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El cineasta Javier Fesser vuelve después de su éxito con 'Campeones': infancias difíciles y padres ausentes son el centro de su nuevo proyecto

Cineasta de sello inconfundible y triunfador absoluto en Campeones, asegura que cada película es una oportunidad para un éxito distinto. Con Historias lamentables, una serie de catastrofes surrealistas, recupera su locura juvenil.

Javier Fesser lleva bomber de Boss; jersey de Zara; pantalón denim de Pedro del Hierro; y deportivas de Veja. / olga moreno/ Estilismo: Cristina Perez Hernando/ Maquilllaje y Peluqueria: Yohana Rojas (NS Management) para L´Oreal Profesional/ agradecimientos: REstaurante El Imparcial (http://elimparcialmadrid.com/)

Manu Piñon
MANU PIÑON

Pasado a máquina y encuadernado en canutillo, el primer guión que escribió Javier Fesser (Madrid, 1964) aguardaba en un cajón desde 1988. “Sin experiencia, sin haber rodado ni escrito antes una película, pensaba que sería capaz de hacerlo –recuerda en una céntrica plaza de la capital–. Leído ahora, era bastante malo, pero tenía esa cosa maravillosa de la inconsciencia, cuando tienes de todo menos miedo”. Fascinado por su osadía juvenil, el director ha recuperado el espíritu iconoclasta, la estructura de episodios y el título para hacer Historias lamentables, su nueva película tras el fenómeno que supuso Campeones. Ya disponible en Prime Video, llegará a las pantallas de los cines la próxima primavera. “No podía quedarse en un cajón –explica–. Habría salido sola de ahí”.

Mujerhoy. ¿Qué es para usted “lamentable”?

Javier Fesser. Es un concepto que he heredado de Gomaespuma [la pareja formada por su hermano Guillermo y Juan Luis Cano], algo trágico sin ser grave. Cuando le pasa a otro, es muy gracioso; cuando es a ti, lo pasas mal, pero no es para tanto.

¿Alguna historia está inspirada en hechos reales?

Todas. La imaginación no es la capacidad de inventar, sino de relacionar cosas que conoces, has visto o te han contado. Por muy absurdo que parezca lo que se ve en pantalla, casi todo me ha sucedido a mí o a alguien cercano.

Lo que pasa entre la infancia y la vejez, la madurez, me interesa menos, lo vivimos casi por obligación"

Todos los protagonistas tienen en común una infancia complicada, padres opresivos o ausentes. ¿Es el hilo que conecta sus películas?

No creo que tenga un trauma al respecto, aunque no presumo de carecer de ellos. Lo que sí sé es que lo que somos y cómo nos comportamos proviene en un 99% de la infancia. Es el momento en el que la persona toma forma. También me interesa mucho la vejez, esa vuelta a la infancia. Lo que pasa entre medias, la madurez, me interesa menos. Tengo la sensación de que lo vivimos casi por obligación.

De nuevo apuesta por caras nuevas, es una película sin estrellas.

Tanto que hicimos un casting de directores de casting. Había que encontrar a quien entendiera que este debía ser un reparto diferente. Como espectador, me gusta no hacer esa disociación entre actor y personaje. Y cuando dirijo me ayuda a no tener ideas preestablecidas. Además, hay muchísima gente en España que no aparece en los carteles y que tiene un talento gigante, y es chulo descubrirlo y dar una oportunidad. Yo estoy muy agradecido a quien creyó en mí cuando no tenía un gran currículo detrás.

Se presenta como “una comedia muy de Javier Fesser”. ¿Se puede tener un sello con seis películas tan diferentes entre sí?

Me gusta pensar que mi sello es que cada película es una sorpresa, que no soy fácil de clasificar. Por algo no hice Mortadelo y Filemón 2 cuando fue un éxito, o una secuela de Campeones justo después... Soy el primero al que necesito sorprender.

¿Ha asimilado ya el impacto de Campeones?

Solo pretendía hacer algo divertido y emocionante, lo que estaba asegurado desde que reuní a los actores. Lo que no podía prever es el cambio de mirada que se iba a producir en la sociedad. Es un regalo que no podía soñar. Ganar un Oscar es anecdótico comparado con los mensajes que hemos recibido. Cuando alguien te dice que tu película le ha hecho sentir que importa, que cuenta, deja cualquier premio a la altura de la zapatilla.

También ha promovido cambios en la legislación.

Campeones ha existido gracias a mucha gente que ha estado décadas trabajando por la inclusión y la visibilización de las personas con discapacidad intelectual. El cine tiene un poder transformador enorme a través de la empatía y la emoción, pero recoge esa labor bestial. Muchas luchas abiertas para recuperar derechos se han materializado ahora, como su derecho al voto, por ejemplo. Y a mí también me ha cambiado como cineasta. Ahora incorporo a personas con discapacidad a mis historias de una forma natural. En Historias lamentables hay tres actores de Campeones que tenía sentido que fueran ellos.

¿Cómo han lidiado con esta popularidad sobrevenida?

Estupendamente. Casi desde el primer día ya fueron más famosos que yo. Volviendo de París con tres de ellos en un avión, vi cómo les metían en primera clase y yo me quedaba en turista. Les enseñaron incluso la cabina, que creo que ahora ya no dejan pasar a nadie. Uno de los actores aprovechó para pedir al comandante que me enviaran una Coca Cola, “de parte de los Campeones”.

¿Estrena sabiendo que ese éxito es irrepetible?

El concepto de éxito es tan relativo... De joven, lo interpretas de una forma arrogante, errónea. Ahora, lo relaciono con lo feliz que me hace mi trabajo, no con millones de espectadores, premios o críticas buenas. Tiene que ver con ese momento antes de dormir, cuando valoras si has sido honesto, aprendido algo, inspirado cosas interesantes a los demás... Cada película es una oportunidad para buscar un éxito distinto.

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