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Razones por las que la gastroenteritis aparece más en verano

Aunque podemos padecerla a lo largo del año, esta enfermedad aparece con más facilidad en verano. Damos algunas recomendaciones para pevenirla.

La gastroenteritis aparece en verano. / D.R.

David Saldaña
DAVID SALDAÑA

Después de un duro año de trabajo invernal, posiblemente llevamos muchos meses planificando nuestras ansiadas vacaciones de verano. Pero hay que tener mucho cuidado, ya que este esperado periodo de asueto se puede ver truncado de manera abrupta e inesperada si no estamos alerta y prevenimos las gastroenteritis.

Hace pocos días hemos podido leer la noticia de un crucero en el Caribe en el que la mayoría de sus pasajeros se han visto afectados por esta enfermedad, convirtiendo el preciado viaje marítimo con escalas en un auténtico calvario. Durante el periodo vacacional, muchas veces visitamos países en vías de desarrollo, donde las medidas de higiene alimentarias no son a las que estamos acostumbrados en nuestro día a día.

También recientemente, hemos podido ver un vídeo en el que se preparaban bebidas en un aparcamiento próximo a una de nuestras playas, sin la menor medida higiénica. El problema también lo tenemos en casa.

¿Qué lo provoca?

La mayoría de las veces, este trastorno es producido por un virus, sobre todo, durante los meses invernales, pero también puede deberse a una infección bacteriana, por ejemplo como las famosas salmonelosis, entre otras causas. En muchas ocasiones se produce por la ingesta de alimentos o bebidas en mal estado, que han estado sin refrigerar o que están contaminados por una deficiente manipulación.

La carne poco cocinada o cruda, los huevos, el marisco, los lácteos sin pasteurizar, el pollo, los vegetales sin cocinar o incluso el agua, zumos o el hielo, pueden provocarla. La mala higiene a la hora de manipular los alimentos aumenta las posibilidades de contraer este tipo de enfermedades.

¿Cómo tratarlo?

Los síntomas más comunes los conoce todo el mundo: náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal... En ocasiones, también puede producirse fiebre acompañada de escalofríos, sudoración, fatiga o dolores musculares y calambres. Estos síntomas se suelen producir entre las 12 horas y los tres días posteriores a haber contraído la infección. Hemos de estar alerta y procurar iniciar el tratamiento pronto.

Aunque no sea el mismo caso, cuentan que Thomas Jefferson, uno de los padres de los Estados Unidos de América, padecía diarrea crónica y esta enfermedad pudo, incluso, estar relacionada con su muerte.

Hay que ser especialmente cuidadoso con niños y con ancianos. La diarrea y los vómitos, si no se tratan, pueden causar deshidratación. Esta se manifiesta con sed, boca seca, orina oscura, sequedad cutánea, dolor de cabeza... Esta deshidratación puede ser una complicación muy grave si no se trata adecuadamente y produce millones de muertes al año, sobre todo de niños de países subdesarrollados.

La principal medida para paliar la infección gastrointestinal consistirá en la recuperación del agua y de las sales perdidas por la diarrea y los vómitos. Esto se pude lograr mediante la ingesta de bebidas isotónicas o suero oral, por ejemplo. Existe el mito de que la Coca-cola cura la diarrea, algo que no es cierto, aunque puede ser útil para combatir la deshidratación si no tenemos otra cosa a mano.

Los antibióticos no se utilizan para el tratamiento, salvo en casos extremos y, normalmente, son de uso hospitalario con supervisión médica. Según vayan mejorando los síntomas, iremos introduciendo otros alimentos progresivamente. En un principio, serán recomendables alimentos astringentes, como el arroz, la zanahoria o las infusiones para normalizar nuestro ritmo intestinal.

Prevención

Para prevenir la gastroenteritis, es fundamental extremar las medidas higiénicas, tal y como ya hemos señalado. Esto adquiere una especial importancia cuando se producen en niños, ya que en ellos es mucho más fácil su propagación. Es por esto que, cuando tenemos esta enfermedad, es recomendable mantener reposo en casa, lavarse frecuentemente las manos y no compartir elementos de higiene personal.

Deberemos extremar la limpieza a la hora de cocinar o de manipular los alimentos y evitar que los que sean perecederos se mantengan fuera del frigorífico, sobre todo, cuando hace calor.

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