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Marjane Satrapi vuelve (pero detrás de la cámara) con Madame Curie para reivindicar la ciencia y contar la verdadera historia detrás del icono

Compartió con el mundo su infancia iraní en forma de viñetas con Persépolis. Ahora prefiere contar las vidas de otros detrás de la cámara. En Madame Curie su objetivo es doble: reivindicar la ciencia y revelar la verdadera historia de una mujer convertida en icono.

Retrato Marjane Satrapi. / D.R.

Manu Piñon
MANU PIÑON

El ruido de las obras de los vecinos de Marjane Satrapi (Rasht, 1969) se cuela en su apartamento parisino. “¿Me oyes a pesar de todo?”, pregunta la autora de Persépolis, la novela (autobio)gráfica que vendió más de dos millones de ejemplares. No hay estruendo capaz de frenar a esta mujer torrencial, que durante la entrevista no para de agitar los brazos, pone los ojos en blanco cuando algo le resulta obvio y engancha un cigarrillo con otro. Desde que llevó su cómic a la gran pantalla en 2007, se ha reconvertido en directora de cine. Su nueva película es Madame Curie (estreno 2 de diciembre), un biopic sobre la científica que ganó dos premios Nobel y que está protagonizado por Rosamund Pike (Perdida). No es lo único que estrena en los próximos días. Ha aprovechado el confinamiento para hacer su propio perfume. “Huele a ámbar, cuero y otras cosas que me gustan”, describe.

Marie Curie fue como el radio: cambió sin dejar de ser ella y liberó una energía enorme".

Mujerhoy. En la película, Marie Curie describe el radio como un elemento que “no se comporta como se espera de él”. ¿Es eso lo que le atrajo de ella?

Marjane Satrapi. ¡Totalmente! Nunca actuó de la manera que se presuponía a una mujer. Y hay otro paralelismo más: también cambió sin dejar de ser ella y en ese proceso liberó una energía enorme.

¿Se le dan bien las ciencias o tuvo que estudiar para contar esta historia?

En el instituto me gradué en Física y Matemáticas. Todavía me sé la tabla periódica de memoria. Durante mucho tiempo, me debatía entre una carrera científica o artística, aunque acabé inclinándome por lo segundo. Siempre me ha atraído de las ciencias que aún basándose en hechos constatables, en datos puros y duros, requieren una gran imaginación. Marie Curie no se despertó un día y le dijo a su marido: “Vamos a descubrir dos elementos y de paso la radioactividad”. Para acceder a un mundo nuevo, tienes que construir primero unas puertas. La mayoría de las veces al otro lado no hay nada, pero de vez en cuando... ¡boom! Se parece mucho a mi proceso creativo.

Cuando su hija le pregunta a Marie quién le enseñó a conducir, ella responde: “Aprendí”. Como dibujante de cómics reconvertida en directora de cine, ¿diría usted algo similar?

Lo curioso es que cuando hice cómics no había leído ninguno antes... Al final es una cuestión de lenguaje, de expresar algo con imagen y texto. El ser humano está diseñado para aprender. Si además eres un poco curiosa como yo, todo es mucho más fácil.

¿Qué es lo último que ha aprendido?

Que me gusta enseñar. Este año me hicieron profesora honoraria de una escuela de arte. Siempre creí que dar clase era horrible. También que yo sería la peor profesora del mundo. Pero compartir experiencias y opiniones con gente de veintipocos años es divertidísimo y muy enriquecedor. Lo que les das te lo devuelven multiplicado por 10. Esos tipos viejos que dicen que las nuevas generaciones están echadas a las redes sociales y las nuevas tecnologías no tienen ni idea. Hay que entenderles y perder el miedo al futuro.

Otra frase de Marie Curie: “He sufrido más por la falta de fondos y recursos que por el hecho de ser mujer”.

No estaba en el guión, pero la nieta de Marie Curie me pidió que la incluyera. “Es un símbolo del feminismo y mi abuela nunca formó parte de un movimiento de ese tipo”, me insistió. A menudo me preguntan por las dificultades que encontré cuando empezaba por el hecho de ser mujer. Sí, era la única chica en un entorno de hombres cuando dibujé mis primeros cómics, pero me trataron de forma excepcional. Por supuesto que me encontré con hombres que, cuando me hablaban de cuestiones técnicas, lo hacían como si fuera idiota; en realidad, los idiotas eran ellos. Como le pasaba a Marie Curie, mi obsesión ha sido siempre mi trabajo. No hago películas con las tetas, sino con el cerebro. ¡Que yo sepa!

A pesar de ser una figura tan popular, ¿cree que Marie Curie sigue siendo una gran desconocida?

Se la ha presentado casi siempre como la musa de su marido. No lo era. Tampoco estaba eclipsada por Paul. El suyo era un caso de colaboración perfecta, el encuentro de ambos es lo que dio lugar a la radioactividad. Lo que pasa es que, si un hombre es un genio, se acepta que tenga una personalidad difícil y compleja. En cambio, con una mujer eso no se tolera; debe ser ejemplar e inspiradora. ¡Esa no es la vida real! El arte tiene que interpretar la verdad pero no contribuir a una mascarada. Además, ¿a quién le interesa alguien perfecto como Superman?

¿Qué enseñanza de Marie Curie le ha resultado más útil durante esta pandemia?

A no tener miedo. En lugar de ir por ahí como pollos sin cabeza, es mejor tomárselo con calma, sentarse y pensar. También el valor de la ciencia. Toda esa gente que dice que no se va a vacunar porque Bill Gates nos quiere meter un chip en la cabeza... ¡Si no fueran tan ignorantes, sabrían que es imposible! En situaciones de pánico, Marie Curie tuvo la tranquilidad de buscar soluciones.

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