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Leticia Dolera rompe tabúes con 'La Vida Perfecta'

Leticia Dolera dirige, escribe y protagoniza la que muchos consideran la serie del año. Una historia sin tabúes sobre treintañeras en crisis –con Celia Freijeiro y Aixa Villagrán–, que promete hacernos olvidar la polémica de su rodaje.

Celia (a la dcha.)lleva jersey de Marella y falda de Parosh. Leticia luce chaqueta de Marella y falda de Sportmax. Aixa, blusa de Sportmax y pantalones de El Corte Inglés. / olga moreno

Ana Santos
ANA SANTOS

Leticia Dolera (Barcelona, 1981), Celia Freijeiro (Vigo, 1983) y Aixa Villagrán (Sevilla, 1980) no se conocían hace un año y medio pero ahora, además de compañeras, presumen de ser buenas amigas. Se dan el parte de las (cortas) vacaciones, fiscalizan sus respectivos estilismos y les cuesta contener la risa cuando posan juntas para la foto. Se podría decir que desprenden tanta complicidad como los personajes que interpretan en Vida perfecta, la serie creada por Dolera para Movistar+ que narra el día a día de tres treintañeras muy diferentes que se replantean si los cimientos sobre los que creían que debían construir sus vidas son los correctos. La ficción verá la luz el 18 de octubre, pero la espera se les está haciendo demasiado larga. Tras arrasar en el pasado Canneseries (Festival Internacional de Series de Cannes), donde Vida perfecta se llevó los premios a la mejor serie y la mejor interpretación femenina para su trío protagonista, y conseguir un triunfo de crítica y público en el Festival de San Sebastián, no ven el momento de que la gente descubra a unos personajes con los que muchas –y esperan que también muchos– puedan sentirse identificados.

“Yo quería hablar de las crisis que pasamos las personas, y las mujeres en particular. Abordo lo que me inquieta, los miedos y conflictos que tengo yo y muchas mujeres de mi entorno. Esos baches que transitamos en silencio y que compartidos son mejores. Porque nosotras tendemos a hablar de lo que nos pasa y, aunque no obtengamos respuestas, nos sentimos menos solas en el camino. Y las tres protagonistas están en esa situación porque se enfrentan a cosas que ponen sus vidas del revés y tienen que reubicarse”, explica Leticia.

Leticia Dolera: Actriz, guionista, directora... Ahora, como showrunner de la serie Vida perfecta (y superada la polémica por el despido de una de las actrices durante el rodaje) vuelve dispuesta a que nadie le cuestione el estatus de creadora original y arriesgada, con un estilo que aúna emociones, provocación, delicadeza y sentido del humor que recuerda a series como Girls y Transparent. (Jersey de Max Mara). / olga moreno

Su personaje, una dentista con un plan de vida diseñado al milímetro, que ve cómo sus esquemas se desmoronan en un abrir y cerrar de ojos, decide dejarse llevar: “Voy a hacer cosas muy locas, no me voy a duchar, no voy a ir a trabajar, voy a salir de marcha, voy a follar, voy a bailar, me voy a drogar...”.

Recibí una ola de odio por haberme posicionado como feminista. Los hechos daban igual”.

leticia dolera

Para Dolera, el camino hasta llegar aquí ha sido largo. Cuatro años ha tardado en dar vida a una historia que ha compaginado con su faceta de actriz en series y películas como Bajo sospecha y ¿Qué te juegas?, y con un compromiso feminista que se materializó con la publicación del libro Morder la manzana (Planeta), que dio mucho que hablar. “No he pretendido hacer una comedia feminista y no quiero venderla así pero, obviamente, incorpora una visión de género porque es mi forma de entender el mundo”, dice.

Mordiscos de realidad

También ha sido un proyecto que puso a prueba su fortaleza cuando la actriz Aina Clotet denunció a través de una carta que había sido despedida de la serie al comunicar que estaba embarazada. Todavía no había un contrato firmado y Leticia justificó la decisión porque su estado era incompatible con el personaje que iba a interpretar, pero la polémica ya estaba servida y se prolongó durante semanas en medios y redes sociales. “La ola de odio que recibí fue por posicionarme claramente como feminista y haber dicho cosas incómodas. No hubo un debate real sobre el caso porque no importaban los hechos, solo mis opiniones. Ahí me di cuenta de que el machismo está en todas partes, porque me trataron con un paternalismo increíble; yo no era una directora sino, simplemente, una feminista. Y fue especialmente doloroso que se utilizara un problema social gravísimo, como es la discriminación por el embarazo, para atacarme. Yo tengo la conciencia muy tranquila pero sufrí muchísimo, y todavía no lo he olvidado, porque ¿de verdad alguien cree que si hubiera habido una solución no la habría encontrado?”, afirma.

La tormenta mediática que le colocó en el disparadero le pasó factura, pero también le permitió extraer cosas positivas. “Otras directoras a las que no conocía personalmente, pero a las que hace mucho que admiraba, como Icíar Bollaín y Gracia Querejeta, se mojaron públicamente. Y todo el equipo de la serie, que demostró una humanidad y una empatía maravillosas, se ofreció para lo que necesitase. De esta experiencia he aprendido a dejarme cuidar, algo que no suelo hacer”, reconoce.

Cuando Aixa Villagrán leyó una parte del guion para presentarse al casting, le gustó tanto que pensó que si no conseguía el papel es que la vida era un asco. “Lo tenía que hacer yo, sí o sí”, recuerda entre risas. Porque Aixa es una de esas actrices a la que hemos visto robar más de un plano en cine y televisión –inolvidable la teleoperadora erótica de la película de Paco León, Kiki, el amor se hace–, pero que llevaba muchos años esperando una oportunidad como esta. “En esta profesión, las que no hemos tenido la suerte de petarlo con 20 años, hacemos un trabajo de resistencia, de hormiguita… Además, si tu físico es peculiar y eres más cómica que dramática, suelen darte tres frases, pero no un papel protagonista”, afirma la hermana del también actor Julián Villagrán.

Pero ella tenía claro que quería ser actriz desde que hacía Yerma en el colegio con aparatos en los dientes y veía Novecento con sus padres –“unos artistas frustrados”, dice– en una Telefunken en blanco y negro que le parecía mágica. “Me ha costado llegar hasta aquí, pero nunca he pensado en dejarlo. Ha habido momentos de frustración, aunque siempre había algo más fuerte que yo que me hacía continuar. Puede sonar un poco místico, pero intento encontrarle el lado positivo a todo. Si no tenía trabajo, escribía, aprendía guitarra o claqué… pero trataba de estar activa, porque si no hago algo creativo me muero –reconoce–. Con la edad, relativizo más y soy feliz con lo que tengo y con lo que no. Estoy aquí para pasármelo bien y disfrutar de la vida; las inseguridades ya me las comí cuando era más joven y ahora estoy en el momento de valorarme”.

Aixa Villagrán: La inolvidable teleoperadora erótica de la película de Paco León Kiki, el amor se hace (conocida también por su papel en Allí abajo) pedía a gritos un papel protagonista como este: una pintora lesbiana en plena crisis de los 40 “a la que le han vendido la idea del querer es poder” y que se siente frustrada porque no vende ni un cuadro. / olga moreno

Un universo de confusión

Algo de ese espíritu también define a su personaje en Vida perfecta, Esther, una pintora lesbiana de escaso éxito que se acerca peligrosamente a la típica crisis de los 40. “Es hedonista y libre, pero también muy escapista. Su sexualidad no le supone ningún conflicto, pero se cuestiona si ha conseguido sus metas y qué hacer con su vida. Parece que las mujeres tenemos que ser perfectas pero, muchas veces, la vida nos lleva por un camino que no es el preestablecido y, tal vez, seamos más felices”, reflexiona. ¿Ha sido ese su caso? “Como tanta gente, me he adaptado a las circunstancias. Yo no tengo una vida estándar: ni marido, ni hijos, ni hipoteca, ni perro. No es que hubiera soñado con eso, pero sí que, de alguna manera, he sentido una presión social. Cuando no tienes familia o un buen trabajo, la gente te juzga y piensa que eres una perdedora porque no has alcanzado el éxito que se supone que debías conseguir. Muchas de mis amigas están obsesionadas con tener hijos cuando la realidad no se lo está poniendo nada fácil, pero parece que si no los tienes, no te realizas. Yo quería tener tres hijos y a lo mejor los tengo, no lo sé, pero qué pasa si no es así. O si disfrutas de un trabajo con el que ganas muchísimo dinero y, de repente, cambia la situación. ¿Qué es la felicidad? ¿Qué es una vida modélica?”, deja en el aire.

Leticia Dolera también reconoce que su alter ego, María, hermana de Esther y una mujer que es abandonada por su novio cuando está a punto de casarse, tiene mucho en común con ella. “Es maniática, planificadora y le gusta tener las cosas bajo control. Pero, de repente, todos sus planes se desmoronan. Escribir, dirigir y actuar te lleva a hacerte muchas preguntas sobre ti misma y yo he entendido que la vida no puede ser perfecta. Porque si le quitas la palabra perfecta, le queda vida y eso es lo importante. La obsesión por hacer las cosas bien tiene que tener un límite porque la ansiedad te lleva a entrar en un bucle muy peligroso. Hay que aprender a aceptar la frustración, los errores y las decepciones”. En su debut como directora, con la película Requisitos para ser una persona normal, ya abordaba este universo de confusión. “Sin duda, tengo un tema con la necesidad de encajar y cómo afrontar tus propias expectativas y las de los demás. Cuando veo mi obra digo: ahí hay algo…”, reconoce.

Celia Freijeiro: conocida por las series Pelotas y Seis hermanas, hasta ahora había dado lo mejor de sí misma en el teatro con obras como Mucho ruido y pocas nueces y Los Cenci. Aquí da vida a “la supermujer: la amiga, madre, esposa y abogada perfecta, que en realidad no es feliz”. / olga moreno

Jugar a las apariencias

Celia Freijeiro, la tercera en discordia, es Cristina, una superwoman de manual aparentemente feliz, que se despierta una mañana y se da cuenta de que no lo es. “Ella encaja en el modelo de perfección que nos han querido vender. Tiene una carrera brillante, un buen sueldo, un marido con el que se lleva bien, dos hijas preciosas, una vida sexual razonablemente activa… pero no se siente bien y nota que le falta algo. Y, en vez de acomodarse, quiere saber de dónde viene ese malestar y cuestionárselo todo”, explica.

Lo habitual en la ficción es que seamos objeto de deseo, aquí somos personas que desean”.

La actriz gallega, conocida por series como Homicidios, Seis hermanas y La otra mirada, pero enamorada del teatro, en el que además de actuar también produce –esta temporada se alía con el Centro Dramático Nacional para poner en pie la obra Taxi Girl, en la que da vida a Anaïs Nin–, está deseando que sus amigas vean Vida perfecta porque “aborda esas cuestiones que siempre hablamos y discutimos entre nosotras”, pero tiene especial interés en que no se la pierdan los hombres. “ En la serie hay muchos personajes masculinos retratados desde una mirada femenina que refleja cómo los vemos y cómo nos relacionamos con ellos. Y creo que puede ser una oportunidad muy interesante para que se reconozcan y se planteen cuál es el lugar que, como hombres, quieren ocupar. Porque hay cosas que, desde su posición de privilegio, ni siquiera se han cuestionado. Hemos visto a muchos hombres reírse viendo la serie, pero si sienten cierta incomodidad tampoco está mal...”, afirma con un gesto de satisfacción. Porque ella, que reconoce no haber tenido una familia ni una vida convencional –su padre es el reconocido pintor gallego Rafael Freijeiro–, tampoco ha escapado de esa presión que flota en el aire.

“Vivimos en una sociedad en la que imperan una serie de normas y algunas veces tienes que pararte y decir: “¿Pero por qué hago esto?”. Tengo 36 años y, de repente, me planteo: “¿He triunfado profesionalmente?”. Y ahí empiezas a cuestionarte qué es el éxito. O, aunque ahora no tengo pareja, te preguntan: “¿Vas a tener hijos?”. Yo trato de buscar respuestas y estar a gusto conmigo, que al final es lo que todos queremos”, dice.

En la serie, y especialmente en el personaje interpretado por Celia, la sexualidad se trata de una manera diferente. “Lo habitual es que nosotras seamos objeto de deseo, pero aquí somos personas que desean y eso es muy importante. Personalmente, me interesa mucho cómo se vive hoy la sexualidad, la pareja, la fidelidad, las relaciones abiertas… Hemos pasado de un escenario en el que el sexo era casi tabú a considerarlo como tomarse un café. No cuestiono ninguna postura, pero para mí es una herramienta muy poderosa para conectar conmigo y con el otro, y me da igual si es para una noche o para toda la vida”, reconoce.

El aliento entre nosotras

Celia también celebra que las mujeres, por fin, empiecen a ganar protagonismo en el mundo de la cultura. “Estamos ayudándonos las unas a las otras a coger aliento, a fortalecernos, a tener más confianza en nosotras mismas y a atrevernos a coger los bolígrafos y las cámaras para contar nuestras historias y expresar quiénes somos y cómo nos sentimos. Estas nuevas jugadoras también sirven para desengrasar una industria que estaba adormilada, despertarnos a todos, tender puentes y avanzar juntos”, reflexiona. Y Leticia Dolera no puede estar más de acuerdo: “La cultura genera empatía y te ayuda a entender al diferente. Es un error infravalorarla porque construye mejores sociedades”.

Tres mujeres y un destino

Leticia Dolera, Aixa Villagrán y Celia Freijeiro interpretan en Vida perfecta a María, Esther y Cristina, tres amigas que, en el final de la treintena, se cuestionan todo en lo que habían creído y si esas reglas les hacen felices. “Es la historia de tres mujeres, con sus virtudes y sus defectos, que se enfrentan a conflictos vitales. Es fácil empatizar con ellas, pero no da respuestas porque no es un manual de vida”, afirma su creadora, Leticia Dolera. Ella, además de interpretar uno de los personajes, firma los guiones junto a Manuel Burque, actor y buen amigo, y dirige varios de los ocho episodios que conforman la primera temporada que se estrena en Movistar+ el 18 de octubre. “Les ocurren muchas cosas con las que todas podemos sentirnos identificadas, porque se habla de nosotras como mujeres, de las decisiones que tomamos, de la carrera profesional, del matrimonio, de la infidelidad, del sexo, de la conciliación… Temas que, además, ahora están encima de la mesa”, explica Celia Freijeiro. “Ellas son tan reales como la vida misma y harán que el público se replantee muchas cosas”, afirma Aixa Villagrán.

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