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Las nuevas reglas de la regla

Una nueva generación de mujeres reivindica la menstruación como un asunto crucial en sus vidas, sus cuerpos y sus emociones. ¿Por qué silenciarla? ¿Por qué seguir pintándola azul? ¿Por qué no hay compresas en los campos de refugiados? La “revolución menstrual” ya está aquí.

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Lola Fernández
LOLA FERNÁNDEZ

Lo comprobamos en la pasada edición de Operación Triunfo: las jóvenes no mantienen ni por asomo la relación con el cuerpo que, por lo general, hemos experimentado las generaciones anteriores. La normalidad con la que han confesado no depilarse o cómo se refieren a la regla nos ha dejado pasmadas. ¿Cómo y cuándo se ha producido este cambio de chip, que no lo hemos visto venir? ¿Cómo es posible que muchas sigamos yendo al baño con el tampón escondido en el bolsillo mientras Aitana es capaz de anunciar en plena firma de discos: “Voy cinco minutos al baño que tengo la regla”?

Las que aprendimos a vivir la menstruación como un horror silenciado, casi como Carrie (inolvidable Sissy Spacek) en su ducha, asistimos hoy a su irrupción en lo público con cierta sensación de haber caído en una trampa. ¿Qué nos daba tanta vergüenza? ¿De dónde vino aquel auto-desprecio? Recordemos: hasta no hace mucho funcionaban supersticiones que nos prohibían lavarnos la cabeza, hacer mayonesa o tocar plantas si teníamos el periodo. Por suerte, hemos desactivado prejuicios y nos queda lo importante: asegurarnos de que las mujeres en situación de pobreza, de calle o en campamentos de refugiadas accedan a los productos higiénicos que necesiten o terminar con la tasa rosa que grava estos productos como si fueran caviar: con el IVA del lujo (un 10%). Las millenial apuestan por una alegre 'revolución menstrual': actualicemos nuestro software. Estas son las nuevas reglas.

1. Fin del silencio

La menstruación ha pasado de asunto íntimo o higiénico a protagonizar el relato. La mayoría de nosotras atribuimos significado a la regla a través de dos referentes televisivos: los anuncios de compresas, donde el objetivo primordial sigue siendo que nada se manche; y aquel capítulo de Verano azul y su 'Bea ya es mujer', que recogía el significado naturalizado de lo menstrual: una mutación instantánea que nos hacía pasar de niña al siguiente estadio sin aclararnos en qué consistía exactamente aquello más allá del nuevo incordio mensual. En general, la cultura pop ignoraba la existencia de la regla y los personajes femeninos jamás la sufrían, ni para bien ni para mal. Hoy, la cuestión se ha integrado en las narraciones televisivas orquestadas por mujeres: 'Fleabag', 'Broad City', 'Girls', 'Vis a vis'... El estigma que la menstruación aún conlleva en países como India forma parte del relato de 'Esta es mi sangre' (Hoja de lata) el libro con el que la periodista francesa Élise Thiébaut desactiva mitos interesados. Lola (Lumen), de la ilustradora chilena Alejandra Lunik, la aborda de manera divertidamente irónica, mientras que la española Raquel Riba Rossy la usa como símbolo de empoderamiento de su personaje estrella: Lola Vendetta. También de aquí es el fanzine ' Regla', en el que 'se dibuja, se siente, se ve y se oye la menstruación como algo bonito'.

2. Desmontando el estigma

La consideración de la regla como algo sucio no tiene nada de natural: es una construcción cultural y social que, por suerte, está mutando. La antropología vino una vez más al auxilio de las mujeres en su tarea de horadar la fortaleza del tabú. A principios del siglo pasado, Margaret Mead descubrió que en Samoa menstruar no suponía un desprestigio, pues su sociedad no se organizaba en términos patriarcales. En su cultura estaba vinculada a la adoración de las divinidades fértiles, mientras en la nuestra nos hace sentir sucias, incómodas e inapropiadas. En la actualidad, la única regla aceptable es aquella que no se mueve, no se nota, no se siente: la hemos borrado del mapa. En el libro ' Cosa de mujeres: menstruación, género y poder' (Sudamericana), Eugenia Tarzibachi explica cómo la aparición de los productos de higiene femenina posibilitó la construcción de un cuerpo femenino amenstrual, donde lo 'defectuoso' del cuerpo de las mujeres quedaba enmascarado. Pero, bajo esta 'liberación de la mujer', seguía sin resolver el asunto del estigma. La vergüenza ante la posibilidad de que una mancha roja traspase la ropa nos sigue afectando.

En Afganistán, creen que las que se lavan durante la regla quedan estériles.

'La lógica que se le aplica es la de la ocultación, como a otros fluidos considerados impuros –dice Begoña Enguix, antropóloga experta en género y cuerpo y directora del grado de Antropología en la UOC–. Aunque es cierto que cada vez existe más apertura, la regla se continúa invisibilizando para ocultar una especificidad femenina que nos coloca en una posición de inferioridad, pues supone mal humor, inestabilidad emocional... Por eso, para evitar la crítica o el control, lo mejor es no nombrarla'. O teñirla de azul en los anuncios de compresas.

En 'Esta es mi sangre', Élise Thiébaut afirma que conocer la historia de la menstruación supone adentrarse en la génesis de la sociedad humana. Thiébaut cita al antropólogo Alain Testart, quien sostiene que si las mujeres tenían vetadas las armas y, por tanto, la caza, era por la prohibición simbólica de mezclar sangres (la menstrual y la del animal cazado). Por tanto, la regla como tabú cultural estaría también en el origen de la división sexual del trabajo que aún sufrimos hoy. ¿No es fascinante?

3. La regla de las que no se la pueden permitir

Conforme cae la ley del silencio, conocemos los secretos menstruales de mujeres que jamás imaginamos en este trance. En 2016, la nadadora Fu Yuanhui asombró a la audiencia al explicar que la cuarta posición de su equipo en los Juegos Olímpicos de Río se debía a que tenía la regla. Un año antes, la tenista Heather Watson explicó que había caído eliminada del Open de Australia por la misma razón, permitiendo a su compatriota y atleta Paula Radcliffe denunciar que ' el deporte no ha aprendido todavía a tratar la menstruación', pues ni los médicos deportivos investigan esta cuestión. Increíble, pero cierto: no contamos con estudios suficientes para constatar cómo afecta la regla al rendimiento deportivo.

El tabú no solo se aplica a la élite del deporte, sino a la máxima pobreza. Las refugiadas se encuentran en una desprotección total: solo las organizaciones sociales tratan de paliar la falta de compresas, tampones y toallitas que sufren en los campos de refugiados, donde las infecciones son una amenaza tan cierta como la violencia. Por desgracia, aún no existe una reglamentación que ordene ampliar el kit de ayuda a los refugiados para que contemple las necesidades de higiene menstrual.

4. Saber del mundo

La consideración social y política de la menstruación es un indicador para leer la situación de las niñas y las mujeres en la sociedad. En todo el mundo existe una preeminencia del tabú cultural y una situación de falta de accesibilidad a las básicas medidas de higiene allí donde existe pobreza. En Bolivia, compresas y tampones no se tiran a la basura porque se cree que la sangre menstrual puede provocar enfermedades, incluido el cáncer. En Irán, el 48% de las jóvenes creen que la regla es una enfermedad. En Afganistán, piensan que las mujeres que se lavan durante la menstruación quedan estériles. En Nepal, el estigma de la impureza es extremo: rige el chhaupadi, una costumbre que requiere encerrar a las mujeres menstruantes en cuartuchos sin electricidad o calefacción o chozas en el bosque. No se les permite tocar fruta fresca, leche, verduras o el ganado por temor a que los contaminen. En algunas zonas tampoco pueden leer o escribir para no enfadar a los dioses.

5. Del llanto a los súper poderes

Con la deconstrucción del estigma, la narrativa al respecto de la regla se enriquece con matices. Sin llegar al extremo de negar el síndrome premenstrual, sí se cuestiona el mito de atribuirnos mal humor en esos días del mes. La doctora Sarah Romans, de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), revisó los estudios sobre los cambios de humor atribuidos al SPM y concluyó que más de la mitad de ellos no conectaban realmente menstruación con mal humor. Por otro lado, el aumento de progesterona que se produce en la segunda mitad del ciclo menstrual son comparables a los altibajos emocionales que producen las fluctuaciones de testosterona en los hombres.

El 23% de las niñas de la India abandona la escuela por no tener acceso a compresas.

Además, el relato único de la menstruación, ese que la liga al embarazo y la fertilidad, se rompe con lecturas que la subrayan como un indicador de salud y un factor de longevidad. El flujo anuncia cuando algo no funciona bien: vigilar su color, olor y duración es utilísimo y nos permite autoconocernos y ser más conscientes de nuestra salud. De hecho, la regla es uno de los factores que explica que las mujeres vivamos más. Un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de California descubrió en 2016 que las mujeres que tienen su primera regla y la menopausia tardía aumentan sus posibilidades de vivir nueve décadas.

6. Retos: De la educación a la salud

La ruptura del tabú ha desatado la reclamación a los gobiernos. El asunto es transversal: supone una reflexión en lo educativo, en lo fiscal y en lo asistencial. Preguntémonos: ¿cómo se habla de la regla en las escuelas? Por otro lado, la cuestión de los impuestos también reclama una revisión. Después de una campaña liderada por la modelo Adwoa Aboah, el gobierno británico anunció que todo lo recaudado por la llamada 'tasa rosa' (esa que grava los productos higiénicos femeninos con el impuesto del lujo) se dedicaría a paliar la 'pobreza menstrual': redundaría en las familias británicas empobrecidas. En noviembre de 2017, el gobierno canario anuló la tasa del 3% vigente en las islas ( en la península tenemos el 10% en vez del 4% que se aplica a los productos de primera necesidad). En lo asistencial, la urgencia tiene que ver con las mujeres encarceladas o homeless: ¿por qué no se considera el acceso a estos productos un derecho humano que se dispense gratis en casos de máxima necesidad?

7. El altavoz

Una de las decisiones más celebradas de Meghan Markle fue invitar a siete representantes de otras tantas organizaciones benéficas y donarles sus regalos de boda. Entre ellas estaba su favorita y única no británica: la Myna Mahila Foundation, dedicada a aprovisionar de compresas y tampones a las mujeres de los slums indios para luchar contra la llamada 'pobreza menstrual'. Según Unicef, el 23% de las niñas indias abandonan su educación por no tener acceso ni a compresas ni a cuartos de baño. En Etiopía, el 56% de las niñas no van a clase durante la regla por carecer de material higiénico. En el África subsahariana, las niñas pierden un 20% de los días de clase por esta misma razón. La Duquesa de Sussex viajó en 2017 a Mumbay para conocer de primera mano el trabajo de Mahila y, a la vuelta, escribió un ensayo para la revista Time en el que defendía el fin del tabú acerca de 'la cosa más natural del mundo'.

8. Descubrir nuestra naturaleza cíclica

Un paso más allá de la clínica, la higiene y la política se encuentra la evidencia de estar conectadas a un ciclo hormonal, una sucesión de fases cuya presencia puede depender tanto de la constitución de cada cuerpo como de la atención que les prestemos. Erika Irusta, pedagoga menstrual y fundadora de la comunidad soy1soy4.com, incide en los beneficios de conocer el cóctel hormonal personal y los cambios químicos que produce. La clave está en diseccionar las cuatro fases del ciclo menstrual y sus particularidades físicas, psicológicas y anímicas: un ir y venir de estrógenos y progesterona que hace que nuestro cuerpo se queje (dolores, irritabilidad...) si no está en equilibrio. Estrés, mala alimentación, cansancio o exigencias de productividad afectan a esta especie de medidor de máxima receptividad de nuestra calidad de vida que es nuestro ciclo menstrual.

9. Placer sexual: Pros y precauciones

Las sexólogas achacan a la mayor lubricación y tensión de la vagina, y al ascenso y descenso de estrógenos, un posible aumento del placer sexual en las relaciones durante la menstruación. Ciertas variaciones en la posición de la cérvix también podrían intervenir en las variaciones del placer en esta circunstancia. Además, mantener relaciones sexuales con la regla disminuye el dolor menstrual gracias a la liberación de oxitocina y endorfinas. Como contrapartida, aumenta ligeramente el peligro de contraer enfermedades o infecciones de transmisión sexual. Precauciones máximas.

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