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Cuidando de nosotras

Soledad, tristeza, agotamiento... ¿De dónde viene esta necesidad de ocuparnos de los demás a costa de nuestro propio bienestar? Ha llegado la hora de escuchar

Madre cuidando de su hijo que comienza a andar / Fotolia

Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

¿Has tenido alguna vez la sensación de que podrías explotar por vivir tan pendiente de los demás y tan alejada de ti misma? ¿Se te encoge el corazón cuando alguien te pregunta cómo te va, porque no sabes hablar de ti si no es contando lo que haces por los otros?

Son muchas las mujeres para las que cuidar de los demás se ha convertido en un estilo de vida. Una conducta que puede ser enriquecedora si estas atenciones se dispensan de manera saludable, pero que también pueden convertirse en una huida. Cuando esto ocurre, el "yo" simplemente se difumina entre las necesidades ajenas. Muchas de estas mujeres solícitas se han "portado bien", pero no han recibido lo que esperaban: reconocimiento, valoración, amor. ¿Qué ha ocurrido?

La mayoría de ellas ha tenido una educación que las enseñaba a dar y lo han interiorizado porque en alguna medida les produce placer, ya que les hace sentirse fuertes. Y es este propio rasgo el que les impide que solicitar ayuda; en consecuencia, se les ve como personas que no necesitan ser cuidadas en absoluto. Son las fuertes, pero también las olvidadas.

Muchas de ellas no han recibido lo que esperaban: valoración y amor.

El verdadero problema surge cuando las mujeres olvidan cómo conectar consigo mismas. Entonces aparecen la tristeza y la soledad, el mal humor o incluso cierta labilidad afectiva o dificultad para manejar las emociones.

Los deseos de los otros

¿Cómo llega el "yo", la instancia psíquica que nos protege y nos proporciona la identidad, a quedarse vacío de contenido y a definirse solo en relación a los otros? La forma en la que se nos percibe como mujeres es determinante para sufrir el síndrome de la cuidadora.

Los niños de ambos sexos "deben" ser cuidados por la madre, que se anticipa a las necesidades de su bebé y está pendiente de todas sus señales. La niña, al identificarse con su ella, aprende a predecir las necesidades de los otros y a intuir los estados de ánimo ajenos, pero ¿hasta qué punto la niña se identifica con el papel materno porque es lo que se espera de ella?

La función materna es importante, pero mirar a la niña privilegiando este punto de vista significa que puede también dificultar la conexión con sus propios intereses. Si se coloca a la niña en ese lugar, hará lo que sea por satisfacer los deseos de sus padres y confundirá su "yo" con estar al servicio de los otros. Se idealiza así el papel materno, pero también se impide a la mujer enfrentarse a sus dificultades personales para alcanzar lo que realmente desea.

Esta mirada que recae sobre las niñas podría quizá explicar esas características de las que muchos padres hablan con orgullo, cuando dicen que las chicas son más responsables que los chicos. ¿Se les ha dado la oportunidad de no ser "tan buenas"? ¿No será que siempre se ha esperado más de ellas que de los niños cuando se trata de cuidar a alguien? El resultado es que no aprenden a ser buenas madres para sí mismas.

El superyó:

  • Freud consideró que la conciencia moral, la autobservación y la formación de ideales son las funciones propias del "superyó". Se forma por la interiorización de las exigencias y prohibiciones parentales, bajo cuya guía construimos la tabla de valores que rige nuestra conducta. Se encarga así del control del "yo", al que indica lo que "debe ser" y lo que "no debe ser".

  • Este juez interno es esa voz que en estados depresivos nos critica y se encarga de amargarnos la vida. ¿Recriminas con frecuencia tus actuaciones? ¿Eres más dura contigo misma que con los demás?

Nora Levinton en su libro 'El superyó femenino' señala que la primera heroína femenina en la niña es la "gran cuidadora" con atributos morales de entrega. Y añade: "Una de las condiciones que ejerce más opresión sobre la subjetividad femenina es que no existe freno simbólico alguno para disminuir la culpabilidad de las mujeres en torno al desinterés o transgresión de esta dedicación al cuidado".

Culpable. Así se sentía Celia por dedicar tanto tiempo a su trabajo, aunque sus hijos, ya adolescentes, no necesitaban que llegara pronto a casa. Celia era la mayor de cinco hermanos y su madre siempre había estado enferma, lo que la obligó a asumir con sus hermanos un papel de madre que no le correspondía. Eso la congraciaba sus padres, pero también cumplía un deseo propio: ocupar el lugar de su madre.

¿Se les da a las niñas la oportunidad de no ser tan "buenas" y poder elegir?

La culpa que ello le producía la hizo quedarse siempre en ese lugar, pero a costa de no disfrutar de otros aspectos de su vida. Nunca había dejado de sentirse culpable por dedicarse a su trabajo. Pero este año, agotada después de las fiestas, ha pensado en dedi-carse un tiempo para ella cada día. Es la primera vez que se da permiso para cuidarse y este proyecto lo está viviendo como una liberación.

Si te encuentras cansada del papel de cuidadora, es pro-bable que escondas las dificultades que tienes para cuidar de ti misma. Para reconciliarte contigo y con la vida, busca el equilibrio entre el tiempo que te dedicas a ti y el que dedicas a los demás.

Piensa en ti:

  • Conviene identificar a las personas que necesitan realmente de tus cuidados y parar a las que siempre piden demasiado y nunca preguntan o se interesan por ti.

  • Nuestro mundo interno necesita tiempo y cuidados, alimentarlo con lo que nos hace sentir bien.

  • El exceso de atenciones a los otros puede ocultar el deseo de realizar en ellos lo que nunca realizamos en nosotras. ¿Los cuidamos porque en el pasado no nos sentimos atendidas?

21 de marzo-19 de abril

Aries

Como elemento de Fuego, los Aries son apasionados y aventureros. Su energía arrastra a todos a su alrededor y son capaces de levantar los ánimos a cualquiear. Se sienten empoderados y son expertos en resolver problemas. Pero son impulsivos e impacientes. Y ese exceso de seguridad en sí mismos les hace creer que siempre tienen la razón. Ver más

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