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¿Enganchada al flirteo?

Coquetear de manera sistemática con otros, cuando se tiene pareja, puede ser síntoma de que no se es capaz de disfrutar de una verdadera intimidad.

Mujer y hombre flirteando / Fotolia

Isabel Menéndez
ISABEL MENÉNDEZ

El refrán "dime de qué presumes y te diré de qué careces" se puede aplicar a quienes les gusta coquetear con otros, aun teniendo pareja. Su tendencia al coqueteo esconde lo contrario de lo que muestran. Se acercan a lo que les da miedo. Esta seducción continua es una forma de huir del temor que el encuentro íntimo les produce.

El hombre que coquetea suele desaparecer cuando aparece la posibilidad del encuentro íntimo. Al principio puede ser fogoso, pero con el tiempo se apaga y huye del compromiso, lo que daña la autoestima de la mujer que está con él. Estos hombres tienen una falla en la estructuración de su masculinidad, son emocionalmente inmaduros y atrapan a la mujer dentro de una trama engañosa.

Cuando se trata de una mujer, su "yo" está debilitado, su visión de sí misma es la de alguien pequeño, temeroso y defectuoso, y necesita que los hombres la miren y le aseguren que es deseable. Complejidad que no se sospecha, ya que en muchas ocasiones se trata de mujeres atractivas.

Las mujeres que actúan así tienen un "yo" debilitado, temeroso e inseguro.

Ese es precisamente el caso de Estela. Se toca el pelo, echa la cabeza hacia atrás, le mira fijamente y cruza las piernas. Alfredo, que la está mirando, empieza a tener fantasías a las que intenta poner freno. Estela es la mujer de su amigo, todos saben que le gusta coquetear, pero que no pasa de ahí. Alfredo es nuevo en el grupo y piensa que no está bien fantasear con ella.

Raúl, que se había ausentado unos momentos, vuelve a la mesa donde están todos (su mujer, Alfredo y otros amigos) y nota los coqueteos que Estela le dirige a Alfredo con sus movimientos y miradas y la incomodidad de este. Aunque él sabe cómo es su pareja, esta vez cree que se ha pasado. Durante el camino de vuelta a casa, Raúl le dice que si no ha notado lo incómodo que Alfredo se había puesto por su actitud. Ella se ríe y le contesta que todos saben que es una broma. Pero la pareja no sobrevivió a su actitud.

Qué nos pasa:

  • La necesidad de coquetear e intentar gustar a otro cuando se tiene pareja señala una inseguridad muy alta. Se necesita la confirmación continua y la aprobación del otro buscando su mirada.

  • Cuando hay que aumentar con piropos externos la autoestima, es que esta no es tan alta como parece.

  • También puede haber un acuerdo para coquetear en la pareja porque ambos viven la sexualidad como si el otro les invadiera y necesitan a alguien que los separe.

Encanto a la defensiva

Estela descubrió tiempo después, en una psicoterapia, algunas de las razones de su coqueteo permanente cuando tenía pareja. Hija de una madre muy insatisfecha consigo misma y un padre ausente, no había podido organizar una identidad donde viviera bien su feminidad. Su necesidad de confirmar que gustaba a los hombres era un disfraz para ocultarse a sí misma que no se sentía bien siendo mujer. De este modo, además, se vengaba un poco de ellos.

Estela vivía al hombre de una forma muy invasiva, quería tenerle cerca, pero a distancia; le gustaba el cortejo, pero no la intimidad. Prefería ser deseada, pero no tocada; promover en el otro un deseo que nunca podría realizarse. El hecho de ser deseada la colocaba en un lugar valioso, porque ella, íntimamente, se sentía con poco valor. Además, introducía en la relación un tercero que la separaba un poco de su pareja, a la que vivía de forma invasiva.

En este caso, por un lado, la mujer estaría demandando una mirada constante. Es una forma de encontrar en el otro un sostén que no encuentra en sí misma. Por otro lado, supone que seducirle es una manera de dominarle.

Ellos se marchan tras atrapar a la mujer en una trama engañosa.

La persona demasiado coqueta en su fantasía, imagina que puede tener a todos los que ella quiera, pero en realidad lo que le sucede es que no puede comprometerse íntimamente con ninguno. En su crecimiento, la mujer que tiene estas características se separa de la madre para dirigirse al padre, vuelca su amor en él y espera que la compense de la separación materna. Se identifica con una madre con la que también compite, a la que necesita y, al mismo tiempo, rechaza.

Idealiza a los hombres y observa a las mujeres, incluida a ella misma, como débiles. Se apega a los hombres para fortalecer su autoestima, pero los ataca al mismo tiempo, intentando ser superior a ellos. Emplean la seducción de una forma defensiva, temen al hombre, con frecuencia no pueden disfrutar de la sexualidad y pueden padecer síntomas físicos como frigidez o coito doloroso.

Cuando esta situación se da en los hombres, también se produce un temor a las mujeres con las que se sienten atrapados y pueden sufrir síntomas como eyaculación precoz.

Las personas que coquetean tanto pueden parecer controladoras aunque su subjetividad está muy lejos de la seguridad. Su manera de actuar responde a un anhelo de seguridad y aceptación por parte de los demás que no pueden encontrar en sí mismas. Con el flirteo buscan un espacio de seguridad en medio de un mundo que viven como amenazante. Viven presas de identificaciones y deseos de su etapa infantil, que no han podido resolver para sentirse con derecho a disfrutar de una pareja.

Qué podemos hacer:

  • Si uno de los miembros de la pareja flirtea con todos, el otro puede llegar a aceptarlo, pero lo pasará mal. Incluso aunque comprenda que es un problema que su compañero no puede controlar.

  • Es posible que ambos miembros de la pareja, el que coquetea y el que no, sean inmaduros. En este caso, el que no se comporta así mira cómo el otro lo hace y piensa que los demás le van a envidiar porque sabe que, en realidad, su pareja no hará nada, está con él y no con las víctimas de su actitud.

21 de marzo-19 de abril

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