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A salvo del melanoma

Nuestra obsesión por broncearnos nos sigue pasando factura: cada año se diagnostican en España 4.000 nuevos casos de melanoma, el cáncer de piel más agreviso. Ahora que estás con un pie en la playa, ¿sabes si estás a salvo?

Haz click en la galería de imágenes para descubrir los mejores fotoprotectores de cara y cuerpo que cuidarán de tu piel este verano./instagram

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Silvia Vivas
SILVIA VIVAS

Año tras año no paran de crecer: las cifras de cáncer de piel aún no se han estabilizado y los dermatólogos no tienen demasiada esperanza de que esa propensión al alza se frene, al menos, de momento. ¿El motivo? Que estamos pagando ahora, con intereses, los créditos que firmamos hace décadas, cuando empezamos a ir a la playa en masa sin más protección que una sombrilla. El doctor Agustín Buendía, coordinador nacional de la campaña Euromelanoma, lo sabe bien: “El aumento en las cifras de melanoma es resultado de los hábitos que nuestra sociedad incorporó hace unos 40 años, cuando los españoles empezamos a veranear y a tomar el sol, y comenzamos también a quemarnos. Esos hábitos se han mantenido durante años, y ahora estamos sufriendo sus consecuencias”.

En nuestro descargo, podemos alegar que, según los datos de la OMS, lo mismo está pasando en el resto del mundo, y que no somos los únicos a los que el amor por el bronceado está metiendo en problemas. Cada año se diagnostican 132.000 nuevos casos de melanoma en nuestro planeta, una cifra elevada que nos hace preguntarnos si estamos aprendiendo la lección o si, dentro de 40 años, estaremos igual o peor que ahora.

¿Sabemos por fin defendernos del sol? “En concienciación hemos avanzado bastante- asegura el dr. Alberto Conde Taboada, jefe del Servicio de Dermatología de la MD Anderson Madrid-. Hace años no existía ningún tipo de conocimiento de este tema y ahora sí lo vamos teniendo, sobre todo en gente que está en riesgo de padecer un cáncer de piel porque tiene algún antecedente familiar. Aunque seguimos manteniendo la cultura del bronceado en la que identificamos estar guapos con estar morenos, y eso lleva a que sigamos poniéndonos al sol más de lo estrictamente recomendable”.

Una aplicación para no quemarte tomando el sol

  • Se llama UV-Derma y es una aplicación gratuita realizada por la Universidad de Málaga en colaboración con la Fundación Piel Sana. Te ofrece datos ajustados a tu caso particular y te informa, tras consultar las condiciones metereológicas del lugar en el que te encuentras y la hora que es, de cuánto tardará tu piel en quemarse.

  • Además, entre otros datos interesantes, ofrece información sobre fotoprotección para niños y deportistas y te explica los signos a los que tienes que estar atenta.

Conociendo al enemigo

El cáncer de piel es el más fácil de prevenir que existe: basta con no abusar del sol para evitar sufrirlo. Pero parece que, con tal de volver a la oficina con un tono tostado, algunos están dispuestos a correr ese riesgo. “Aún no hay conciencia de que el bronceado es, en realidad, una señal de lesión en la piel. La piel reacciona ante un daño solar produciendo melanina, bronceándose, y eso desencadena una serie de daños acumulativos que terminan pasando factura”, explica el dr. Agustín Buendía. Esa factura, si es elevada, se llama cáncer de piel: 74.000 españoles la pagan cada año en nuestro país, en forma de diagnóstico de cáncer de piel no melanoma; 4.000 reciben peores noticias: padecen melanoma, la modalidad de cáncer responsable del 90% de las muertes provocadas por esta enfermedad.

El de piel es el cáncer más fácil de prevenir: basta con no abusar del sol.

Haciendo un repaso de los rayos solares más dañinos para nuestra piel, la lista la encabezan, sin lugar a dudas, la radiación ultravioleta B y A. La UVB provoca mutaciones en el ADN cutáneo y la UVA, radicales libres que dañan el ADN y otras estructuras celulares. “La radiación UVB es más mutágénica y, por lo tanto, más inductora de cáncer, aunque se ha demostrado que también la radiación UVA contribuye a la génesis de cáncer de piel”, explica la dra. Yolanda Gilaberte, vicepresidenta de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Para que nos hagamos una idea de la importancia del efecto que estas radiaciones provocan en la piel basta con recordar un dato: son las responsables de que nos “quememos” al sol. Y una persona que haya sufrido cinco o más quemaduras de piel a lo largo de toda su vida tiene el doble de riesgo de padecer un melanoma que otra que se haya ahorrado esa experiencia.

Queda claro: tostarnos al sol de forma voluntaria no es sano para la piel, los errores que cometemos en verano son muchos. Pero ¿y si usamos para nuestras largas sesiones playeras un buen fotoprotector?

Pues la realidad es que tampoco podemos jugarnos todo nuestro capital solar a esa carta. Para muchos, aplicarnos crema solar ya es sinónimo de estar haciendo las cosas requetebién y, tras este gesto, llegan las maratonianas jornadas de bronceado. Pero nos equivocamos. “Hay que disfrutar de la vida al aire libre y usar los productos adecuados para hacerlo con seguridad, sin quemaduras solares ni otros daños; pero no se debe usar un fotoprotector para “tomar el sol”, expone la dra. Gilaberte.

Ningún protector por debajo del factor 30 garantiza la protección.

Una crema con alto SPF bien utilizada es fundamental para una adecuada fotoprotección. Pero hay que hacer hincapié en ese buen uso. “La protección total no es real – asegura el dr. Alberto Conde Taboada–. Una crema con un SPF alto (un 50, por ejemplo) protege un 90 y muchos por ciento, pero no un 100%. Y esa protección varía mucho según el tiempo que hace que nos lo hemos aplicado, si nos la hemos puesto bien... Lo que no podemos hacer, por mucha crema que nos echemos, es estar en una playa del Mediterráneo a las tres de la tarde en agosto. El abuso de confianza nos puede llevar al mal uso de una medida de protección”.

Falsa seguridad

A la hora de usar estas cremas debemos tener claro que el factor de protección solar no nos exime completamente del riesgo de quemaduras. Y, tengas el tipo de piel que tengas, cualquier dermatólogo te va a recomendar siempre que uses factores de protección por encima de 30 (aunque lo ideal es un 50). “Los factores bajos están desaconsejados porque tienen resultados muy variables –advierte el dr. Conde Taboada–. Una protección baja ofrece una sensación falsa de seguridad; creemos que estamos a salvo, pero realmente no sabemos hasta cuánto protegen estas cremas. Y no nos podemos fiar de lo que pone en los envases porque es teórico, parámetros medidos en laboratorio. Si te pones un factor 10, y muy poquita crema, la protección te puede durar menos de lo que especifican las indicaciones del fabricante”.

Entonces, ¿qué podemos hacer para que la protección de nuestra piel sea real?: escoge uno de factor de protección alto (del 30 al 50); aplícalo cada vez que hagas vida al aire libre, desde tus s esiones de running matutinas hasta un día en la playa; úsalo en toda la piel expuesta en cantidad suficiente (2 ml/cm2), sin olvidar zonas habitualmente descuidadas, como los empeines o las orejas; y vuélvelo a aplicar cada dos o tres horas, porque es casi imposible que hayas logrado aplicar la cantidad adecuada de producto en toda tu piel. Y, por fin, una buena noticia: no hace falta que te lo lleves puesto desde casa. Los fotoprotectores con SPF elevado son efectivos a los cinco minutos de aplicarse, según ha demostrado un equipo de investigadores de la Universidad de Málaga en un artículo que acaban de publicar en la Revista Europea de Dermatología.

Pero la protección contra el sol no consiste solo en crema. La ropa que llevamos puesta es otra de las barreras que pueden defender nuestra dermis, “al fin y al cabo, la ropa no se degrada ni se elimina con el sudor, el frotamiento o el agua. Si, además, utilizamos ropa con fotoprotección, genial, porque ya conocemos su UPF [factor de protección contra los rayos UV de la tela]”, explica la dra. Yolanda Gilaberte. Pero como en el caso de las cremas solares, la ropa también tiene manual de uso. Por ejemplo, a una veraniega y ligera camiseta blanca de algodón se le supone un SPF bajo, de un 5 a un 7; sin embargo, si esa misma camiseta se moja, su factor de protección casi desaparece.

Para evitarlo, en EE. UU. empresas como SunGuard ofertan aditivos que, añadidos al detergente tradicional, aumentan la capacidad de fotoprotección de las prendas de fibras naturales lavado tras lavado, para llevar ese 5 de la camiseta de algodón hasta un 30.

Una ayuda extra

“Esto, a priori, me parece complicado –advierte el dr. Conde Taboada-. Puede que sea real, pero creo que es más fácil ponerse una crema solar y usar prendas normales; nunca puedes estar seguro de hasta qué punto una prenda de tu armario te protege. Otro asunto es la ropa creada con protección solar, que es claramente un punto a favor, especialmente para las personas que tienen problemas con el sol. Pero no podemos perder de vista que la ropa cubre lo que cubre, es un apoyo más que hay que usar junto a otros elementos como la crema”.

El elemento definitivo e imprescindible para proteger la salud de la piel y, de paso, conseguir bajar nuestras cifras de cáncer es cambiar nuestras costumbres y ampliar nuestra cultura solar. Hasta que eso no ocurra, es difícil que bajemos de los 4.000 casos de melanoma al año... por mucha fotoprotección que usemos.

Mantén los lunares bajo control

Son los que marcan la diferencia. Y no solo porque su forma sea un indicador de un posible melanoma. Lo más sorprendente es que un reciente estudio del Instituto Nacional del Cáncer norteamericano ha descubierto que las primera víctimas en desarollar un cáncer de piel son aquellos que tienen menos de 20 lunares en todo el cuerpo.

Por supuesto, también son ellos los que dan la voz de alarma para un posible carcinoma ¿En que hay que fijarse para controlarlos? En si tienen forma asimétrica, si poseen bordes irregulares o si han crecido de repente. Pero también en si se convierten en un lesión permanente que sangra de forma súbita o en una pequeña herida que no termina nunca de curarse.

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