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Chloé Zhao, la cineasta que adora el anonimato pero se ha ganado 6 nominaciones a los Óscar

Huye del glamour y adora el anonimato, pero seis nominaciones al Óscar por Nomadland la confirman como una de las grandes cineastas actuales, algo que ya saben Frances McDormand y Angelina Jolie.

Chloé Zhao seis nominaciones al Óscar por Nomadland la confirman como una de las grandes cineastas actuales. Pincha para ver películas de más de 3 horas para tardes sin planes./Pat MARTIN

Chloé Zhao seis nominaciones al Óscar por Nomadland la confirman como una de las grandes cineastas actuales. Pincha para ver películas de más de 3 horas para tardes sin planes. / Pat MARTIN

NANDO SALVÁ

A lo largo del último medio año, Chloé Zhao (Pekín, 1982) ha protagonizado un viaje épico sin apenas salir de la casa en el campo californiano que comparte con tres gallinas, dos perros boyeros y un director de fotografía, Joshua James Richards, que además es su pareja. Estaba allí mientras, en septiembre, la Mostra de Venecia otorgaba a su tercer largometraje, Nomadland, el preciado León de Oro. También desde allí agradeció el Globo de Oro a la Mejor Dirección, que solo una mujer había ganado antes que ella–Barbra Streisand, en 1984–, y la mayoría de los otros 80 premios que ha recibido un filme que acaba de llegar a los cines españoles y que estará en Disney+ el 30 de abril. El palmarés aumentará en unas semanas si, como parece, acaba triunfando en la gala de los Óscar, a la que acude con seis nominaciones, incluidas a la mejor película y dirección.

"A lo largo de mi vida, siempre me he sentido fuera de lugar."

Se trata de un periplo doblemente extraño. Hasta que la pandemia la obligó a confinarse, se había pasado la vida en movimiento. A los 14 años dejó Pekín para ingresar en un internado en Inglaterra, a los 18 se instaló en Los Ángeles, y durante las dos décadas siguientes culebreó por el territorio estadounidense. “Cada año siento la necesidad de lanzarme a la carretera –nos cuenta, por supuesto en streaming–. A veces me pesan tanto las responsabilidades que pierdo la noción de quién soy y qué quiero decir. Descubrir lugares que desconozco y donde nadie sabe quién soy me ayuda a pensar con claridad y sin ansiedad”. Para rodar Nomadland, Zhao pasó medio año al volante de su Ford Transit, acompañando a sus protagonistas por campamentos, estaciones de servicio, aparcamientos de supermercados y campos de remolacha.

Así fue cómo conoció a las personas corrientes que interpretan versiones levemente modificadas de sí mismas en la película. Después de todo, el filme se basa en un libro de no-ficción, País nómada: supervivientes del siglo XXI (Capitán Swing), que la periodista Jessica Bruder publicó en 2017 y que documenta un fenómeno extendido por Estados Unidos desde la crisis financiera de 2008: trabajadores de edad avanzada que viajan por el país encadenando trabajos temporales y viviendo en furgonetas o casas rodantes, porque han decidido apearse del sistema o, en muchos casos, han sido abandonados por él. “Es terrible que suceda en uno de los países más ricos del mundo. A determinada edad, solo deberían llevar una vida nómada aquellos que la quieran; nadie debería verse empujado a vivir así –opina–. La película habla de cómo la economía capitalista trata a la gente mayor como si fueran desechos”.

"Cada año siento la necesidad de lanzarme a la carretera."

Zhao coloca el foco en una viuda que acaba de perderlo todo por culpa de la recesión y que emprende un viaje a través del país en busca de un nuevo empleo y, quizá, también de un nuevo propósito para su vida. El personaje se llama Fern y, en su piel, la ganadora del Óscar (y nominada de nuevo por este papel) Frances McDormand ofrece una de las mejores interpretaciones de su carrera. Funciona como un señuelo con el que atraer al tipo de espectadores que, de no ser por la presencia de la actriz, no se sentirían inclinados a ver una película tan poco convencional como esta. Fue McDormand, que poseía los derechos del libro de Bruder, quien contactó con ella para embarcarse en la película, y no al revés. “Y la propuesta llegó justo a tiempo, en un momento en el que yo empezaba a sentir la necesidad de ir matizando mi método –recuerda–. En el proyecto vi la oportunidad de trabajar por primera vez con algún actor profesional, y de apoyarme de forma más decidida en el guion y la puesta en escena”.

Hasta la fecha, Zhao ha usado su cine para investigar comunidades ignoradas y subculturas marginadas por el resto de la sociedad. Lo hizo primero con Canciones que mis hermanos me enseñaron (2015), que capturó la vida de los nativos americanos en el seno de una reserva siux, y repitió con The rider (2017), retrato de un vaquero obligado a retirarse para siempre de las competiciones de rodeo por el que obtuvo numerosos reconocimientos . “A lo largo de mi vida, siempre me he sentido fuera de lugar –confiesa la directora–. Supongo que es lógico que me atraiga la gente que vive en los márgenes”.

Sus películas habitan en el recóndito espacio que existe entre el realismo y la no ficción y que Nomadland revisita; Zhao accedió a él en parte por necesidad (“cuando empecé a rodar, no podía pagar a actores profesionales”, asegura) y en parte por instinto. “Nunca olvidaré el consejo que alguien me dio hace unos años: si no puedes encontrar a un buen actor para que interprete a un vendedor de coches usados, entonces encuentra a un vendedor de coches usados. Me parece muy sabio. La cámara sabe distinguir perfectamente qué es real y qué no, y resulta muy difícil engañarla. Si tu mirada no es auténtica, no vas a ser capaz de disimularlo”.

Que una mujer nacida en China consagre la primera parte de su carrera a cuestionar el “mito de la frontera” estadounidense resulta improbable, pero es justo lo que Chloé Zhao ha hecho. “Desde muy pequeña me ha fascinado Estados Unidos, crecí obsesionada con su cultura pop –asegura la cineasta–. Sin embargo, cuando me instalé en Los Ángeles descubrí que no sabía nada acerca de este país. Por eso decidí estudiar su historia. Me resulta muy sorprendente esa fijación que los estadounidenses tienen con su propia identidad y lo que significa ser americano. En el país donde yo nací, que tiene miles de años de historia, no existe nada parecido”.

"La cámara sabe distinguir qué es real y qué no, es muy difícil engañarla."

De niña, cuando todavía vivía en Pekín, Zhao Ting –su nombre hasta que lo occidentalizó– pasaba la mayor parte de su tiempo leyendo cómics japoneses que consumía sin parar . “Durante mucho tiempo, pensé que me ganaría la vida como dibujante” recuerda. Hasta ahora, la vida la ha llevado por otro camino pero su cuarta película, cuyo estreno está previsto para noviembre, le ha permitido reconectar con ese interés pasado por la fantasía. Será la nueva incorporación al Universo de Marvel, Los eternos, que está protagonizada por una raza de extraterrestres que llevan miles de años viviendo en secreto en la Tierra y que se ven obligados a salvar a la humanidad. ¿Qué pinta una directora independiente como ella haciendo una película de estas características? “Si tuviera que pasar el resto de mi vida haciendo el mismo tipo de cine, me aburriría mucho”, responde.

Chloé Zhao es la mejor prueba de la existencia de una nueva tipología de cineasta, que fusiona en sus obras el afán experimentador con la voluntad comercial y que es capaz de trabajar tanto con jubilados que no tienen seguro médico como con superestrellas como Angelina Jolie y Salma Hayek, dos de las protagonistas de Los eternos. Además, la directora ya está trabajando a fondo en su siguiente proyecto: un western futurista protagonizado por (sí, en serio) Drácula. Quien dude de su capacidad para poner en pie algo tan aparentemente descabellado, es que aún no la conoce.

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