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Cristina Morató: "En el Hollywood dorado había depredadores sexuales a la altura de Weinstein"

Ava Gardner, Rita Hayworth, Grace Kelly y Elizabeth Taylor fueron las estrellas más brillantes de la Meca del cine. Pero su imagen deslumbrante de diosas de la pantalla no pudo salvarlas de los abusos, los malos tratos, el desamor y la soledad. Cristina Morató nos lo descubre en su último libro.

Cristina Morató, en una escalera del jardín del Hotel Intercontinental de Madrid, donde Ava Gardner vivió al llegar a Madrid. / olga moreno/ Estilismo: Jose Herrera

María José Barrero
MARÍA JOSÉ BARRERO

Tuvieron el mundo a sus pies. Eran famosas, derrochaban éxito, coleccionaban maridos, acumulaban joyas y vivían días de vino y rosas... al menos para los millones de fans que, en su época (y aún hoy), veían en ellas la encarnación del glamour de Hollywood. Pero no todo era lujo y felicidad cuando los focos del plató y los flashes de los paparazzi se apagaban.

“En realidad, Ava Gardner, Rita Hayworth, Liz Taylor y Grace Kelly fueron mujeres de carne hueso, vulnerables, tímidas e inseguras que solo deseaban ser amadas. Pero el amor les fue esquivo y sus vidas estuvieron marcadas por la soledad, los divorcios, las adicciones, los malos tratos y los desengaños”. Lo cuenta Cristina Morató en Diosas de Hollywood (Plaza y Janés, ya a la venta), en el que recoge la vida más desconocida de estas cuatro estrellas.

Diosas de Hollywood (Plaza y Janés), el nuevo libro de Cristina Morató, aborda la historia más desconocida de cuatro de las mayores estrellas de Hollywood, cuyo resplandor aún perdura. / d.r.

  • Mujerhoy En su libro, nos traslada a una época dorada que también tuvo su lado oscuro. Algunas de esas grandes estrellas sufrieron abusos sexuales por parte de los productores, pero entonces era impensable una denuncia pública como la que ha hecho el movimiento Me Too. Cristina Morató Ava Gardner llegó a decir que los estudios trataban a las actrices como si no tuvieran alma y era verdad. En aquel Hollywood dorado, los jefes de los estudios abusaban de su poder y el silencio era la norma. Rita Hayworth fue la que peor lo pasó, porque sufrió el acoso de Harry Cohn, el mandamás de Columbia Pictures, un depredador sexual a la altura de Harvey Weinstein. El señor Cohn se obsesionó con ella y comenzó a acosarla. Espiaba sus movimientos, le puso micrófonos en su camerino y la humillaba en público. Como Rita se negó a acostarse con él, arruinó su carrera y la encasilló en papeles de vampiresa. Harry Cohn hizo de su vida un infierno y esa experiencia la marcó para siempre. Pero Rita no podía denunciarlo porque en aquella época había que aguantar y callar.

  • M.H. ¿Ninguna de las cuatro se atrevió a plantar cara a los estudios? C.M. A las actrices las ninguneaban y las explotaban pagándoles sueldos muy por debajo de los de los actores. Los estudios ejercían un estricto control sobre sus vidas obligándolas a firmar “cláusulas de moralidad”. Ava y Liz Taylor se enfrentaron a los poderosos magnates de la industria como Louis B. Mayer, que decidía sobre los divorcios, los matrimonios y hasta los abortos de sus estrellas. Cuando Taylor pidió un millón de dólares por Cleopatra, fue su venganza contra la Metro-Goldwyn-Mayer, que le robó la infancia y la juventud.

  • M.H. ¿Por qué los estudios fomentaron esa imagen de diosas del amor? C.M. Era el star-system, cuando una actriz les interesaba, se encargaban de transformarla en una deslumbrante estrella y perdían su identidad. Les cambiaban el nombre, las sometían a operaciones de estética, se inventaban su biografía y las moldeaban a su antojo. El problema es que la imagen de sex symbol que transmitían nada tenía que ver con la realidad. Rita Hayworth se lamentaba de que todos los hombres se acostaban con Gilda y se despertaban con ella. Esta confusión entre ficción y realidad les causó muchos desengaños y problemas en sus relaciones. Gilda era lo opuesto a la verdadera Rita, una joven tímida, callada y hogareña, pero el público nunca lo supo.

Su padre abusó de Rita desde que tenía 13 años. Ella se sintió culpable toda su vida”.

  • M.H. ¿Hasta qué punto su capacidad interpretativa quedó eclipsada por su belleza? C.M. Su belleza fue un arma de doble filo. Ava siempre odió el apelativo de “el animal más bello del mundo”. Grace tuvo que enfrentarse a sus jefes que querían encasillarla como la típica “rubia tonta” y a Elizabeth, considerada el rostro más hermoso de Hollywood, no le ofrecían papeles en los que demostrar su talento. Cuando en 1966 aceptó ¿Quién teme a Virginia Wolf? no le importó tener que engordar ocho kilos, vestir desaliñada y envejecer 10 años. Fue su manera de rebelarse contra la tiranía de la imagen que le habían impuesto y ganó su segundo Óscar.

  • M.H. Una de las cosas que sorprende de su libro son las conexiones que hay entre ellas: compartieron amantes, fueron amigas... C.M. Sí, por ejemplo Ava Gardner y Grace Kelly se conocieron en el rodaje de Mogambo y se hicieron buenas amigas. Ava asistió a la boda de Grace con el príncipe Rainiero y cuando ella viajaba a Londres, siendo ya princesa, visitaba a Gardner y bebían y recordaban viejos tiempos. Liz y Ava coincidieron en rodajes. Incluso Liz tuvo una aventura con Sinatra cuando estaba casado con Ava.

  • M.H. ¿Quién cree que fue la más desdichada? C.M. La historia de Rita Hayworth es muy triste porque era una mujer bellísima y una magnífica bailarina, pero su vida estuvo marcada por los abusos de su padre, el bailarín español Eduardo Cansino. Este la obligó a abandonar la escuela y a actuar con él en antros de Tijuana, México, donde se presentaban como pareja artística, los Dancing Cansino. Su padre abusó de ella desde los 13 años hasta su adolescencia y el trauma le causó un enorme sentimiento de culpa que arrastró toda su vida. Se casó cinco veces y casi todos sus maridos fueron unos desaprensivos y se aprovecharon de ella. Sufrió malos tratos, humillaciones, desengaños. Y al final, cayó en el alcoholismo y sufrió Alzheimer.

Ava Gardner era tímida, vulnerable e insegura, pero ofrecía una imagen opuesta”.

  • M.H. ¿Consiguieron superar sus traumas? C.M. Creo que de todas, Elizabeth Taylor fue la única que al final supo coger las riendas de su vida y consiguió cierta paz y felicidad. Fue una superviviente, una niña estrella en contra de su voluntad, que debutó a los nueve años en el cine y a los 30 ya era la actriz mejor pagada de Hollywood. Liz arrastró siempre una mala salud de hierro, sufrió un sinfín de operaciones y estuvo al borde de la muerte. Se casó hasta en ocho ocasiones y el amor de su vida fue Richard Burton con quien protagonizó el romance más escandaloso. Cuando parecía que había tocado fondo debido a sus adicciones, se reinventó como empresaria y lanzó un perfume con su nombre con el ganó una fortuna. Era una astuta mujer de negocios, pero utilizó su fama para ayudar a los enfermos de sida. El público que la vio caer y levantarse una y otra vez, nunca la abandonó. No hubo una diosa en Hollywood tan popular y querida como ella.

  • M.H. Ava, Rita y Liz se casaron varias veces, pero vivieron amores tóxicos, en los que se mezclaban el alcohol, los abusos, las peleas. ¿Encontraron de verdad el amor? C.M. El gran amor de Ava fue Frank Sinatra. Eran almas gemelas, temperamentales y rebeldes, les gustaba beber y divertirse. La actriz siempre dijo que Sinatra fue el hombre de su vida, un espíritu indómito y atormentado como ella. Sus peleas eran legendarias: no podían vivir el uno sin el otro pero cuando estaban juntos estallaban porque los dos eran egocéntricos, posesivos y celosos. Y lo mismo le ocurrió a Liz Taylor con Richard Burton, fue su gran amor y su relación más dañina. Sus peleas acababan en ardientes reconciliaciones y fabulosas joyas, que eran la debilidad de la estrella. El problema es que Burton era alcohólico y cuando estaba con Elizabeth ambos bebían mucho. Además Liz, tenía dependencia de los medicamentos para paliar los dolores que sufría. Fue la primera famosa que ingresó en la clínica de rehabilitación Betty Ford, y no lo escondió.

  • M.H. ¿Qué le ha sorprendido más, al investigar esas vidas que aparentemente conocemos? C.M. Me ha sorprendido que todas, salvo Grace, fueran mujeres que sufrieron malos tratos en algún momento de sus vidas. Ava Gardner y Elizabeth Taylor, por ejemplo, padecieron la violencia de sus esposos. El segundo marido de Ava fue el famoso compositor y director de orquesta Artie Shaw. Ella se casó muy enamorada, pero él le hizo mucho daño. Ava se sentía acomplejada porque no tenía su nivel intelectual y él la trataba como si fuera tonta. Durante el año que duró su matrimonio, la actriz tocó fondo y llegó a creer que no valía para nada. Después llegó Frank Sinatra, pero su romance estuvo plagado de peleas, infidelidades y borracheras. Ava era muy tímida, vulnerable e insegura, pero ofrecía una imagen totalmente opuesta. Fue la estrella más libre, bohemia y auténtica.

  • M.H. ¿Qué destacaría de Grace? ¿Se arrepintió alguna vez de haberse casado con Rainiero? C.M. Tras su aspecto de niña bien, se escondía una joven rebelde y apasionada con una voluntad de hierro. Su trauma fue que ella adoraba a su padre, pero éste jamás le demostró afecto y siempre creyó que su hija nunca llegaría a nada. Sin embargo, tuvo una carrera meteórica y plantó cara a los estudios rechazando papeles de “rubia tonta y decorativa”. También vivió apasionados romances con algunos galanes maduros, como Gary Cooper y William Holden. Cuando se casó con Rainiero creía que, tras dar un heredero al trono de Mónaco, podría regresar al cine, pero no fue así. A Grace, la vida en el palacio de los Grimaldi le resultaba vacía y asfixiante, siempre observada, sintiéndose una extraña y muy sola. Imagino que debió de arrepentirse muchas veces del paso que dio. Con los años ya no disimulaba el distanciamiento con su esposo y el hastío que sentía.

  • M.H. Liz Taylor dijo en alguna ocasión: “Todo me ha sido otorgado, pero he pagado esa suerte con un sinfín de tragedias”. ¿Esa frase resume la vida de estas cuatro mujeres? C.M. Sí, es una buena frase porque todas pagaron un elevado precio por llegar a lo más alto. Salvo Grace, que murió en un accidente, acabaron sus días solas, enfermas y refugiadas en sus recuerdos. Sin embargo su leyenda sigue más viva que nunca porque fueron protagonistas de una vida mucho más intensa y trágica que la de cualquiera de los personajes que interpretaron. Eso es lo que el lector va a descubrir en las páginas de mi libro.

19 de febrero-20 de marzo

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