Con esa puntualidad británica de la que siempre hace gala, Macarena Gómez llega un cuarto de hora antes a la cita. Es temprano, pero la enérgica resolución de sus movimientos, enfundados en un mono color tierra, revelan que lleva horas despierta. Y que está lista para la batalla, animada y divertida. Tiene la mirada más magnética entre las actrices españolas actuales, sobre todo cuando inclina levemente la barbilla, como observando al mundo de abajo a arriba. Esta es la primera de una larga lista de sesiones de fotos en estos días, dado el número de estrenos que tiene por llegar: José Luis Garci le ha dado un papel clave en El crack cero –precuela de El crack (1981), uno de los títulos más importantes del cine de la Transición–, que se estrena el 4 de octubre; participa en la comedia familiar Los Rodríguez y el más allá, de Paco Arango, prevista para finales de mes; y ha vuelto a ponerse en manos de Álex de la Iglesia para la serie de terror 30 monedas, que el director vasco prepara para HBO, aunque la multinacional no ha desvelado ni una imagen ni la trama de la producción. Y todo esto Macarena lo ha hecho sin abandonar La que se avecina, la serie que la ha convertido en un rostro popular y en la que lleva 12 años haciendo reír a los televidentes. Además, se ha animado a producir Amor en polvo, una comedia romántica de dos directores nóveles, y a poner en marcha su primer proyecto empresarial fuera del cine, con su marido Aldo Comas y otro socio. “Mi madre dice que a ver si aprendo a sentarme en un sofá y no hacer nada”, comenta entre risas.
Cordobesa, de padres leoneses dedicados a la medicina, llegó primero al ballet clásico en Sevilla –“Siempre he sido teatrera y en el Conservatorio me daban los personajes más expresivos”, apunta- y luego estudió Arte Dramático en Londres. Hoy, a sus 41 años, no para: “Tengo un deseo muy fuerte, que me come un poco por dentro, de sacar adelante proyectos en los que creo. Todo ese talento que igual se queda en nada si no ayudo un poco. Lo que más me gustaría es darles voz”. De hecho, es de las pocas actrices que sigue entregándose a la causa de los jóvenes cineastas, rodando varios cortos al año. “Me gusta mi profesión”, dice para resumir su dedicación.
Mujerhoy ¿Cómo se ha tomado volver con José Luis Garci?
Macarena Gómez Pues muy halagada. Me encanta que me llame, me gusta mucho trabajar con él. Carlos Santos interpreta al detective Areta, el papel que en su momento hizo Alfredo Landa. Yo soy la compañera de trabajo de la víctima. Se investiga un posible suicidio o asesinato, y soy la persona que más la conocía. Soy sospechosa, sí, pero no te voy a contar si soy la buena o la mala.
M.H. ¿Disfruta rodando con maestros como Garci, que acometen el cine con un tempo que tan poco tiene que ver con lo que se hace ahora?
M.G. Crecí viendo cine con mis padres, que son muy cinéfilos, sobre todo películas de Almodóvar y Garci. Soy muy fan de su cine. Para mí era un sueño trabajar con él; la primera vez que me llamó [para Holmes & Watson: Madrid days, en 2012], no me lo podía creer. Estoy acostumbrada al ritmo frenético de La que se avecina o al de esos personajes que me suelen ofrecer, siempre muy altos de energía, muy físicos y activos... Garci me hace cambiar de registro, le da mucha importancia al guion y a mí me gusta mucho trabajar los textos y sus pausas. Su forma de rodar, con esos planos fijos, está en la antítesis de lo que hace Álex [De la Iglesia], por ejemplo...
M.H. Ya que lo ha mencionado, ¿cómo ha sido su reencuentro con Álex de la Iglesia?
M.G. Maravilloso. Yo ni sabía que estaba preparando una serie. Me pilló de sorpresa. No tiene nada de comedia, es puro terror. Pero no puedo hablar mucho. Solo decir que me entiendo muy bien con Álex, y eso que con él solo he rodado una vez, pero me suele llamar para las películas que produce.
M.H. No ha abandonado el género fantástico: Los Rodríguez y el más allá es una comedia familiar con extraterrestres...
M.G. Ahí tengo un secundario pequeñito. Lo mejor es que trabajo con Antonio Velázquez, que para mí ha sido un gran descubrimiento. Hacemos de un matrimonio muy pijo de barrio residencial, de esos a los que les encanta aparentar y se pasan el día criticando a los vecinos. Algo muy español, por otro lado...
M.H. Estos tres proyectos dan buena cuenta de su variedad de registros, y sobre todo de los tres géneros que mejor domina: el thriller, la comedia y el terror
M.G. Sí, es verdad. A veces pienso que no hay más géneros [Risas]. ¿Los hay? Algo que nunca me ofrecen, fíjate, es comedia romántica. De hecho acabo de quitarme la espinita con unos directores valencianos y una película que rodamos en verano y estrenaremos pronto, Amor en polvo, que he ayudado a producir... Es algo totalmente nuevo para mí y me apetece que la gente pueda verlo, para que sepan que también soy capaz de hacerlo. Igual que nunca me ofrecen cine social. Y aunque no sea exactamente un género, lanzo la pregunta: ¿por qué no me ofrecen nunca una película así? ¿Tengo un rostro demasiado extravagante? No lo entiendo.
¿Por qué no me ofrecen cine social? ¿Tengo un rostro demasiado extravagante?”
M.H. ¿Pero le molesta ser un icono del cine de terror internacional? Pensé que se divertía con el adjetivo de “reina del terror”
M.G. Es curioso, porque muchas veces me preguntan si no me da miedo encasillarme en comedia. Supongo que por el éxito de La que se avecina. Pero, a parte de la serie, lo mío es el cine de terror... Y no me considero encasillada en él. También porque no se me caen los anillos por saltar de un protagonista a un secundario. No creo que eso perjudique mi carrera; al revés, crezco porque aprendo haciendo cosas nuevas, trabajando con otros directores y otros compañeros.
M.H. Usted se mete en producciones de bajo presupuesto, arriesgadas, independientes…
M.G. Es que yo soy muy feliz trabajando. Disfruto mucho de mi profesión. Y me gusta trabajar, me educaron para ser trabajadora e independiente. No puedo quedarme esperando una respuesta para un papel; para mi bienestar psicológico, mental y físico, necesito trabajar. Si paso más de una semana sin rodar, ya me estoy buscando algo.
M.H. ¿Cómo se toma Dante, su hijo, esta constante dedicación al trabajo?
M.G. Ay, el pobre. Ya me pregunta: “Mami, ¿te vas a trabajar, verdad?”. El otro día le llevé al estreno de Angry Birds [Gómez pone voz a uno de los personajes] y terminó enfadándose mucho porque se dio cuenta de que también era parte de mi trabajo. No quiere compartir mi trabajo conmigo... supongo que me quiere para él. Pero se le pasará, lo tiene que asumir. Cada día lo lleva mejor.

M.H. En 2017 decía que quería otro hijo. ¿Se lo ha pensado demasiado?
M.G. No, me gustaría tenerlo, pero ahora no puedo: estoy en racha.
M.H. Su marido, el músico y empresario Aldo Comas, la dirigió en un corto. ¿Lo conoció en un rodaje?
M.G. No. A Aldo lo conocí en Argentina. En una discoteca.
M.H. ¿El matrimonio supuso un cambio muy grande en su dinámica?
M.G. Lo has dicho muy bien. He intentado que el hecho de casarme y tener un hijo no cambie mi dinámica vital. No soy el tipo de persona que se acomode y deje de trabajar por atender a mi familia. Lo más importante, insisto, para una mujer, vuelvo a insistir, es ser trabajadora e independiente económicamente. Y ahora toca que me preguntes por el feminismo...
M.H. Últimamente, cuando sale el tema del feminismo se la nota tensa...
M.G. Porque todos preguntáis lo mismo [Risas]. Es que vengo a hacer una entrevista de promoción de mi trabajo y me acaban preguntando sobre el mundo...
M.H. Creo que es porque usted es una persona pública y queremos conocer su opinión. ¿Tan cuesta arriba se le hace?
M.G. No. Es cierto que me cansa, pero no me molesta. Y tampoco me gusta que se me malinterprete, como pasa a veces. Yo soy una mujer feminista.
M.H. Ha hecho usted un manifiesto sobre la independencia de la mujer trabajadora hace un momento...
M.G. Es que eso es lo que he mamado. Mi madre es una mujer con dos carreras universitarias, que me educó a mí y a mis hermanos para ser personas trabajadoras e independientes. Mi abuela materna trabajó en el Ejército del Aire desde los 16 a los 65 años. Ella tenía su independencia económica y a mí se me educó para lo mismo. Pero luego me dicen que ataco al feminismo... [Se refiere a una reciente entrevista en un diario nacional, donde el titular la distanciaba del “feminismo radical” por “degradar a los hombres”. La actriz no parece contenta con lo publicado]. A mí me encantan los hombres. Yo existo gracias a uno, por Dios, que mi padre tuvo algo que ver en todo esto. Así que estoy en contra de que se denigre al hombre por su propia condición, que se nos diga que no sirve para nada y es malo para todo. Y sí, claro que hay hombres machistas. Y los hay más machistas que otros. Pero en mi familia no se los educó así, y yo no he caído cerca de ninguno. Y punto. No tengo experiencia en sufrir machismo.
M.H. ¿Tiene algún otro posicionamiento político? ¿O cree que eso forma parte del ámbito personal?
M.G. Yo no expreso mis opiniones políticas, porque generalmente, se malinterpretan. Y tampoco creo que sea mi deber, como persona pública, hacerlo. Pero ni desde esta ni desde cualquier otra profesión. Respeto profundamente a quienes lo hacen, y espero el mismo respeto por no hacerlo. Lo que pienso en términos políticos lo pienso yo y se lo expreso a los cuatro amigos que me rodean. En confianza.
Claro que hay hombres machistas, pero yo no he sufrido machismo”.
M.H. Sus amigos no son cuatro. Tiene usted muchos y los apoya constantemente...
M.G. No creo que tenga una pandilla tan grande... de hecho, no he sido nunca de pandillas. Lo que sí que tengo es una red más o menos profesional. Recuerdo en el colegio a las típicas guays, a la familia de las malotas, a la de las buenas estudiantes... y yo iba picando de unas y otras. Sí es cierto que sigo manteniendo los mismos amigos; muchas fueron personas que me ayudaron en mis comienzos. Y me siento con el deber, muy a gusto, de ayudarlos si puedo hacerlo. Si tengo que hacer algo, tiro de amigos, y de amigos de amigos, pido contactos y recomiendo personas que conozco… Creo que esto lo hacemos todos. Pero si trabajo con ellos, es porque son buenos. Creo mucho en la meritocracia: si veo a gente que no vale para lo que se dedica, no los llamo.
M.H. Antes le he preguntado por el cambio que supuso su matrimonio, y hemos acabado hablando de feminismo. ¿El cambio de la maternidad lo asumió igual?
M.G. Desde que soy madre, a parte de que ya no concibo estar sola, tampoco he vuelto a sentir tristeza. Lo digo de verdad. Una de las cosas que más te cambian con la maternidad es que lo que antes te parecía muy importante, ahora te parecen nimiedades. Sobre todo cuando estás embarazada: esas chorradas que te molestaban muchísimo pasan a no tener importancia. No pierdes tu tiempo molestándote. Eso y que realmente vives en un estado de felicidad constante.
M.H. ¿No le ha cambiado también su ritmo, o sigue siendo tan adrenalítica?
M.G. Estar quieta me cuesta muchísimo, sí. Porque además el cerebro necesita a veces descansar. Pero es que soy muy activa. Ahora acabo de meterme con mi marido y otro socio en mi primera experiencia empresarial: hemos creado un túnel de viento en Zaragoza. Nuestra “Terminal Zero”, que es como se llama. Hemos levantado un edificio en unos terrenos para montar un espacio con el túnel, para volar, que tendrá también restaurante, realidad virtual, espacio para eventos y congresos... Estará abierto a finales de octubre, creemos.
M.H. ¿Le gusta practicar deportes de riesgo?
M.G. Lo hacía mucho antes de ser madre. Es tan divertido...
M.H. Siempre dice que espera que la llamen para películas de acción...
M.G. Me encantaría hacer una película tipo Tomb Rider. Que me den un arnés y que me cuelguen... soy una niña chica, en el fondo.
M.H. ¿Significa esto que le gustaría poner un pie en Los Ángeles?
M.G. Ay. Siempre que voy a un festival internacional, como me pasó en Toronto o en Tokio, se me acercan fans de mis películas. El fan de terror es muy fan. Y hay productores de género en Hollywood que me conocen perfectamente, lo sé... pero nunca me llaman. Es verdad que he recibido proyectos, pero muchos no se llegan a materializar. Para trabajar en Hollywood hay que estar en Los Ángeles. Y yo soy muy feliz aquí.

M.H. Con “aquí”, intuyo que se referirá a toda España: tiene casa en Córdoba, donde nació; en León, de donde son sus padres; en Barcelona, donde está su marido; y en Madrid...
M.G. Es que amo este país y su diversidad de gentes pero también cultural, patrimonial, lingüística, gastronómica... Vivimos en el país más bonito del planeta, y su gran virtud es la riqueza y variedad que posee. Y lo deberíamos asumir ya.
M.H. ¿Lo de sugerir un papel tipo Tomb Rider tiene que ver con su amor por la historia del arte y la arqueología? ¿Por qué lo dejó?
M.G. Uy, eso lo hice ya de mayor. Creo que estaba en una época donde solo hacía una cosa, posiblemente al principio de La que se avecina. Una también tiene inquietudes. Lo dejé por falta de tiempo. Es que no sé de donde sacarlo.
M.H. ¿Esa inquietud se ha traducido en algo concreto? ¿Ha terminado coleccionando arte?
M.G. No. Solo colecciono Barbies. Pero me gusta mucho la pintura. Y siempre que puedo voy a ver arte.
M.H. ¿Está transmitiendo ese amor a su hijo?
M.G. La gente me dice que me paso cuando cuento esto, pero he veraneado en León, de donde son mis padres y le he planeado excursiones. Un día a visitar San Isidoro, para que sepa qué es el arte románico; otro día, el Museo Romano; otro, la Catedral; otro, las ruinas romanas de Astorga; otro, a visitar la iglesia de San Martín de Frómista... el pobre llegó un momento que me dijo: “Mamá, deja de llevarme a iglesias…”.
M.H. Este verano protagonizó un pequeño drama en las redes sociales, porque se perdió una de sus perras. ¿La encontró al final?
M.G. Ay, la pobre Costrita. Sí la encontré, pero atropellada. Es que tengo una casa de campo, campo, es una finca. Pedí ayuda para encontrarla en las redes porque ya se había perdido antes me ayudaron a encontrarla, y porque para algo bueno tienen que servir, además de para criticar. Pero ya ves, no tardó alguien en Instagram en acusarme de descuidar a mis animales... No me mires así, es que tengo una granja. No hay solo perros, tengo caballos, gallinas, cerdos, alpacas, emúes [parecidas a las avestruces]... Soy un poco granjera por un día [Risas].
M.H. Me deja estupefacto. ¿Cómo le da tiempo a gestionar, además, una granja?
M.G. Eso me pregunto yo cuando me levanto.