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Verdades y mitos sobre las piedras curativas

Desde los años 70 han proliferado teorías sobre el supuesto poder de sanación de algunos minerales. ¿Pero qué hay de cierto en estas afirmaciones? Ya se lo avanzamos: nada.

Las piedras no tienen propiedades curativas. / D.R.

David Saldaña
DAVID SALDAÑA

No hace falta caminar mucho, solo darnos una vuelta por una librería o unos grandes almacenes para encontrarnos un libro de cristaloterapia, gemoterapia o como queramos llamar a la disciplina que utiliza cristales, rocas o piedras para, supuestamente, curar enfermedades. ¿Quién no conoce a alguien que tiene en su casa alguno de estos cristales? De hecho se dice que casi todas las periodistas más populares como Ana Rosa Quintana o Rosa Villacastín poseen grandes cristales de cuarzo rosa.

Alguna de las afirmaciones publicada en alguno de estos libros ha creado gran polémica en Francia y ha sido objeto de artículos en prensa y de protestas de asociaciones de afectados y enfermos. Concretamente en uno titulado 'Guía Práctica de Litoterapia' publicado por la editorial Tredaniel, se puede leer, entre otras cosas de lo más sorprendentes, que existe una piedra que "ayuda a tratar el sida". Esto ha causado un gran revuelo y varias librerías han sido duramente atacadas en redes sociales por asociaciones de afectados.

¿Las piedras, cristales o rocas poseen algún tipo de poder curativo? La respuesta tajante es NO. No existe ninguna enfermedad física o psicológica y no existe ningún trastorno en el que se haya demostrado ninguna eficacia terapéutica de alguno de estos elementos.

No existe ninguna publicación científica seria que ponga de manifiesto algún poder curativo y por supuesto no se emplean, en ninguna especialidad médica para tratar enfermedades aparte de los minerales o rocas radioactivas que son capaces de producir radiaciones ionizantes. Este tipo de radiación es la que tiene capacidad de alterar los átomos y por lo tanto nuestros tejidos, y es responsable de daños, por ejemplo, después de una explosión nuclear como el al accidente de Chernóbil o es utilizada en radioterapia para realizar tratamientos oncológicos. El resto de minerales, cristales, etc. solo son capaces de transmitirnos energía térmica, es decir calor. De hecho, es más bien, todo lo contrario, se lo transmitimos nosotros a ellos ya que suelen estar más fríos.

Tráfico de minerales

Este tipo de creencias no son nuevas, se pusieron de moda en los años 70 con el movimiento New Age. Durante estos años ha pasado de ser una moda entre los jipis a que celebrities como Kim Kardashian, Adele o Victoria Beckham no se despeguen de sus piedras amuletos. La extracción y el tráfico de estos objetos se ha convertido en un negocio de millones de euros. Además numerosas asociaciones han puesto de manifiesto las condiciones infrahumanas en la que se encuentran los mineros, que son incluso niños, en países que generalmente suelen ser del tercer mundo.

Si uno se pone a leer alguno de los libros o guías de la disciplina puede encontrarse con afirmaciones tan sorprendentes como que las perlas curan el egoísmo y el escepticismo, ¿el escepticismo necesita cura? También con que la piedra ágata cura los trastornos de la menopausia, ¿acaso este mineral tiene células endocrinas en su interior? o que las esmeraldas curan la envidia. Debe ser la que te tienen cuando te las ven puestas.

En el año 2001 se realizó un estudio con voluntarios a los que se les dio cuarzo real o cuarzo falso, diciéndoles que era verdadero. Se demostró que no existía ninguna diferencia en las personas que refirieron haber experimentado efectos positivos entre los grupos con mineral falso o auténtico. Está claro que todo es mera sugestión.

Si hay algo realmente cierto y que debe tener siempre en mente es que no debe abandonar ningún tratamiento que le haya prescrito su médico para tratarse con una roca, mineral o cristal. Ninguna de estas sustancias le va a curar si tiene alguna enfermedad y, si esta es grave, puede que cuando se de cuenta ya no tenga remedio y lo único que le quede es lamentarse.

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