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Día Mundial del Parkinson: cómo identificar las primeras señales

El parkinson es la segunda patología neurodegenerativa más frecuente tras el Alzheimer y uno de los trastornos del movimiento más comunes.

La clave está en detectar los síntomas a tiempo. / GTRES

Raquel Alcolea
RAQUEL ALCOLEA

Cada año se diagnostican unos 10.000 nuevos casos de parkinson en España. En la actualidad entre 120.000 y 150.000 personas padecen esta enfermedad, según los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

El 70% de las personas diagnosticadas de parkinson en nuestro país tienen más de 65 años. Así, el 2% de los mayores de 65 años y el 4% de los mayores de 85 años padecen parkinson en España. Y, puesto que la prevalencia de esta enfermedad está relacionada con la edad, debido al progresivo envejecimiento de la población española, la SEN calcula que el número de afectados se duplicará en 20 años y se triplicará en 2050. Sin embargo, no es una enfermedad exclusiva de las personas mayores, ya que cada año se detectan 1.500 nuevos casos entre pacientes menores de 45 años. También existen casos en la que la enfermedad puede iniciarse en la infancia o en la adolescencia.

“La manifestación clínica más común de la Enfermedad de Parkinson es la dificultad para el inicio y realización de movimientos voluntarios. Sin embargo, un paciente con parkinson puede desarrollar, entre 5 y 10 años antes del comienzo de los síntomas motores, muchos trastornos no relacionados con la motricidad”, explica el Dr. Javier Pagonabarraga Mora, Coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología. “En un gran número de pacientes la depresión puede ser la primera manifestación del Parkinson, pero también puede manifestarse con problemas de memoria, pérdida de olfato, estreñimiento, alteraciones urinarias, disfunción sexual, trastornos del sueño, etc.”.

El hecho de que un número importante de pacientes refieran diversos síntomas mucho antes de que aparezcan las manifestaciones motoras de la enfermedad y que el inicio y la progresión de la enfermedad sean graduales y distintos en cada caso, hace que los pacientes con Parkinson tarden una media de entre 1 y 3 años en obtener un diagnóstico y un 15% espera más de 5 años en recibir el diagnóstico definitivo.

“El diagnóstico del parkinson se realiza por las manifestaciones clínicas y no es difícil cuando nos encontramos ante un cuadro de temblor. Sin embargo, teniendo en cuenta que en el 30 y el 40% de los casos los pacientes no presentan temblor, que no se disponen de marcadores biológicos y que las técnicas de neuroimagen funcional no siempre ayudan a diferenciar esta enfermedad de otras que cursan con trastornos del movimiento o temblor, hace que, la detección del Parkinson siga siendo tardía”, señala el Dr. Pagonabarraga. “ Es importante detectar la enfermedad a tiempo, porque existe un periodo en el que la respuesta al tratamiento farmacológico es excelente. Puesto que disponemos de un número considerable de tratamientos que consiguen mejorar los síntomas de la enfermedad, tanto para el control de los síntomas motores como para los no motores –que a veces son incluso más incapacitantes- se puede mejorar la calidad de vida de los pacientes durante varios años”.

Dentro de los síntomas no motores, el dolor (presente en el 60% de los pacientes), la fatiga (50%), la psicosis (50%), la somnolencia diurna excesiva (entre un 12% y un 84% de los pacientes) o el insomnio (55%), son los más frecuentes. Pero también otros como el trastorno de la conducta del sueño REM (entre un 46% y un 58% de los casos), conductas impulsivas y compulsivas (13-25%) o deterioro cognitivo leve (30%).

Esta variedad de síntomas hace que el tratamiento deba ser personalizado, atendiendo a las situaciones de cada paciente. Por otra parte, también debe ser multidisciplinar, dependiendo de la progresión de la enfermedad y apoyado por terapias no farmacológicas. En este sentido son numerosos los estudios que avalan el beneficio del ejercicio físico en los pacientes con enfermedad de Parkinson durante todos los estadios de la enfermedad y también que la terapia ocupacional es útil en la mejoría de las actividades de vida diaria, reduciendo los costes de cuidados relacionados con la salud y la institucionalización.

La danza, como terapia

  • Descubrir modos de expresión es fundamental para quienes viven con Parkinson, porque muchos de sus síntomas dificultan la comunicación. Por eso las formas de arte expresivo como la danza ofrecen una renovada esperanza. Tal como explica la profesora de danza Guillermina de Bedoya, que lleva varios años trabajando con alumnos con parkinson, nadie mejor que los bailarines profesionales para transmitir los beneficios que aporta la danza al cuerpo y la mente. "La danza es un arte. Y lo que hace aflorar ese movimiento con su música son los sentimientos, la creatividad, la estimulación y, por supuesto, la diversión. Son clases que se pueden dar sentados o de pie, todo el mundo trabaja acorde a sus límites, y nunca se tendrá sensación de imposibilidad de movimiento. En ellas todos tienen ganas de moverse y de pasarlo bien. El hecho de lograr que el cuerpo exprese con movimiento les produce una gran sensación de libertad.", explica.

  • Sus clases están basadas en el programa de Mark Morris (Dance for PD), que inició sus clases con el grupo de Parkinson de Brooklyn. Hace cuatro años el programa llegó a España a través de varios profesionales en distintos puntos e España y, además de ser una iniciativa que puede ayudar a muchos pacientes de Parkinson, supone también una salida laboral para los profesionales de la danza.

  • El próximo 18 de abril Guillermina de Bedoya participará en una exhibición organizada por la Asociación de Parkinson de Móstoles, en Madrid, donde se darán a conocer algunos de los beneficios que aporta la práctica de la danza.

21 de marzo-19 de abril

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