Uno pone la televisión o lee las noticias y no para de ver enormes tempestades que inundan pueblos y ciudades, desplazando a miles de personas. Paralelamente, los incendios forestales son cada vez más frecuentes y algunos acechan grandes núcleos de población. Venecia se inunda y a miles de kilómetros, un oso polar escuálido hace equilibrios sobre un témpano de hielo ya que no tiene comida ni terreno helado para caminar. El calentamiento global es una realidad. Y esta semana se celebra en Madrid la cumbre del clima COP 25.
Más de 25.000 participantes y decenas de jefes de Estado, junto con sonadas ausencias como el presidente de Brasil, que es el país con la mayor reserva forestal del mundo —la selva amazónica— o el presidente estadounidense, Donald Trump, conocido por su escepticismo en estos temas. El cambio climático es una evidencia científica, aunque algunos, por razones o intereses desconocidos se empeñen en negarlo.
Algunos personajes públicos como Antonio Banderas, Pedro Almodóvar, deportistas como Carolina Marín o músicos como Carlos Jean, entre otros, han grabado un vídeo con el lema 'Es tiempo de actuar' para tratar de concienciarnos.
¿El cambio climático puede afectar a nuestra salud? La respuesta es un rotundo sí. Incluso la Organización Mundial la Salud (OMS) y también el Ministerio de Sanidad han emitido sendos informes al respecto. Otros países han tenido iniciativas similares y hay numerosos artículos en prestigiosas revistas científicas que lo corroboran.
El consumo masivo de combustibles fósiles como el petróleo durante los últimos 50 años ha aumentado el CO2 atmosférico, junto con otros gases de efecto invernadero. Esto ha producido un progresivo aumento de las temperaturas, con el consiguiente incremento del nivel del mar y con fenómenos meteorológicos que son cada vez más frecuentes e intensos.
Las olas de calor extremo en sí mismas producen un aumento de la mortalidad. La última que sucedió en Europa se calcula que produjo un exceso de muertes cifradas en 70.000. El exceso de calor también implicó un incremento en los niveles de ozono, polen y otros contaminantes del aire con el consiguiente aumento de enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Incremento de enfermedades
El número de desastres naturales relacionados con la meteorología se ha triplicado en los últimos años. Se calcula que producen más de 60.000 muertes al año. Existirá una gran variabilidad de las precipitaciones con zonas de sequía, en las que escaseará el agua potable y zonas de inundaciones que obligarán a grandes poblaciones a desplazarse.
Esto puede producir un aumento de las enfermedades que se transmiten a través del agua como por ejemplo de las infecciones gastrointestinales, muy relacionados con la mortalidad infantil. Todos estos cambios pueden terminar afectando la agricultura y a la producción de alimentos básicos, con las consiguientes hambrunas y malnutrición acompañante.
Existirá un incremento en las infecciones como por ejemplo el paludismo y otras enfermedades como el dengue, que se transmiten a través de insectos, como los mosquitos. La distribución geográfica y los periodos estacionales de estas enfermedades pueden aumentar junto con la temperatura. Por no hablar de otras enfermedades o desastres que no podemos ni prever en la actualidad.
Tomar conciencia
Como casi siempre, las consecuencias de este cambio climático afectará principalmente a los más desfavorecidos: los niños, sobre todo en países en desarrollo, las personas ancianas o los enfermos con enfermedades crónicas, poblaciones con infraestructuras sanitarias deficitarias, climas extremos y, más pronto que tarde, también las personas que viven cerca de zonas costeras.
Existen diversas opciones que podemos tomar a nivel individual para luchar contra el cambio climático como por ejemplo usar transporte público, ir andando o en bicicleta a nuestro trabajo en vez de usar transporte privado, etc. Los estados pueden realizar políticas como, por ejemplo, el uso de energías sostenibles como la solar o la eólica, reduciendo de esta manera la emisión de gases con efecto invernadero con los consiguientes beneficios para nuestro planeta y, en consecuencia, para nuestra salud y bienestar futuro.