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Sara Andrés, una mujer sin límites

La atleta rompió un récord mundial en Dubai y se prepara para los Juegos Paralímpicos de Tokio.

Sara Andrés, en Londres. / getty images

Andrea Morales Polanco
ANDREA MORALES POLANCO

Sara Andrés está sentada en la cámara de llamadas junto a sus contrincantes. Saluda con una sonrisa, pero con la mirada fija hacia delante. Respira hondo, controla sus pulsaciones. Desde fuera le dan la señal, es momento de salir a la pista. Camina en fila india. Con cada paso sentencia su victoria. Se pone en posición de salida y 12,90 segundos después la atleta paralímpica rompe el récord mundial de 100 metros lisos en su categoría, T62. Una sonrisa corona su triunfo.

“Al termina la carrera vi la marca. Ponía récord del mundo y me alegré tanto. Pero sabía que tenía que esperar a ver si la carrera se había realizado con viento oficial – en las competencias de atletismo se mide el viento con el que corren y debe ser una cifra reglamentaria-. Fue entonces cuando busqué la mirada de mi entrenador y entonces lo supe. Iba a Tokio, corrí hacía él y nos fundimos en un abrazo”. Sara Andrés (Madrid, 1986) lo cuenta aún emocionada, en su voz se puede intuir el orgullo y la ilusión de una mujer que no conoce límites.

Con ella pasa lo que sucede con los más grandes. Hace cosas increíbles y lo logra con aparente facilidad, pero detrás de Andrés hay una gran historia. Y un cuerpo prodigioso que ha sabido superar las adversidades, eso sin olvidar su capacidad para aprender de los contratiempos.

Sara Andrés en el Mundial de Dubai. / getty images

Con 25 años, cuando estaba en “el mejor momento de su vida”, sufrió un terrible accidente y perdió sus pies. Lejos de hundirse en un mar de pesimismo, y aunque suene extraño, ella lo vivió como una segunda oportunidad. “He aprendido mucho con todo esto. Y sobre todo a disfrutar de la vida”, sostiene.

La operaron tres veces y estuvo otros nueve en silla de ruedas. Después vino su primer reto, andar con muletas. Primero con las dos, más tarde se atrevió solo con una y tras nueve meses “aprendiendo a caminar”, por fin se lanzó, ya no necesitaba más ayuda.

“Me di cuenta que tenía una segunda oportunidad así que decidí probar cosas que jamás había hecho. Hice surf, paracaidismo… luego decidí empezar a correr. No tenía ni una sola pretensión. Solo quería divertirme”, recuerda. No fue hasta 2015 cuando se le instauró la idea de que quería ir a los Juegos Paralímpicos de Río Janeiro (Brasil). Pero la vida le tenía preparada otra prueba que superar. Un cáncer de tiroides la obligó a parar durante seis meses. “Volví con más fuerza y competí”, comenta y es que su esfuerzo fue tal que consiguió la marca mínima para ir a Río de Janeiro y convertirse en la quinta del mundo.

Siguió entrenando y consiguió llegar al mundial de Londres donde se hizo con una doble medalla de bronce, por 400 y 200 metros lisos.

De carácter dulce, voz amigable, ojos brillantes, Sara Andrés además de la tenacidad tiene otra gran virtud, su sentido del humor. Se ríe de ella misma todo el tiempo. La risa es su arma para romper el hielo y quitarle dureza a las tragedias a las que se ha tenido que enfrentar. “Siempre puedes elegir, o te quejas de todo lo que te pasa o decides ser feliz”, dice quien entre bromas asegura que lo bueno de no tener pies es que no le huelen.

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Es también una mujer humilde. “Tuve que aprender a aceptarme y volver a amar mi cuerpo con esta situación. Todo depende del prisma con el que veamos la vida”, reconoce.

Ahora en su mira están los Juegos Parlímpicos de Tokio 2020. Y para darlo todo ha tenido que dejar otra de sus grandes pasiones, dar clases. Sara Andrés es profesora de educación primaria, pero se ha pedido una excedencia para poner toda su energía y esfuerzo en su meta.

Y para volver con otras medallas a casa, la atleta entrena seis días a la semana. Tres de ellos en la pista – series y salto – y otros tres en musculación enfocada en los movimientos de carrera.

Sus entrenos son más que físicos, incluyen una parte psicológica que es muy importante. “Mentalmente nos enfocamos en Tokio, y para conseguirlo hago un entrenamiento psicológico una vez a la semana. Esto es básicamente entrenar como si estuviera compitiendo”, explica. Hacer esto le permite aprender a conocer sus reacciones, a manejar los nervios, el estrés y poder concentrarse bajo la presión.

Solo falta oírla hablar un momento para darse cuenta de que es una mujer positiva, con una energía única. Y además sensible, su miedo más persistente es a fallar, a no cumplir las expectativas que tienen de ella. “Pero luego corro y se me quitan, porque siempre entrego mi 100%. Yo corro porque me gusta”.

Sara Andrés llegó para asombrarnos a todos con su personalidad. Cada paso que da, cada carrera perfecta, cada medalla que obtiene, es una confirmación de que estamos ante una atleta como pocas, su dominio durará lo que a ella le aguanten las ganas de divertirse y hacer de las suyas. Ha roto un récord mundial que la corona, pero su deseo por ser la mejor es lo que la hace realmente imbatible. Eso y su sonrisa perenne.

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