entrevista

Aitana Sánchez-Gijón, Goya de Honor 2025: «Tengo 56 años y llevo en esto desde los 8; igual está bien este reconocimiento»

Quiso convencer a la Academia de Cine de que no merecía el premio. Todavía no. Pero los argumentos a su favor eran irrebatibles. A punto de recibir el Goya de Honor (y de estrenar película), hablamos con la actriz y embajadora de Bulgari sobre sus 40 años de carrera y todo lo que le queda por hacer.

Vestido de Isabel Marant y zapatos de Jimmy Choo. Collar, pulsera y anillo Serpenti Viper, en oro blanco y pavé de diamantes, todo de Bulgari. FOTOGRAFÍA: ROSA COPADO / ESTILISMO: GRETA MACCHI / REALIZACIÓN: GERVASIO PÉREZ
Aitana Sánchez-Gijón, Goya de Honor: sus mejores películas, el edadismo en el cine y la gestión de la depresión y la ira
Marita Alonso
Marita Alonso

«Siento que es un poco pronto, porque tengo la impresión de que me queda mucha carrera por delante. Sin embargo, si me pongo a mirar atrás, tengo 56 años y llevo en esto desde los ocho. Por eso, igual está bien este reconocimiento, ¿no?». Nada más terminar la frase, su expresión cambia. «Espero que no haya sonado arrogante». Precisamente, ese miedo borra inmediatamente cualquier atisbo de una arrogancia que, por cierto, es inexistente.

El próximo 8 de febrero, Aitana Sánchez-Gijón recibirá el Goya de Honor 2025, un premio que, en palabras del presidente de la Academia de Cine, Fernando Méndez-Leite, reconoce a una actriz capaz de otorgar «verdad, sinceridad y profundidad» a todos y cada uno de sus personajes. También será la mujer más joven en recoger el cabezón de honor en la historia de los Goya. «Antonio Banderas es la persona que antes lo ha recibido y me alivia que haya un precedente, me quita un peso de encima. Me tomo este reconocimiento con mucha perplejidad. He intentado convencer al presidente de que estaban muy equivocados y ahora estoy aceptándolo con agradecimiento», explica con modestia.

Tenía tan solo 13 años cuando se fue de gira por primera vez con el grupo de teatro La Barraca; con 16, debutó en el cine en Romanza final (Gayarre), de José María Forqué. Y antes de cumplir los 30, la serie La Regenta la convirtió en la musa de la intelectualidad. Ella misma ha confesado en alguna ocasión que «esa Aitana jovencita» se esforzaba por hacer ver que tenía la cabeza bien amueblada y que sus dotes interpretativas superaban, con creces, a su belleza. Hoy, la nueva embajadora de la firma Bulgari no necesita demostrar nada: todos sabemos que es una actriz inmensa.

MUJERHOY. «Nací casi siendo actriz», contó en un encuentro con la prensa tras anunciarse su Goya de Honor. ¿Cuál es su primer recuerdo relacionado con aquella vocación precoz?

AITANA SÁNCHEZ-GIJÓN. Desde que tengo memoria, recuerdo decir que quería dedicarme a la interpretación. Tuve una especie de epifanía a los ocho años, cuando comencé las clases de teatro. Descubrí un mundo en el que podía jugar siempre y ser otra persona todo el tiempo. Además, tuve la suerte de vivir en un barrio en el que había muchas personas que eran periodistas o que trabajaban en Televisión Española, por lo que enseguida pude empezar a hacer mis pinitos en la tele y mis primeras giras de teatro.

La actriz lleva vestido de Habey Club. Pendientes Serpenti Viper, en oro blanco y pavé de diamantes; anillo Serpenti Viper, en oro blanco y diamantes; y anillo de oro blanco, todo de Bulgari. FOTOGRAFÍA: ROSA COPADO / ESTILISMO: GRETA MACCHI / REALIZACIÓN: GERVASIO PÉREZ

Siendo ésta una profesión de altibajos, parones e incertidumbre, ¿alguna vez pensó en tirar la toalla?

Ni siquiera he tenido nunca un plan B, porque siempre he podido vivir de mi trabajo. Es cierto que no siempre he hecho las cosas que más me han gustado y que, en algunos momentos, no he podido elegir tanto como hubiera querido, pero compaginar cine, teatro y televisión me ha dado muchas más posibilidades. Hice muchísimas películas cuando era muy joven, pero hubo unos años en los que el cine bajó de intensidad. A partir de los 35, empecé a notar que los proyectos de películas no llegaban tan a menudo. Sin embargo, cada vez tenía más oportunidades en el teatro y con personajes cada vez más potentes. Me ocurrió lo mismo con la televisión.

¿Diría que ha sido una víctima del edadismo?

Reconozco que hice esa reflexión a posteriori, porque en el momento no te das cuenta de si se trata de una simple racha o qué es. Pero cuando tomas un poco de perspectiva, miras hacia atrás y haces balance, empiezas a atar cabos y te das cuenta de que realmente llega un momento en el que dejas de ser la chica jovencita de la película y ya no saben muy bien qué hacer contigo.

El abrigo es de Loewe. Collar Serpenti, en oro rosa y diamantes, y collar B.zero1, en oro amarillo y pavé de diamantes, ambos de Bulgari. FOTOGRAFÍA: ROSA COPADO / ESTILISMO: GRETA MACCHI / REALIZACIÓN: GERVASIO PÉREZ
Imagen - El abrigo es de Loewe. Collar Serpenti, en oro rosa y diamantes, y collar B.zero1, en oro amarillo y pavé de diamantes, ambos de Bulgari. FOTOGRAFÍA: ROSA COPADO / ESTILISMO: GRETA MACCHI / REALIZACIÓN: GERVASIO PÉREZ

Aitana Sánchez-Gijón: «Actuar me da superpoderes»

El año pasado volvió a las escenarios con La madre, de Florian Zeller, una obra que explora los límites de la soledad, el vacío y la cordura, pero que también reivindica la ira de las madres. Qué manía con silenciar siempre la rabia femenina, ¿no?

Hay que naturalizarla, porque es un mecanismo de supervivencia. Muchas veces, cuando la reprimes, puedes caer en depresión. Es lo que le ocurre al personaje de la obra, una mujer que sufre una depresión profunda. El autor plantea diferentes escenas en las que el personaje se traga el dolor o, por el contrario, lo saca con furia. Ojo, que eso tampoco es agradable, porque la ira también arrasa y hace daño tanto a uno mismo como a los demás. Pero hacer como que no existe puede ser también terrible para la salud.

¿Cómo la gestiona usted?

Yo soy de las que hace grandes ejercicios de autocontrol para no arrojar mi ira a los demás y no hacerles daño. En alguna ocasión se me puede descontrolar, pero rara vez ocurre. Me tienen que sacar mucho, pero muchísimo, de quicio para que dé rienda suelta a mi ira. Y cuando alguna vez ocurre, luego lo lamento mucho. Soy muy afortunada porque la utilizo en el escenario y, quizá por eso, escojo personajes que me permiten llevar a cabo catarsis brutales. Ésa es mi terapia. Hay que encontrar mecanismos que te permitan liberarte y desfogarte sin hacer daño a las personas que tienes alrededor. Siento que tengo una iracundia muy bajo control, pero la realidad es que me cojo unos cabreos internos monumentales. Los racionalizo, respiro y no me permito a mí misma que salgan hacia afuera.

Collar Serpenti Tubogas, en oro amarillo, ónix y pavé de diamantes, y anillos B.zero1, de oro y diamantes, todo de Bulgari. FOTOGRAFÍA: ROSA COPADO / ESTILISMO: GRETA MACCHI / REALIZACIÓN: GERVASIO PÉREZ

Otro tema central en La madre es la soledad. ¿Le tiene miedo, ahora que su nido está medio vacío?

Un polluelo voló a los 20 años y la otra polluela, que ahora tiene 20, está con un pie fuera y otro dentro. Mi hijo ya tiene 23 y le va genial, lo tiene clarísimo. Y mi hija y yo somos ahora mismo como compañeras de piso. Cuando se van de casa es una conquista, porque de repente eres la dueña de todo tu tiempo. Es una maravilla, pero hay que hacer el duelo y yo lo estoy haciendo. Aunque seas una mujer con una vida rica, como la mía, y realizadísima, con una profesión que te llena y con un montón de amor, la marcha de los hijos es un punto de inflexión en la vida de cualquier madre.

Se independizan ellos, pero también usted. ¿Es casi una segunda emancipación?

Sin duda. Se trata de reconquistar espacios. Estoy en ello y lo estoy viviendo bien. Aunque hay momentos en los que les echo de menos, no soy nada reclamona, porque ya tengo comprobado que reclamar cariño o chantajear emocionalmente a alguien es muy contraproducente. Se trata de respetar los tiempos de los otros. Aunque hay que expresar tus necesidades, nunca hay que hacerlo desde un lugar de manipulación ni de chantaje emocional.

¿Y qué tal se le da abrirse en las entrevistas? ¿Le cuesta mucho hablar de sí misma?

Me abro hasta donde quiero. Hablo con bastante libertad de todo, pero solo cuento lo que quiero contar, nadie me pone una pistola en la cabeza para que hable. Cuando actúo es muy diferente. Es como si me pusiera un traje de superheroína que me concede superpoderes: las cosas que en la vida diaria me afectan, no lo hacen cuando actúo. Si, por ejemplo, tuviera que asistir a una cirugía real, seguramente me desmayaría. Sin embargo, cuando estaba rodando Respira, me mentalizaba de tal forma que terminaba pensando que realmente era la doctora Amaro. Entro al quirófano convencida de ser ese personaje y, de esa forma, deja de afectarme. Me pasa lo mismo con el vértigo: si me asomo a un precipicio, siento que el vacío tira de mí y me da un miedo horrible; pero si tengo que rodar al borde de un barranco, pierdo el vértigo. Actuar me da superpoderes.

Vestido caftán de Hermès. El collar Tubogas, en oro amarillo y pavé de diamantes; los pendientes B.zero1 rock, en oro amarillo y diamantes, y los anillos B.zero1 Rock, de oro y diamantes, son de Bulgari. FOTOGRAFÍA: ROSA COPADO /ESTILISMO: GRETA MACCHI / REALIZACIÓN: GERVASIO PÉREZ
Imagen - Vestido caftán de Hermès. El collar Tubogas, en oro amarillo y pavé de diamantes; los pendientes B.zero1 rock, en oro amarillo y diamantes, y los anillos B.zero1 Rock, de oro y diamantes, son de Bulgari. FOTOGRAFÍA: ROSA COPADO /ESTILISMO: GRETA MACCHI / REALIZACIÓN: GERVASIO PÉREZ

Respira, la serie de Netflix, cuenta con un presupuesto generoso, mientras que Tierra baja, su última película, se rodó en menos de un mes. ¿Se maneja bien en esos contrastes?

No creo que el presupuesto de la película llegara ni a lo que cuesta hacer un capítulo de la serie. Sería estupendo que un largometraje como Tierra baja tuviera el presupuesto y los medios para que se hubiera podido rodar con más tiempo, porque solo tuvimos cuatro semanas, aunque soy consciente de que ahora hay muchas películas que se ruedan incluso en tres. Pero, a la vez, tener tan poco tiempo y no contar con un presupuesto enorme nos aportó una sensación de intimidad, de familia y de núcleo muy potente. Casi todo se rodó en una masía, que era propiedad de la familia del director. Ese componente personal se contagió enseguida a todos los miembros que formábamos el pequeño equipo de la película. Yo no conocía la Tierra Baja ni Matarraña, una zona de Teruel que es de una belleza apabullante. El paisaje es idílico y fue una experiencia muy hermosa.

Si tuviera que resaltar tres momentos de su carrera que recuerde con especial cariño o emoción, ¿cuáles serían?

Haber trabajado con Bigas Luna en dos películas y que se convirtiera en una de las personas más importantes de mi vida es, sin duda, uno de ellos. También, por supuesto, la aventura en Hollywood, porque fue algo no buscado, completamente inesperado y que viví como si fuera un cuento. Parecía mentira que estuviera sucediendo. Y por último, quizá, interpretar a Medea en el teatro, porque es el personaje más salvaje que he hecho nunca.

Hablando de Hollywood, me llevé un chasco cuando contó que Keanu Reeves, con quien rodó Un paseo por las nubes, era un soso.

Es un encanto y es muy dulce, pero también es tímido e introvertido. En el rodaje, se quedaba en su caravana y no compartía mucho tiempo con nosotros. Yo soy española, Giancarlo Gianni es italiano y Anthony Quinn y gran parte de aquel reparto, entre ellos el propio director, eran mexicanos, por lo que era un ambiente muy latino. Nos entendíamos todos maravillosamente bien y él siempre se quedaba más apartado. Yo le decía que era «un soso de los cojones» y él se moría de la risa.

Cazadora, falda y zapatos de Ferragamo; y pendientes B.zero1, en oro rosa y pavé de diamantes, de Bulgari. FOTOGRAFÍA: ROSA COPADO / ESTILISMO: GRETA MACCHI / REALIZACIÓN: GERVASIO PÉREZ
Imagen - Cazadora, falda y zapatos de Ferragamo; y pendientes B.zero1, en oro rosa y pavé de diamantes, de Bulgari. FOTOGRAFÍA: ROSA COPADO / ESTILISMO: GRETA MACCHI / REALIZACIÓN: GERVASIO PÉREZ

Mario Vargas Llosa, con quien compartió el espectáculo La verdad de las mentiras, dijo una cosa realmente preciosa sobre usted: «Que aceptara este reto era como soñar con una utopía. Era la persona indicada, porque la oí a hablar en una entrevista sobre literatura con humor y solvencia». Cuando Vargas Llosa comenta algo así de una, ¿qué se siente?

Que lo diga uno de los autores a los que más admiras en el mundo es fuerte. Como desde muy pequeñita yo soy una lectora empedernida y había leído varias de sus novelas siendo muy joven, cuando surgió aquella posibilidad, no me lo podía creer. Luego, se convirtió en una gran amistad. Soy amiga de su familia y tenemos una relación muy familiar. Mario tenía ese sueño de subirse al escenario y cuando lo hizo era como un niño con zapatillas nuevas. Tiene una humildad impresionante. Es uno de los más grandes escritores del mundo, pero a la vez conserva esa ilusión de aprendiz.

«Nunca he sentido tanto miedo, pánico y ganas de salir corriendo como cuando tengo que salir al escenario», dijo él de aquella experiencia. ¿A usted le sigue imponiendo respeto?

De alguna manera, la adrenalina siempre te activa, te mantiene concentrada y alerta, especialmente cuando eres consciente de que nunca sabes qué va a suceder, porque en cada función pasan cosas diferentes. Supone, por un lado, entregarse a lo inevitable, a lo desconocido y a lo imprevisible pero, al mismo tiempo, confiar en el trabajo ya hecho, en el camino recorrido, en el proceso de construcción del personaje, en los ensayos, en la repetición y en que lo tienes agarrado para, a partir de ahí, dejar que fluya. Eso es algo que no se pierde nunca.

Hablando de vocación, ¿cada día se sube al escenario con la misma pasión o llega un punto en que la función puede tener algo de trabajo de oficina?

Hay veces que no puedes hacer el proyecto ideal, porque esto es un trabajo y no siempre tienes la capacidad de escoger. Pero incluso en esos momentos, una vez decido hacer algo, voy a muerte con ello. Y lo defiendo como si fuera el proyecto de mi vida. Hay partes muy fatigosas, duras y pesadas, pero cuentas con ello; aprendes a dosificar tus energías y a disfrutar de todo.

Siempre ha dicho que ha compatibilizado muy bien su trabajo con la maternidad, pero no puedo evitar preguntarme si, al final, la conciliación no son los padres...

La conciliación son los padres y, sobre todo, las madres. Vamos progresando poquito a poco, pero...

Sus hijos también son artistas. ¿Le da miedo que sufran en un mundo tan complicado como éste? ¿No habría preferido que decidieran tirar por otro lado?

No me ha apetecido nada que ellos no quisieran hacer. Los dos son muy conscientes de que igual no les va bien durante todo el tiempo y de que, tal vez, no puedan vivir exclusivamente de lo que están haciendo. Saben que son muy pocos los privilegiados que realmente pueden llegar a vivir de esta profesión.

Ellos son, además, la antítesis del postureo.

Eso por supuesto. Por un lado, está Teo, que está haciendo su camino, que no tiene nada que ver con el mío. Bruna también está en un periodo de aprendizaje, en su escuela de teatro y haciendo sus pruebas. Ha hecho algún pinito, pero va poco a poco. Creo que es mejor así, sobre todo en este momento en el que las redes sociales han multiplicado la exposición pública por mil respecto a cuando yo era joven y empecé. También ha cambiado mucho la atención que te prestan los medios: si antes ya alteraba tu vida, ahora, ni te cuento. Hay que tener mucho cuidado con la salud mental de los jóvenes que empiezan a dedicarse a esto, porque es un asunto delicado.

Para terminar, el Goya de Honor del próximo año, ¿a quién debería dárselo la Academia?

A Gonzalo Suárez.

Temas

Premios Goya
HORÓSCOPO

HORÓSCOPO

Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.