La relación de Grace Kelly con sus hijos Estefanía, Alberto y Carolina de Mónaco: dramas, secretos y muchos problemas

El 13 de abril de 1990 Madonna arrancó en Tokio su tercera gira mundial de conciertos, a la que llamó The Blond Ambition Tour y con la que se consagró como la Ambición Rubia. Un punto de inflexión en su carrera que la convirtió en la indiscutible Reina del Pop y con el que revolucionó el concepto de espectáculo musical al que el público estaba acostumbrado: por las coreografías, la escenografía, las referencias estéticas y un vestuario icónico.
Tres décadas después la cantante ha sabido mantener una carrera en la que no ha faltado nada, especialmente escándalos y provocación, encadenando reencarnaciones y un personaje tras otro: desde la diva de cabaret a la entrenadora de fitness, la vaquera, la yogui mística o la dama inglesa, y tocando todos los campos de expresión artística que se le han puesto a tiro -actriz, escritora, diseñadora, empresaria, cineasta-. Su última crítica, la de su ostentación en redes sociales durante el confinamiento por la cuarentena del coronavirus.
Con más o menos acierto, los éxitos y los patinazos de Madonna siempre tienen repercusión mediática y su influencia en la cultura del pop no puede negarse, aunque haya llegado a los 60 con unos preocupantes aires de Norma Desmond milénica -aquel personaje inmortalizado por Gloria Swanson en la película El crepúsculo de los dioses-. Repasamos una cronología que ha marcado época.
Con un corpiño diseñado por Jean Paul Gaultier y una coleta alta infinita que la cantante agitaba en pleno orgasmo, la polémica la persiguió hasta ser considerada blasfema por el Papa, que amenazó con detenerla si se atrevía a llevar a cabo la actuación en Roma. Cosa que a Madonna no le importó lo más mínimo y siguió adelante con el plan.
Ese verano, la gira llegó a Madrid y actuó el 27 de julio en el Vicente Calderón. Esa misma noche la cantante organizó una cena con Almodóvar y Antonio Banderas entre otros, escenas que forman parte del documental Truth or dare, y en el que se puede ver cómo Madonna intenta ganarse a toda costa el ‘cariño’ de Banderas. Algo que, muy a su pesar, nunca sucedió.
Ni Kathy Bates -que ganó por Misery- ni Whoopy Goldberg -que lo hizo por Ghost-. La verdadera protagonista de la noche de los Oscar aquel 26 de marzo fue Madonna, que del brazo de Michael Jackson, hizo su mejor interpretación de Marylin Monroe, emulando al famoso vestido con el la actriz le cantó el cumpleaños feliz a Kennedy. El vestido de Bob Mackie, con 20 millones de dólares en diamantes bordados y joyas de Harry Winston hicieron el resto.
Llevada por sus ansias de ser la mujer más famosa del mundo y sin conocer ningún tipo de límites, Madonna dio varios pasos de más y se adentró en las arenas movedizas de la provocación sexual publicando el disco Erotica en paralelo con el libro Sex. Para ambos creó el personaje ficticio de la dominatrix Dita y, a ritmo de canciones con jadeos sincopados y de instantáneas tomadas por Steven Meisel y la dirección artística de Fabien Baron, la diva escandalizó a la conservadora sociedad norteamericana.
Armada con un antifaz, una fusta y muy poca ropa, la cantante se echó a la carretera para presentar su quinta gira, The Girlie Show, en el que las referencias al teatro de burlesque y el circo se mezclaban mientras ella se contoneaba entre bailarines sudorosos.
La relación entre Jean Paul Gaultier y Madonna ha sido, desde el comienzo de su colaboración, sólida e indestructible. Ambos han forjado un estilo inconfundible. Para devolverle el favor, la cantante desfiló para el diseñador en la presentación de su colección de primavera/verano 1995 en París.
Las inquietudes artísticas de Madonna no distinguían ningún género, y el el teatro musical siempre estuvo en su radar. Durante años no se cansó de repetir a quien quisiera oírla (periodistas incluidos) que interpretar a Evita era su sueño. Y no paró hasta que consiguió protagonizar la versión cinematográfica junto a Antonio Banderas (otro capricho conseguido), dirigida por Alan Parker y por el que obtuvo el Globo de oro como mejor actriz.
A estas alturas de la década parecía que Madonna había vivido tres vidas. Castigada por el público después de los excesos sexuales, y tras unos años relegada a discos como Bedtime Stories, que no tuvieron ni la repercusión ni el éxito esperado, decidió redimirse y ofrecer al mundo una faceta más cercana: enamorada de su entrenador personal, el cubano Carlos León, el 14 de octubre dio a luz a su primera hija, a la que llamó Lourdes.
Afrontar la maternidad le hizo replantearse su vida desde un punto de vista mucho más espiritual, abrazando el misticismo de la Kabbalah (la religión new age entre los famosos de Hollywood a finales de los 90) y sonidos algo más alejados del pop insulso que azotaba las listas de ventas. De la mano de William Orbit y entre acordes de electrónica, Madonna se tiñó de morena, se vistió con túnicas de Olivier Theyskens, se pintó las palmas de las manos de henna y nos dejó a todos con la boca abierta mientras entonaba Frozen, el tema que lo cambió todo.
Ray of light vendió más de 16 millones de copias en todo el mundo y reconcilió a Madonna con la crítica y el público. El cúlmen llegó la noche de los Grammy, cuando le concedieron cuatro premios. Una ocasión en la que además aprovechó para forjar su nuevo estilo de cyber gheisa de brazos cincelados por el yoga.
Fue en una cena que organizó en Londres Trudie Styler -la mujer de Sting- donde Madonna conoció al director de cine Guy Ritchie. Comprometerse, que la estrella se mudara con él a vivir a Londres, tener un hijo juntos (Rocco) y casarse en un castillo escocés con un vestido de Stella McCartney sucedió en menos de un año.
¿Alguien dijo encasillarse? Madonna tampoco fue ajena al efecto 2000 y el cambio de milenio fue su oportunidad para lanzar Music, un álbum electrónico para el que se convirtió en una cowgirl por obra y gracia de Dsquared.
Convertida en una respetable mujer casada, vecina de la campiña inglesa y madre de dos hijos, algo tan convencional no casaba con Madonna. Ocho años después de haber ofrecido su última gira de conciertos, decidió sacudirse el polvo escénico y rodar por el mundo de nuevo con el tour Drowned World, la misma carga provocadora a la que nos tenía acostumbrados con nuevas facetas como sus recién aprendidas dotes para la guitarra eléctrica.
Para pronunciarse contra la Guerra de Irak y la política de George W. Bush, Madonna se convirtió en una guerrillera que convirtió su disco American Life en un alegato panfletario musical por los valores de una sociedad que según ella “se corrompía por el materialismo y el consumismo”.
Aprovechando el vigésimo aniversario del himno Like a Virgin, Madonna se subió al escenario de los MTV Video Music Awards en compañía de dos de las princesas del pop, Christina Aguilera y Britney Spears para reinterpretar la canción. Sellar la actuación con un beso en la boca de Spear fue como un reguero de pólvora que explotó sin control.
Tratando de vender una idílica existencia como dama inglesa, Madonna publicó una serie de libros infantiles escritos por ella misma bajo la consigna de la ideología de la Kaballah.
A ritmo de un clásico de Abba y ataviada con mallas de lycra, Madonna lanzó el disco Confessions on a dancefloor para recuperar los añorados y despreocupados años 80.
La gira Confessions con la que remató su proyecto discográfico incluía todo tipo de referencias religiosas, entre ellas la de elevarse sobre el escenario en una gigantesca cruz de espejos, convertida en la mártir del pop.
Para dejar fluir su inquieta vena creativa, Madonna recurrió a la moda, colaborando no solo con marcas como H&M para lanzar una colección diseñada por ella sino creando la suya propia junto a los grandes almacenes Macy’s.
El compromiso de Madonna por luchar contra las desigualdades y la pobreza en el mundo la llevó hasta Malawi. Allí decidió adoptar al huérfano David Banda, sin quedar exenta de la controversia.
Acusando el desgaste total del romance en sus vidas, Madonna y Guy Ritchie se divorciaron tras haber trabajado juntos en la película Barridos por la marea, un pastiche romántico protagonizado por la cantante y dirigida por su marido. Un cóctel destinado al fracaso que llevó a Madonna a iniciar un romance con el brasileño de 22 años Jesús Luz. Estuvieron juntos dos años pero despertó en Madonna la curiosidad por los amantes (mucho) más jóvenes que ella.
Aunque parezca increíble, Madonna todavía tenía territorios que conquistar y escribir y dirigir una película era uno de ellos. W.E. fue el resultado. Un drama histórico que contaba el romance entre Wallis Simpson y Eduardo VIII. Aunque no tuvo el éxito que la cantante esperó le sirvió para tachar un asunto pendiente más de su lista.
Como si fuera Cleopatra. Así irrumpió en el escenario para la actuación del medio tiempo de la Superbowl, el espectáculo televisado con más audiencia del mundo y en el que aprovechó para presentar Give me all your luvin’ el primer single de su nuevo disco.
Desde que Lady Gaga irrumpiera en el panorama musical allá por 2008, la sombra que proyectaba sobre Madonna era cada vez más alargada y las comparaciones parecían poner de los nervios a la Ciccone. Después de que acusaran a Gaga de copiar una de las canciones de Madonna para su single Born this Way y de que esta le respondiera interpretando el mismo tema durante su gira MDNA, en un intento por quitarle hierro al asunto, ambas cantantes protagonizaron un sketch en el programa Saturday Night Live en el que acababan tirándose de los pelos, literalmente.
Era la puesta de largo de su nueva canción después de tres años sin novedades y sin embargo, la música fue lo menos recordado. La ceremonia de los premios Brit en Londres fue testigo de la estrepitosa caída al suelo de la diva cuando uno de sus bailarines pisó sin querer la larguísima capa de Armani que la cubría.
Uno de los golpes más duros que recibió fue la decisión de su hijo adolescente, que prefirió quedarse a vivir con su padre en Londres antes que mudarse con ella y el resto de sus hermanos.
“¿Estáis preparadas para sacudir el mundo?”. Arengaba la cantante desde su improvisado escenario en la plaza de Washington en la que se originó la Marcha de la mujeres. Junto a muchas otras famosas, Madonna se unió así al movimiento feminista.
Tras la adopción de David en Malawi, Madonna ha vuelto a sentir la llamada de la maternidad hasta otras tres ocasiones más. Así ha adoptado a Stella, Mercy James y Esther. Con las tres últimas celebró el día de la madre.
Sorprendida por la alerta sanitaria del Covid-19 en plena gira de conciertos, Madonna tuvo que suspender su últimas actuaciones en París para recluirse en su casa de Lisboa, desde donde lanza perlas a través de Instagram. Algunas más acertadas que otras.
El ritmo latino siempre ha sido una de sus debilidades. Desde aquel popular La isla bonita hasta Medellín, la canción para la que reclutó a Maluma.