Como cada semana, Mario, Diego y Rafael Sandoval cocinan para más de 60 familias vulnerables de San Blas, uno de los barrios del este de Madrid que, debido al estado de emergencia por el coronavirus, ha tenido que cerrar sus colegios, dejando sin su comida fuerte del día a niños que la necesitan. Los tres hermanos lo tuvieron claro el día 13 de marzo, cuando cerraron las puertas de Coque (dos estrellas Michelin), su restaurante madrileño: tenían que contribuir a la red de ayuda mutua que se estaba formando en la ciudad. para socorrer a los que necesitaran de sustento. Dicho y hecho: llamaron al Ayuntamiento y, dos días después, ya tenían destino para sus menús: el colegio Ramón Valle Inclán.
"La semana pasada teníamos 140 personas, pero esta nos hemos encontrado más de 220. Se ve que se ha corrido la voz", relata divertido Mario, el chef que ahora dirige a sus hermanos, director de sala (Diego) y sumiller (Rafael) en Coque. "Por suerte nos han donado frutas, quesos, yogures, pasta, carne... Empezamos cocinando con lo que teníamos, per hemos podido ampliar porque la respuesta de los proveedores ha sido magnífica. Y a nosotros nos ha dado mucha vida ver la sonrisa de todas esas personas al recibir la comida caliente. Ayer, una señora no pudo evitar decirme que el cocido estaba para chuparse los dedos. Es que no se pudo contener", cuenta el cocinero.

¿Quién tuvo la idea de poner en marcha esta cocina solidaria?
En realidad, quien propuso la idea fue mi hermano Diego y todos le secundamos inmediatamente. Los hosteleros y, en general, todo el sector de la gastronomía, tenemos el gen del servicio: estamos para servir a los demás. Así que la iniciativa salió de nuestra forma de ser y de vivir. Para nosotros fue fácil.¿Cómo está viviendo la experiencia de cocinar junto a sus hermanos?
Pues te confieso que para nosotros ha sido casi una terapia: aunque ellos han cocinado desde siempre, hacerlo los tres juntos está siendo muy bonito. No hacemos platos de alta cocina, sino guisos sencillos pero llenos de cariño. Y al hilo del cocinado salen muchos temas, tenemos ideas, nos ayudamos... Hasta hemos recordado escenas de nuestra niñez, en el Coque de nuestros padres. Esta situación nos ha hecho reflexionar y dar más valor a las personas que están a nuestro lado. En estos momentos difíciles es cuando te das cuenta de quién te ayuda y quién no te hace caso.
Tiene que ser también especial poder transmitir a sus dos hijos, con su propio ejemplo, la importancia de la solidaridad...
Sí, les he ido contando lo que hacemos aprovechando el rato que estamos juntos por las mañanas, cuando hacen las clases online y los deberes. Daniela, la mayor, tiene ya siete años y pregunta mucho, así que le he explicado cómo hacemos la comida, cómo la repartimos, qué les ocurre a esos niños... La educación no es solo el colegio, sino también lo que ves a tu alrededor y lo que fomentas en casa. La solidaridad tiene que estar presente dentro de la familia.¿Cómo ha sido el recibimiento de San Blas? ¿Conocía el barrio?
Sí, ya lo conocía por otros proyectos solidarios con el Ayuntamiento de Madrid que hemos desarrollado allí. Es importante conocer este Madrid que también existe y en el que familias con pocos recursos, sin dinero para comprar ni alimentos, tienen que acudir a los colegios públicos para comer. Estar con ellas te permite tener otra perspectiva de la vida, además de reflexionar sobre la suerte que tenemos, en mi caso por poder cocinar todos los días y tener mi propio negocio. Es una experiencia que te hace poner los pies en la tierra.
¿Hasta qué punto está siendo esta una experiencia transformadora? ¿Cree que volveremos a lo que era?
Seguro que nos hace cambiar. Sí, creo que a la vuelta van a cambiar muchas cosas. El ser humano disfrutará más cuando vaya a disfrutar, pero vamos a ser más austeros y reflexivos, vamos a dar más valor a las personas que tenemos alrededor, a la familia, a los hijos. Todo va a cambiar bastante. Para mi equipo va a ser como volver a empezar, pues estamos pensando en muchos cambios, sobre todo en ofrecer una oferta más diversa, más adaptada al barrio, y rentabilizar mejor todos nuestros recursos. Tendremos el menú de precio elevado pero queremos proponer otro más accesible, para que la experiencia de Coque esté al alcance de más personas.¿Continuará su tarea solidaria?
El año pasado pusimos en marcha una fundación, la Fundación Mario Sandoval, donde estudiamos los alimentos en relación con el ser humano (los fermentados, los probióticos, etc.). Pero, además, también tiene un carácter solidario, para poder echar una mano en situaciones como la que estamos viviendo. No hemos hablado nunca de ella porque está aún en formación, pero los tres hermanos tenemos en mente que sirva para fomentar la ayuda mutua y el bien común. De hecho, esta crisis nos ha servido para hacer ya un llamamiento a los productores que ha tenido una respuesta maravillosa. Tengo que agradecer muchísimo a Atlas Gourmet y sus hamburguesas y hojaldres; a Negrini por sus pastas; al grupo Panstar, que nos trae pan y bollería; a Juan Félix por sus legumbres...La cocina es además un transmisor enorme de alegría...
No te puedes ni imaginar cómo nos recibieron en el colegio, con qué bullicio... La cocina lleva muchísima alegría y también esperanza. El guiso, el puchero, salvó a España una vez y la va a volver a salvar. Gracias a nuestra cultura y a nuestra forma de ser el país pudo reinventarse y vamos a volver a hacerlo. A nivel gastronómico hemos sido un país impecable y volveremos a serlo en el nuevo contexto que surja de todo esto. Saldremos reforzados.