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Las diosas domésticas que hoy nos ocupan no han escapado del estrés a base de saludos al sol, sino de repostería casera aderezada con conservadurismo. Son las tradwives, mujeres blancas de clase media, que quieren recuperar los papeles ultra tradicionales de género y la estética de los años 50. Una de sus impulsoras es Alena Kate Pettitt, que habla del “estilo de vida femenino, las tareas del hogar y de cómo ser una esposa tradicional” en su blog, The Darling Academy, y en sus libros, Ladies like us [Señoras como nosotras] o English etiquette [Etiqueta inglesa]. Tras descubrir en internet que no era la única que no creía que la domesticidad fuera un yugo social, lo dejó todo para cuidar de su familia y su casa. Si antaño recluirse en el hogar implicaba desaparecer de la esfera pública, hoy las redes son un escaparate en el que presumir de delantales perfectos y elaborados guisos.
Comencemos con el primer ingrediente de esta receta con una pregunta: ¿cómo es una mujer tradicional? Julia Ebner, autora de La vida secreta de los extremistas (Temas de Hoy), descubrió que no responde a un perfil único. “Conocí a tradwives de diferentes perfiles: algunas tenían doctorados, otras no habían terminado el instituto, algunas provenían de círculos conservadores, otras de familias liberales... La mayoría tenía de 20 a 35 años. El único patrón era una desesperada búsqueda de amor y pertenencia. Muchas tenían crisis de identidad relacionadas con su rol como mujer en la sociedad”.
Emily Matchar, autora de La vuelta a la casa: por qué las mujeres están adoptando una nueva domesticidad (Simon & Schuster), añade otro ingrediente al creer que este movimiento encuentra sus raíces en el descontento de la clase media joven: pese a ser mujeres con dinero para poder disfrutar de tiempo libre, no tienen suficiente para que otros cuiden de sus hijos y sus casas. Frustradas ante el mercado laboral, abogan por una vida que gira alrededor del hogar.
Pese a su angelical estética, Julia Ebner asegura que lo peligroso de las tradwives es que defienden ideas con las que es fácil empatizar. “Tratan temas que, aunque nos conciernen a todos, suelen ser un tabú social o demasiado nuevos. Por ejemplo, hablan sobre los problemas de las citas y las app para encontrar pareja. También sobre la doble carga de las mujeres y los retos de las parejas para mantener relaciones saludables teniendo horarios laborales complicados. Aunque son retos importantes para las mujeres, la solución que ofrecen es regresar a los roles de los años 50”, explica. Incluso Nerea Pérez de las Heras, autora de Feminismo para Torpes (Martínez Roca), admite el encanto del modo de vida que proponen: “Fuera hay precariedad, jornadas agotadoras, estrés, falta de conciliación... Puede resultar liberador alejarse del sistema trabajo-renta, pero que lo hagan solo las mujeres y solo para cuidar gratuitamente es pagar un precio demasiado alto”.
Sumemos ingredientes y mezclémoslos. “En su mundo ideal, las mujeres no tienen que trabajar, sino encargarse de la crianza y las casa. Han de obedecer a sus maridos y esperar al matrimonio para practicar sexo”, explica Julia Ebner. “No hay libertad: o estás en un sistema que está lejos de ser perfecto o dependes de un marido. No veo empoderamiento en ninguna, solo chantaje”, añade Pérez de las Heras.
No es extraño que uno de los libros de cabecera de quien ve este modo de vida empoderador, Alena Kate Pettitt, sea Cómo cuidar y tener contento al esposo (Rayo), de Laura Schlessinger. Este bestseller, que podría ser la peor pesadilla del feminismo, recuerda a las lectoras que “el hombre debe ser el principal proveedor para su familia” y que lo importante es cuidar y hacer felices a sus maridos. “El problema de la feministas es que obligan a las mujeres a encajar en arquetipos masculinos, como si fueran el único modo de lograr la felicidad”, explica la comentarista política Daisy Cousens en YouTube. “En realidad, queremos lo contrario: ocupar espacios de privilegio y de toma de decisiones y que ellos ocupen los espacios de cuidados y trabajo gratuito”, corrige Pérez de las Heras antes de meter la mezcla al horno.
Sacamos el pastel con cuidado de no quemarnos y de aclarar que lo preocupante es algo que Julia Ebner descubrió durante su investigación. “Las tradwives siguen un camino de radicalización diferente al de otros grupos extremistas. En lugar de odiar a un enemigo, se odian a sí mismas y se culpan por sus experiencias negativas con los hombres”. La cuestión es si luchan contra el sistema o contra sus propias inseguridades. Nos lo preguntamos antes de probar nuestra receta, con la tranquilidad de quien sabe que, si no ha salido bien, puede comer un plato precocinado. La vida menos tradicional, a veces, también tiene ventajas.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.