era la directora, sí; pero también la ciudadana preocupada por la leucemia infantil. Era la estrella y también la activista.

Soy racional, pasional y más cosas. No podemos definirnos con dos adjetivos”

¿Es una mujer racional o pasional? “Soy las dos cosas a la vez y muchas más”, nos asegura pocos días antes de estrenar en la Mostra de Venecia La red avispa. “Todos somos complejos y no podemos definirnos solo con dos adjetivos”. También vuelve a confirmar aquel agradecimiento que hizo en Mónaco: “Mi madre y mi abuela tenían algunos productos Lancôme en Alcobendas... Trabajar con ellos es alucinante y un placer. Hemos creado relaciones muy estrechas, con mucho cariño. Les estoy agradecida por darme la oportunidad de pertenecer a su familia tanto tiempo y me encantaría seguir muchos años más”.

30 años de cine

La actriz recibirá el 27 de septiembre el Premio Donostia del Festival Internacional de Cine de San Sebastián a toda una carrera que sigue siendo meteórica y constante desde que, en la adolescencia, recorría las redacciones de las revistas de moda presentándose a los casting para sesiones editoriales. Todavía la recuerdo entrando pizpireta por la redacción de una cabecera ya desaparecida, con su book en la mano, su abundante melena ondulante y la sonrisa en los ojos. Aún faltaban por llegar la popularidad, el éxito, el dinero, el amor y la fama, pero ya se le adivinaba el ángel, ese pellizco que conquistó a Bigas Luna y al mundo. Aún no habían llegado el videoclip La fuerza del destino (1989), de Mecano, ni el programa televisivo La quinta marcha (1990), pero ya tenía esa garra que le ha permitido participar en más de 60 películas y recoger 64 grandes premios (Óscar, Goya, César, David de Donatello, Bafta...) por todo el mundo.

Sí, han pasado casi tres décadas desde su debut cinematográfico en El laberinto griego (1990), de Rafael Alcázar, y con solo 45 años vuelve a San Sebastián a recoger un premio reservado a las leyendas. Es la actriz más joven en recibirlo en los 67 años de vida del festival. “Es un honor, un lujo total –asegura—. Los otros cuatro españoles que lo han recibido, Fernando Fernán Gómez, Paco Rabal, Carmen Maura y Antonio Banderas, figuran entre los mejores de la historia del cine. Y Fernán Gómez fue mi padre en dos películas, Belle Epoque y Todo sobre mi madre. Le tenía veneración. Era un genio”.

¿Se acostumbra una a tanto premio, los vive ya con menos intensidad y emoción? “Todo lo contrario. Cuando recibo un premio, siempre pienso que podría ser el último, así que cada uno lo valoro enormemente y lo vivo como un regalo maravilloso, con gratitud infinita”. Así es Pe, la actriz más internacional de nuestra historia, la más hollywoodiense. Y aunque sea también la más premiada, no deja de emocionarse: “Vivo el premio Donostia con una mezcla de alegría, emoción y responsabilidad. Es uno de los premios más prestigiosos del cine y lo ha recibido gente que admiro profundamente. Además, tengo un cariño especial al festival de San Sebastián porque la primera vez que estuve allí fue en 1994, con la película Todo es mentira... Entonces tenía 20 años y nunca olvidaré la ilusión que me hizo ir a un festival mítico para mí. He vuelto otras tres veces, con Volavérunt (1999), Volver a nacer (2012) y Loving Pablo (2018), y siempre me he sentido a gusto en la ciudad y en el festival”.

En estas casi tres décadas de carrera cinematográfica, ha trabajado con muchos de los cineastas y actores más deslumbrantes del star system global. De Matt Damon y Tom Cruise a Johnny Depp, Matthew McConaughey, Brad Pitt y Daniel Day Lewis. De Nicole Kidman y Scarlett Johansson a Judi Dench y Sophia Loren. Y de directores como Woody Allen y Rob Marshall a Ridley Scott, Kenneth Branagh y Asghar Farhadi. Algunos han marcado especialmente su carrera. Bigas Luna la convirtió en sex symbol con apenas 18 años, en Jamón, jamón (1992). Y Trueba, Amenábar y Almodóvar la empujaron a traspasar fronteras e instalarse en el Hollywood que la encumbró a nivel mundial.

Pedro y la maternidad

Penélope no colaboró con el director manchego hasta 1997, con Carne trémula (el mismo año que rodó Abre los ojos, de Amenábar), pero desde entonces es el realizador con quien más ha trabajado. El director, que acaba de recibir el León de Oro de Honor en la Mostra de Venecia, la ha dirigido en seis películas (la última, este mismo año, Dolor y gloria) y se han convertido en dos inseparables, delante y detrás de las cámaras, sin que ella haya necesitado el empuje de la etiqueta “chica Almodóvar”.

¿Cómo es esa relación con Almodóvar? “Con Pedro mantengo una de las relaciones más adictivas de mi vida, llena de cariño, humor y complicidad. Es un hombre muy especial en mi vida y nos conocemos tan bien que a menudo nos entendemos sin cruzar una sola palabra”. En su relación no hay peros: “Nos une, entre otras muchas cosas, el aprecio al talento y el arte de gente a la que admiramos; la obsesión por el trabajo bien hecho, el intento de no estancarnos, el respeto por la libertad de ideas y la aspiración a que el mundo sea un lugar más justo”.

A la hora de trabajar también fluyen sin tensiones: “ Pedro siempre me ha ofrecido personajes muy atractivos y poderosos por los que he sentido mucha empatía, cada uno a su manera. Y hay algo curioso: cuatro de los seis personajes que he hecho con él son madres... El primero, el de una chica que daba a luz en un autobús, en Carne trémula. Yo tenía solo 22 años y todavía me faltaba mucho para tener a mi primer hijo... Pedro reparó enseguida en mi vocación de madre –siempre quise serlo, desde que tengo memoria– y tengo la impresión de que lo ha proyectado en casi todos los papeles que me ha ofrecido para sus películas”.

La maternidad le llegó bastantes años después, a los 37. Con su hijo Leo, que hoy tiene ocho años; y con Luna, de seis. Dos hijos con el actor Javier Bardem, con quien se casó hace nueve años, en 2010, en la isla privada de Johnny Deep. El trabajo los unió en Jamón, jamón, pero sus vidas de cine los mantuvieron separados durante años.

¿Es una mujer de rutinas a pesar de que la vida de actriz apenas permite serlo? “Desde hace nueve años vivo sometida a rutinas maravillosas: las que me imponen mis hijos”. Responde la actriz, la estrella, la madre, la mujer... “Todos somos complejos”, nos decía poco antes. En unos días Penélope volverá a subir al escenario del Festival de San Sebastián y recogerá el prestigioso premio Donostia a toda su brillante carrera, una vida en la que, sin embargo, aún le queda mucho por rodar.

Sus favoritos

Penélope es embajadora de Lancôme desde 2010. En estos años, la actriz ha cambiado su forma de cuidarse y sus hábitos de alimentación. “Desde que soy madre, me interesa más la nutrición; pensando en mis hijos, pero también en mí. Devoro buenos libros sobre el tema... Una buena alimentación es de las mejores medidas de medicina preventiva... Y tengo muy claros algunos principios: no fumar, beber suficiente agua, no tomar apenas alcohol, no seguir dietas y comer un poco de todo siempre que sea sano”.

Tres de sus estrellas beauty: Teint Idole Ultra 24h; Advance Génifique y Trésor. Todos de Lancôme. / d.r.

En sus cuidados, le gustan especialmente las barras de labios y asegura que “me parece muy honesto que Lancôme cuente con embajadoras de todas las edades, de 20 a 60 años, que no trate de engañar y que no fuerce a nadie a aparentar 20 cuando tiene 40”. Su perfume favorito es Trésor, que además “fue el primero que me regalaron mis padres”. Y entre las cremas de cabecera, Advance Génifique.

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