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¿Bienvenido a casa?, por Isabel Menéndez

A veces una separación o la precariedad económica obliga a los hijos a regresar al hogar familiar. Ellos se sienten fracasados y la vida en pareja se ve afectada. ¿Cómo lograr una nueva e independiente entente cordiale?

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Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

Tu hijo, que ya vivía independiente desde hacía algún tiempo, ha tenido que volver a casa y no sabes bien cómo te sientes. Quizá ahora que habíais comenzado una nueva etapa en vuestra vida como pareja y habíais proyectado una madurez tranquila y con tiempo para vosotros, esta circunstancia no solo os remite al pasado, sino que altera vuestros planes actuales porque habíais imaginado un futuro con menos sobresaltos.

Una cierta incomodidad

Cuando los hijos regresan a casa, ya sea por problemas económicos relacionados con la precariedad laboral o por una separación de pareja, la nueva situación afecta a toda la familia. Buscan el apoyo de los más cercanos, aunque sea de manera temporal, hasta que se alivien las heridas sufridas o encuentren otro trabajo que les permita volver a ser independientes. La familia funciona en tales escenarios como un hospital. La casa de los padres se constituye en un hogar de tránsito, que permite elaborar las dificultades por las que se atraviesa.

Tanto los padres como los hijos tienen que ser conscientes de que esa vuelta al hogar familiar es por un tiempo limitado, hasta que las dificultades se resuelvan y ellos puedan volver a vivir de forma independiente. Todos tendrán que elaborar los duelos por las pérdidas, si las ha habido, y reconocer la oportunidad que les brinda la vida para afianzar y reparar, cuando sea necesario, las relaciones interpersonales.

Los padres pueden sentirlo como una pérdida de la libertad y la tranquilidad que obtuvieron cuando se quedaron solos. Pero si piensan que la circunstancia es transitoria, la valorarán más cuando los hijos se marchen de nuevo. También pueden sentirse un poco frustrados porque, inconscientemente, crean que no han dado a los hijos las herramientas suficientes para enfrentarse a las dificultades de la vida, aunque esta culpa pronto desaparecerá. A la actual generación de jóvenes se le ha dado en llamar " generación bumerán", precisamente por la cantidad de ellos que se independizan, pero luego tiene que volver al hogar de sus padres.

¿Qué nos pasa?

  • Podemos sentir incomodidad y agobio ante la vuelta al hogar de un hijo o una hija que se habían independizado. Pero se puede afrontar también como un tiempo para mejorar las relaciones con ellos y entre la pareja.

  • La carga de trabajo y la invasión serán mayores si no se les ponen los limites adecuados.

  • Si nos sentimos culpables por lo que les está sucediendo, empeoramos la relación con ellos y nos someteremos demasiado a actitudes que pueden perjudicarles, porque se sienten impotentes.

Tiempo limitado

Para los padres es interesante la posibilidad de establecer con los hijos un diálogo más adulto durante este tiempo. Si confían en que podrán recuperar la independencia y no les reprochan sus conflictos, es muy probable que valoren más y mejor todo lo que sus padres les han dado y el esfuerzo que realizan.

De cómo la nueva situación afecte a la pareja puede deducirse la calidad de su relación amorosa. Si no alimentaron suficientemente su relación durante las décadas que educaron a sus hijos, y la función de madre y padre se llevó todas sus energías, es posible que quedara oculto algún conflicto de pareja, tras la coartada de la falta de tiempo.

La vuelta a casa de los hijos no se sentirá entonces de una forma tan invasora, no la percibirán como que les quita espacio para estar juntos y solos. Es probable que la relación que tienen con los hijos sea en este caso demasiado dependiente. Cuánto dure el proceso y las cuestiones que se están jugando en esa vuelta al hogar familiar, también pueden señalar qué situación atraviesa la pareja paterna en esa etapa de su vida.

¿Qué podemos hacer?

  • Debemos tener en cuenta que, en el caso de regreso al hogar familiar, el tiempo debe ser limitado. Si la situación se estanca y se percibe en el hijo poco interés por independizarse, conviene acudir a un tratamiento psicológico.

  • El diálogo es fundamental. La fantasía de recuperar el tiempo perdido y de delegar en los padres responsabilidades de las que podrían hacer cargo provocará a la larga más problemas.

  • Los padres no deben hacer reproches del tipo "ya te lo advertí". No ayuda en nada.

Por su parte, los hijos vuelven a casa con una sensación de fracaso que tienen que superar y cierta incomodidad. Por un lado, les viene bien el refugio, pero por otro les da rabia, porque les conduce a un retroceso en el control sobre sus propias vidas. Sin embargo, también les puede ayudar a iniciar un proceso que les ayude a ser adultos más independientes cuando resuelvan su situación y se vayan de nuevo. El joven que vuelve a casa tras haber intentado ser independiente, nunca se fue del todo. Cuando el deseo de ser autónomo es grande, no suele producirse ese regreso. Si se hace por razones económicas, siempre es por poco tiempo. Se vuelve para arreglar cuentas con el pasado en el escenario donde se vivió.

21 de marzo-19 de abril

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