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Alzheimer, 10 claves para no olvidarlo

En nuestro país hay más de un millón de personas afectadas por esta enfermedad y, al ritmo el que envejece la población, para el año 2050 la cifra se habrá disparado. ¿Hay manera de prevenirlo? ¿Habrá pronto una cura? Con motivo del Día Mundial del Alzheimer recordamos los avances sobre la enfermedad del olvido.

Escena de la película El diario de Noa. Pincha en la imagen para descubrir los alimentos que mejor cuidan de tu cerebro./pinterest

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Beatriz García
BEATRIZ GARCÍA

El Alzheimer es la causa más frecuente de demencia y también de dependencia. Aunque los datos oficiales afirman que en España hay unos 800.000 enfermos, los expertos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) aseguran que serían más de un millón, ya que entre el 30 y el 40% de los casos están aún sin diagnosticar. Eso solo en nuestro país, porque alrededor del mundo esta enfermedad va poco a poco borrando los recuerdos y las capacidades de cerca de 47 millones de personas, una cifra que, según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud ( OMS), podría haberse triplicado en el año 2050.

La buena noticia es que, aunque buena parte de lo que sucede en esos cerebros sigue siendo un misterio, los científicos le tienen declarada la guerra a este mal del olvido y los últimos estudios apuntan a que uno de cada tres casos podrá prevenirse. Respondemos a 10 de las preguntas más frecuentes. Todo lo que hasta el momento la ciencia ha descubierto sobre el Alzheimer y tú necesitas saber.

1. ¿Qué le pasa al cerebro?

Se trata de una enfermedad neurodegenerativa, lo que quiere decir que está causada por una destrucción progresiva de las neuronas y de las conexiones que existen entre ellas ( sinapsis). Y aunque no se sabe cuáles son las causas primeras que desencadenan esta destrucción, sí se conocen algunas de las alteraciones neurobiológicas que se producen y parece que entre los responsables se encuentran dos proteínas. La primera es la beta-amiloide, que se acumula en el exterior de las células nerviosas formando placas que dificultan su funcionamiento. La otra es la proteína Tau, cuya función es esencial en el mantenimiento de la estructura de las neuronas y el tráfico de nutrientes en su interior, pero que por causas todavía desconocidas comienza a retorcerse y enmarañarse formando ovillos. “Ambos cambios patológicos en el cerebro provocan daños en su estructura y sus funciones. Se dañan especialmente las sinapsis, que son las vías de comunicación entre las neuronas. Se producen también cambios en los neurotransmisores, las biomoléculas que transmiten la señal entre las neuronas dentro de la sinapsis”, explican los doctores Nolasc Acarín y Ana Malagelada, especialistas en neurología y autores del libro Alzheimer. Envejecimiento y demencia (RBA).

2. ¿Cómo podemos distinguir Alzheimer de despiste?

Los primeros daños que causa la enfermedad se producen en el hipocampo, la zona del cerebro responsable del proceso de aprendizaje y de la memoria a corto plazo. Por esta razón, en las fases iniciales las personas con esta patología tienen dificultades para recordar acontecimientos que han sucedido recientemente o para retener nueva información. Por eso es frecuente que repitan una y otra vez la misma pregunta.

Los enfermos de Alzheimer no tienen conciencia de haber olvidado algo.

Estos fallos de memoria van más allá de los olvidos cotidianos que nos ocurren a cualquiera. “En general, los olvidos que presentan los pacientes con Alzheimer suelen ser importantes y frecuentes. Además, no mejoran con pistas y no tienen conciencia del olvido, por lo que suelen negar que aquello que no recuerdan haya pasado”, aclara el dr. Marcos Llanero, coordinador del Grupo de Estudio de Neurogeriatría de la Sociedad Española de Neurología.

3. ¿Cuáles son las señales de alarma?

A medida que la enfermedad progresa hacia otras partes del cerebro, va afectando a funciones como la c apacidad para prestar atención, resolver problemas o tomar las decisiones acertadas. La Fundación Pasqual Maragall señala los siguientes síntomas para acudir al médico:

Dificultad para seguir instrucciones, realizar la contabilidad doméstica, tomar la medicación, cocinar, ir a la compra o vestirse. Desorientarse en lugares conocidos. Mostrar dificultades para seguir una conversación y emplear un lenguaje pobre. Perder objetos personales importantes o dinero. Descuidar la higiene. Sentir falta de interés o dificultad para realizar actividades que antes disfrutaba y por la interacción social. Sufrir cambios de personalidad (ser más desconfiado, estar triste...).

4. ¿Cómo se trata esta enfermedad?

Existen medicamentos que pueden ayudar a controlar sus síntomas durante algún tiempo. Una vez que el neurólogo establece el diagnóstico (a través de la historia clínica, las pruebas de neuroimagen oportunas, exámenes neuropsicológicos y, si es oportuno, un análisis del líquido cefalorraquídeo), se iniciará el tratamiento que se basa en dos pilares: el no farmacológico (estimulación cognitiva) y el farmacológico. “Por un lado hay fármacos específicos para la propia enfermedad (como los inhibidores de acetilcolinesterasa y la memantina) y por el otro el tratamiento sintomático de las alteraciones que produce la enfermedad (como el insomnio o la agitación)”, explica el dr. Marcos Llanero.

5. ¿Se está estudiando una vacuna para el Alzheimer?

Un nuevo ensayo clínico, en el que participa la Clínica Universidad de Navarra entre otros hospitales españoles y europeos, busca que el enfermo desarrolle sus propios anticuerpos para combatir los depósitos de amiloide. El ensayo va dirigido a pacientes en una fase de deterioro cognitivo incipiente, en los que la enfermedad repercute aún poco en su día a día. “Consiste en la inyección de un fragmento de proteína amiloide, de tal forma que el paciente crearía una resistencia y produciría sus propios anticuerpos que irían contra esa proteína”, explica el dr. Mario Riverol, especialista en Neurología de la Clínica. El procedimiento se basa en una inyección subcutánea, que se administra seis veces a lo largo de un año y que, de funcionar, “limpiaría” el cerebro de esta proteína y, por lo tanto, frenaría el desarrollo de la enfermedad.

6. ¿Es una enfermedad hereditaria?

La historia familiar y la genética predisponen, pero no determinan el desarrollo de la enfermedad. El riesgo de que un individuo con un familiar de primer grado (progenitor o hermano) afectado la padezca es entre dos y tres veces superior al de la población general. La mutación genética más estudiada se halla en el gen ApoE4. La presencia de esta mutación aumenta el riesgo de contraer la enfermedad entre dos y cinco veces, y reduce la edad de aparición en seis o siete años. No obstante, tener este gen mutado no significa que se padecerá irremediablemente la enfermedad ni carecer de él nos pone a salvo. De hecho, la Comisión de Prevención y Atención a la Demencia, impulsada por la revista científica The Lancet y que reúne a 24 expertos internacionales en esta enfermedad, asegura que si se pudiera evitar el alelo ApoE4 los casos solo se reducirían un 7%.

7. ¿Se puede prevenir?

Esa misma comisión internacional de expertos señala que uno de cada tres casos, sí se puede prevenir. De hecho, ha calculado que, adoptando hábitos saludables y tratando trastornos como la hipertensión, la diabetes o la depresión se podrían reducir los casos de demencia en un 35%. Para reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad, en primer lugar, hay que controlar los factores de riesgo cardiovascular (tensión arterial, diabetes); en segundo, mejorar la dieta (aumentando el consumo de ácidos grasos omega-3) y en tercero, incrementar la actividad física. Para tenerlo más claro: todo lo que es bueno para el corazón, lo es para prevenir la demencia.

8. ¿Sirve de algo hacer crucigramas?

Sí, pero no solo esos pasatiempos, sino los desafíos mentales de cualquier tipo. Tal y como señala la Sociedad Española de Neurología, muchos estudios han mostrado que un alto nivel de educación se asocia a una mayor probabilidad de mantener en el tiempo un funcionamiento cerebral adecuado. Además, tareas como leer, asistir a conferencias o participar en juegos de mesa, entre otras, suponen un menor riesgo de deterioro cognitivo y de demencia si se realizan con asiduidad. Al estilo de vida cardiosaludable y a la actividad mental e intelectual, habría que añadir también una vida social activa y fomentar sentimientos de autoeficacia y de autoestima.

9. ¿Conservan los enfermos sus sentimientos?

Sin duda, aunque llegue un momento en el que ya no serán capaces de expresarlos. Lo último que pierde un enfermo de Alzheimer es la memoria afectiva. “Las emociones, aunque se alteran por la enfermedad, suelen estar preservadas. Por ello los pacientes pueden recordar en muchos casos acontecimientos emocionalmente importantes, lo que da mayor relevancia si cabe a desarrollar los acontecimientos positivos y mantener con ellos una actitud cariñosa”, señala el neurólogo Marcos Llanero. En muchos casos, puede que no recuerde que hoy recibió una visita o que alguien le regañó, pero la alegría o la tristeza que provocaron estos hechos permanecen. Por eso, desde la Confederación Española de Alzheimer, señalan algunos consejos para familiares y cuidadores:

Haz que el enfermo se sienta querido y protegido. Abrázale, muéstrale afecto.

Recuerda que sigue entendiendo. Por eso no hay que hablar del enfermo como si no estuviera, debemos evitar hablar de él con otras personas si está delante.

10. ¿Hay motivos para el optimismo?

Actualmente hay en marcha alrededor de un centenar de estudios, en diferentes fases, en todo el mundo. Muchos de ellos van encaminados a la detección de biomarcadores que permitan un diagnóstico precoz y a probar la eficacia de los fármacos antes de que se desarrolle la enfermedad, porque se cree que las fórmulas desarrolladas hasta el momento han fracasado porque se empiezan a administrar cuando la enfermedad ya lleva 15 años haciéndose fuerte en el cerebro. “En este momento hay muchas líneas de investigación abiertas para conocer más a fondo la enfermedad y buscar nuevos tratamientos. En algún momento, estamos convencidos, muchas de ellas darán resultados positivos, por lo que somos optimistas al respecto", asegura el doctor Llanero.

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