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Tú, yo y nuestro dinero

Las economía de una pareja habla del tipo de relación que han construido. ¿Qué se esconde detrás de la generosidad o la tacañería del otro? ¿Es una fuente de conflictos? ¿Cómo se vinculan amor y dinero?

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Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

Cuando elegimos una pareja y decidimos vivir juntos, no solo compartimos una red compleja de afectos, también gastos, facturas y otras cuestiones de orden material. Al principio no suele hablarse de dinero, pero cada uno se da cuenta enseguida de cómo se maneja el otro con la economía. Hablar de dinero da tanto pudor como hablar de sexo, porque entre ambos existen conexiones. El dinero tiene un valor fálico que proporciona placer. También simboliza poder y seguridad, y nos hace sentir independientes.

Tener una adecuada relación con el dinero significa haber conseguido un buen equilibrio psíquico, además de sostener el deseo de ser libre e independiente. Lograrlo no es fácil; viene determinado no solo por la educación familiar en las primeras etapas de la vida, sino también por una transmisión social y cultural. Hace años había una asignatura llamada Economía doméstica, que solo se impartía a las chicas ¿Por qué? Quizá porque el ámbito doméstico solo era competencia de ellas. Hoy la mujer ha conquistado un sitio en el mercado laboral y cotas de independencia que pasan por tener su propio dinero. Además, lo doméstico también es competencia de los hombres.

El dinero simboliza poder y seguridad, nos ayuda asentirnos independientes.

Hay tres fórmulas sobre las que se organiza la economía de una pareja. Una consiste en reunir el dinero que ambos ganan en una cuenta compartida. La segunda, en mantener cuentas separadas y repartir los gastos comunes. Por último, un sistema mixto en el que conviven las cuentas separadas con una común para los gastos generales.

La primera opción puede estar sustentada en el deseo de unirse totalmente y organizar cierta fusión y una búsqueda de compartir “todo a dos”. Esta modalidad puede incomodar a uno de los miembros de la pareja si el otro intenta controlar al detalle lo que gana y lo que gasta. La segunda opción se suele dar en las parejas jóvenes, cuando las mujeres han conquistado un mayor espacio en el mundo laboral. Ahora bien, la vida en común supone la existencia de muchos gastos compartidos: hipoteca o alquiler, colegios, niños, alimentación, salidas, viajes... Cuando la relación está asentada, el sistema mixto implica un reconocimiento de la independencia de cada uno que no tiene por qué afectar al conjunto.

Qué nos pasa:

  • Cuando no hay problemas conyugales relacionados con el dinero, la economía emocional también suele funcionar de manera adecuada.

  • Si no te encuentras bien con tu pareja en lo que se refiere al dinero es porque no habéis podido organizar de manera justa y equilibrada lo que sentís el uno por el otro. Alguno de los dos puede abusar y el otro ser incapaz de defenderse frente a ese atropello.

  • La relación de pareja se ve predeterminada por la historia afectiva anterior de cada uno de sus miembros.

  • Con frecuencia, las discusiones por el dinero pueden esconder otros conflictos que no se expresan.

Generosidad inconsciente

Raquel miraba a Andrés y sonreía. Era su cumpleaños y él le había regalado un viaje, porque sabía que era lo que más le apetecía. Andrés era generoso con sus regalos y en todo lo que compartían. ¡Cuánto había cambiado su vida en los últimos años, desde que decidiera romper con David!

En la relación con su ex pronto comenzó a sentirse asfixiada. Su malestar la condujo a una psicoterapia y allí pudo desplegar las razones de la relación patológica que tenían. Él manejaba la cuenta corriente común y de esta forma intentaba controlarla. Raquel ganaba más que David y, con la excusa de que él tenía más tiempo libre, se encargaba de la administración. Así no solo era controlada por su ex, sino que también se sentía estafada, ya que él cada día tenía menos trabajo y dependía más del dinero que ganaba ella. Sin embargo, él no lo reconocía y la acusaba de gastar demasiado en sus cosas. En las discusiones por dinero se pueden ventilar rivalidades entre la pareja que provienen del pasado.

Raquel pudo deshacer el nudo que la mantenía atada a esa forma de control económico por alguien que, además, la hacía sentirse minusvalorada y poco querida. Durante toda su infancia, había oído a su madre lo desastre que era su padre con el dinero. Tampoco valoraba su trabajo y criticaba con frecuencia su carácter, lo mismo que hacía con Raquel. Sin embargo, ella sí se había sentido muy valorada por su padre.

Sin saberlo, Raquel se había identificado más con su padre y funcionaba con el dinero al estilo paterno, dándole todo a su pareja. Cuando elaboró la ambivalencia que sentía hacia su madre y su padre, que la llevaba a no defenderse de ella, Raquel dejó de someterse al control de David y rompió la relación. Consiguió defender lo que era suyo por derecho, valorarse y no tener que darlo todo para que la quisieran, como hacía su padre.

Qué podemos hacer:

  • Conviene hablar de las cuestiones que tengan que ver con el dinero en común y acordar un sistema de administración con el que los dos miembros de la pareja estén de acuerdo.

  • Es importante que cada uno domine su economía sin dominar al otro ni dejarse dominar por él.

  • Hay que reflexionar sobre lo que puede estar pasando cuando el factor económico, en una situación estable, cobra una importancia excesiva.

  • Es aconsejable reflexionar sobre nuestra economía libidinal, lo que hemos vivido en nuestra familia y cómo nos sentimos con nosotros mismos.

Desde la perspectiva del psicoanálisis, el niño tiene que atravesar tres fases fundamentales: la oral, la anal, y la genital. La relación con el dinero estaría relacionada con la fase intermedia. Entre los dos y los tres años, el niño aprende a controlar sus esfínteres. Las heces tienen para él un alto valor simbólico. Una serie de transformaciones y sublimaciones de gran complejidad permiten al adulto sustituir ese contenido del interior de su cuerpo por otro objeto valioso, como el dinero, y goza reteniéndolo, gastándolo o intercambiándolo.

Cuando la educación ha sido muy rígida y exigente, el niño puede intentar un desafío que consiste en retener. No da eso que sale de su cuerpo y supone que así es más fuerte. Si lo da, se siente frágil. Por el contrario, la persona generosa, pero que maneja de forma adecuada su dinero, valora el intercambio con el otro. Todos estos mecanismos funcionan de manera inconsciente en la relación de pareja.

21 de marzo-19 de abril

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