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A la mayoría del grupo de amigas, todas rondando la veintena y de alto poder adquisitivo, se lo pinchan. P. ha adelgazado bastante, pero es compulsiva y vuelve a comer. B. lo tomó en pastillas. «Te quita el hambre y las ganas de vivir», ironiza. La misma B. tuvo que acompañar a M. al supermercado para comprar una bebida isotónica porque tenía náuseas tras la primera dosis. «En momentos de ansiedad, vuelves a comer sin control», comenta L.
Todas estas chicas, que prefieren mantener el anonimato, han sucumbido a Ozempic o similares y ninguna lo ha hecho bajo prescripción médica, sino como medida exprés para quitarse unos kilos de más y enfundarse una talla menos, como hizo Kim Kardashian en la Gala MET 2022 para entrar en el vestido con el que Marilyn Monroe cantó el Happy Birthday, Mr. President a John F. Kennedy y que puso en la diana el fármaco.
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Ante estos testimonios reales y a las puertas del verano, surgen las preguntas: ¿se ha convertido el medicamento en un tratamiento flash de belleza, con los riesgos que esto implica? ¿Cómo se defiende, en la era de la inmediatez, una dieta saludable que requiera constancia? O rizando el rizo: ¿tiene sentido seguir hablando de «dieta»? Los expertos responden.
Nacidos para tratar la diabetes de tipo 2 y la obesidad –una pandemia que desde 1975 se ha triplicado en el mundo, según la OMS–, Ozempic, Wegovy y otros análogos del GLP-1 (un péptido que juega un papel crucial en el control de la glucosa en sangre y que los fármacos imitan) han trascendido el ámbito clínico para acabar convertidos en auténticos vedettes de la farmacia.
«El deseo de perder peso de forma rápida, unido a la notoriedad que han adquirido estos fármacos, ha favorecido su uso indiscriminado, sin indicación ni supervisión profesional. Esto ha contribuido a una cierta obsesión social por el adelgazamiento exprés. El reto ahora es garantizar que se utilicen de forma responsable, con criterio médico y como parte de un plan integral de tratamiento del peso», afirma Susana Monereo, responsable del Servicio de Endocrinología y Nutrición y del Área de Obesidad del Hospital Ruber Internacional de Madrid.
No es la única experta que advierte de los riesgos de utilizar la semaglutida (nombre genérico de estos medicamentos antiobesidad) con mentalidad de dieta flash. La doctora Cristina Petratti, especialista en obesidad y miembro de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), confiesa que en los últimos tiempos ha visto a muchas personas utilizar Ozempic como un atajo: «Considerarlo como solución milagrosa es peligroso. No solo por sus potenciales efectos adversos, sino porque puede crear una falsa expectativa de que no hace falta cambiar nada de nuestro estilo de vida, cuando no es una píldora mágica ni sustituye hábitos saludables».
¿Lo fundamental para adelgazar de forma segura, según esta experta? Combinar, cuando proceda, el tratamiento médico con mejoras en la alimentación y actividad física. «Es mejor pensar en adoptar un estilo de vida más sano, con el que el peso irá bajando, que obsesionarse con una cifra en la báscula», defiende.
También resulta clave, según la doctora Mar Mira, médico estético y codirectora de Clínica Mira+Cueto, que exista un compromiso tanto por parte del especialista como del paciente: «El uso responsable de la semaglutida comienza con una evaluación médica rigurosa, en la que se analizan el historial clínico, los intentos previos de pérdida de peso, el estado metabólico y las posibles causas hormonales subyacentes. El médico tiene la responsabilidad de garantizar que la indicación del tratamiento sea justificada, segura y con objetivos claros, más allá del beneficio estético inmediato«.
La doctora añade: «Del mismo modo, el paciente debe comprometerse activamente en el proceso, siendo honesto sobre sus motivaciones y siguiendo las pautas médicas. Ambos deben entender que se trata de una herramienta clínica que tiene que integrarse en una estrategia centrada en la salud a largo plazo».
A esto hay que sumar el factor psicológico: la mentalidad de «lo quiero y lo quiero ya», más propia de niños que de adultos y tan vinculada a la cultura actual. «Los fármacos como Ozempic no son el problema, pero sí lo es la interpretación social que se está haciendo de ellos, que ha reforzado una visión simplista y casi mágica del adelgazamiento vinculada a la inmediatez. Muchas personas buscan soluciones rápidas sin abordar los factores emocionales, cognitivos y conductuales que están en la base de la obesidad. Por culpa del estigma del peso, quieren cambios estéticos rápidos, pero no calidad de vida o salud a largo plazo», reflexiona Santos Solano, doctor en Psicología Clínica y coordinador del Grupo de Trabajo de Psicología y Obesidad de la SEEDO.
Además se sabe, gracias a los avances en neurociencia, que nuestro sistema de recompensa responde con más fuerza a estímulos inmediatos. «Cambiar hábitos implica esfuerzo sostenido y gratificación demorada, algo que el cerebro tiende a evitar», puntualiza.
Pero, ¿quién está dispuesto a «comprar» un discurso de esfuerzo sostenido en los tiempos del adelgazamiento exprés? Lo primero, según el psicólogo, sería preguntarse la razón por la que se desea bajar de peso, si se hace desde el cuidado o desde el castigo. «Si el objetivo es corregir un cuerpo que no gusta, existe un mayor riesgo de caer en dietas extremas, frustración y efecto rebote. Si se parte del autocuidado, hay más probabilidades de éxito. Por eso es fundamental un enfoque en hábitos, no en restricciones; pensar mejor en sumar (movimiento, descanso, alimentos nutritivos, regularidad), en lugar de solo restar. Las dietas que empiezan quitando, sin contexto, suelen fracasar», ilustra.
Quizás la respuesta esté, tal y como propone la endocrina de Hospital Ruber, en dejar de hablar de «dieta» en el sentido tradicional y empezar a hacerlo de «alimentación saludable y mantenida». «No se trata de prohibirse todo ni de pasar hambre –explica la doctora Monereo–. El reto no es dejar de comer, sino hacerlo bien: con equilibrio, calidad nutricional y una relación más sana con la comida. Si queremos mantener un peso adecuado y estar sanos, tendremos que cuidarnos de forma continuada. Se trata de construir un estilo de vida que se pueda mantener en el tiempo».
De la misma opinión es la doctora Mira, quien defiende que los enfoques nutricionales sostenibles favorecen el mantenimiento del peso y mejoran indicadores de salud como el perfil lipídico, la presión arterial y la glucosa, a diferencia de las dietas rápidas, que a menudo llevan al efecto rebote. «Además, el acompañamiento de profesionales como nutricionistas, psicólogos y entrenadores físicos permite reforzar la educación alimentaria, la regulación emocional frente a la comida y la adherencia a hábitos saludables», apunta.
La adherencia es el gran reto a la hora de adelgazar, a juzgar por los datos. Según un artículo académico publicado en 2023 por los doctores Michael Rosenbaum & Gary D. Foster, solo alrededor del 15% de las personas que pierden peso lo mantienen tras el tratamiento, sea este dieta y ejercicio, farmacológico o quirúrgico. La propia doctora Monereo cuenta que es alarmante la frecuencia con la que pacientes con sobrepeso han experimentado este ciclo.
En su consulta del Hospital Ruber, la media es de cuatro intentos fallidos, pero hay casos de más de 20. A su juicio, el tratamiento con Ozempic y análogos del GLP-1 puede ayudar a lograr la deseada adherencia, así como a mejorar nuestra relación con la comida, pero siempre en compañía de un cambio de hábitos: «Brindan una oportunidad extraordinaria para cuidarse. Es clave aprovechar el tiempo en el que el fármaco está activo para aprender a comer de forma equilibrada y en porciones adecuadas, dejar de utilizar la comida como vía de escape emocional y establecer una rutina de actividad física que mantenga un gasto energético elevado».
Es más, aunque el hambre vuelva cuando se interrumpe la medicación, algo que ocurre, muchas personas ya habrán encontrado la motivación para seguir cuidándose. «El cambio de hábitos llega cuando empiezan a sentirse bien consigo mismas. Mejoran su salud, se gustan, recuperan el control de su vida y la motivación», comparte la doctora.
Las dietas más restrictivas, las llamadas «milagro», suelen ser otro carril para llegar rápidamente a quitarse unos kilos antes del verano. «Adelgazar es relativamente fácil si nos saltamos comidas o seguimos dietas extremas, pero la pérdida de peso saludable ocurre cuando el cuerpo está recibiendo lo que necesita, porque se está nutriendo de forma adecuada, y no porque lo estamos dejando de alimentar», analiza Paula Valiente, nutricionista de Clínica Palasiet, en Benicasim (Castellón).
Para la experta, sin embargo, no existe un único patrón alimentario, y dietas como la paleo, la proteica, el ayuno intermitente o el control de picos de glucosa pueden funcionar de inicio, pero no a largo plazo. «Lo que realmente perdura en el tiempo es no seguir una dieta al pie de la letra, sino cambiar los hábitos poco a poco». Algunos logros pueden ser aumentar la cantidad de verduras a lo largo del día, asegurarse de comer la suficiente proteína en cada ingesta y no eliminar alimentos, como los carbohidratos o las grasas, ya que son parte esencial de una alimentación equilibrada.
«No hay alimentos prohibidos. Comer sano no significa comer de forma aburrida o poco, sino aprender a disfrutar de lo saludable. Esto es lo que hace que los resultados se sostengan. Cuando los hábitos cambian para siempre, el peso también», sentencia.
Que una alimentación sana y equilibrada no demoniza alimentos es algo con lo que coincide la doctora Cristina Petratti, de la SEEDO: «Puedes comer un trozo de pastel o pizza de vez en cuando, pero dentro de un patrón saludable, donde este tipo de alimentos no sea la norma diaria». Y añade que una buena dieta, a diferencia de otra que no lo es (y que solo te llena), es aquella que nutre y en la que abundan alimentos variados y poco procesados. «La mejor dieta es aquella que te hace perder peso de forma segura, mejora tu salud y, al mismo tiempo, te enseña a no recuperarlo. Si al terminarla vuelves a tus viejos hábitos, no era eficaz sino un parche temporal», insiste.
Por último, a la endocrina del Hospital Ruber no le gusta referirse a las dietas como «buenas» o «malas», ya que todas consiguen que se adelgace si hay un déficit calórico (quemar más calorías de las que se consumen). Sí habla, en cambio, de fidelización: «Lo que le funciona a una persona puede no ser lo ideal para otra. Hay quien se adapta bien al ayuno intermitente, habrá quien prefiera el control de los picos de glucosa y otras personas se sentirán más cómodas con dietas basadas en proteínas. El factor más importante para el éxito a largo plazo es que se pueda seguir de forma constante».
Y recuerda que desde una perspectiva científica sólida, la dieta incuestionable es la mediterránea: «Mientras que el resto se basa más en preferencias, creencias o la capacidad individual para adaptarse a restricciones, la mediterránea no solo es culturalmente cercana y fácil de adaptar, sino que ha demostrado beneficios a nivel cardiovascular, metabólico y en el control del peso. Como en todo, la clave está en la moderación y en ajustar las cantidades a las necesidades de cada persona», concluye.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.