POLICÍA EN LA ALFOMBRA ROJA
POLICÍA EN LA ALFOMBRA ROJA
Todo puede quedar en una anécdota o, por el contrario, ejercer de pájaro de mal agüero que anuncie un nuevo régimen de vigilancia a lo que las mujeres se ponen o se dejan de poner. La organización del Festival de Cannes, aún el más influyentes y poderoso de Europa, decidió inaugurar su séptuagésimo octava edición con un nuevo dress code. A saber: prohibe la desnudez y looks voluminosos que dificulten el tránsito por la alfombra roja.
El Festival de Cannes menciona «decency reasons», o sea, «razones que tienen que ver con el decoro», para justiciar su decisión. Y anuncian que el personal que ordena el desfile de famosas por la red carpet se verá obligado a negar el acceso a aquellas que no respeten las reglas indumentarias. Hay que tomárselos en serio: el año pasado, prácticamente expulsaron a empujones a Kelly Rowland, quien acusó de racismo a quienes la desalojaron sin miramientos. Les sucedió lo mismo al dominicano Massiel Taveras, la estrella coreana Yoona y la modelo ucraniana Sawa Pontyjska.
Evidentemente, parece improbable que el personal de Cannes expulse de la alfombra roja a cualquiera de las grandes estrellas de Hollywood, aunque no se esté cumpliendo la previsión horaria o no cumplan el dress code a rajatabla. Lo hemos comprobado en la primera gran red carpet del festival, en la que algunas habituales han comparecido con vestidos francamente grandes, de los que la organización prohibió directamente. Solo hemos sabido de una gran actriz que tuvo que cambiar de look en cuestión de horas.
Efectivamente; la primera víctima' del nuevo 'dress code' del Festival de Cannes fue la actriz estadounidense Halle Berry, a la sazón miembro del jurado y, precisamente por ello, muy obligada a respetar las nuevas reglas. Su vestido de Gurav Gupta llevaba una voluminosa cola que ya no es bien recibida ni en la alfombra roja ni en el patio de butacas del auditorio del Palais des festivals. Rápidamente, Berry se hizo con un vestido de Jacquemus, a rayas verticales blancas y negras, con un original adorno de tul a la espalda.
«La prohibición del desnudo es probablemente una regla sensata», admitió Halley Berry al ser preguntada por el nuevo dress code. Esta norma afecta directamente a estrellas de la moda como Bella Hadid, famosísima por sus vestidos mínimos y totalmente transparentes (el que llevó el año pasado lo firmaba, además, Saint Laurent), que ayer apareció con un clásico look negro. Elegante, sí, pero nada memorable.
Por lo que vimos en la primera alfombra roja de Cannes, las estrellas se comportaron con docilidad y siguieron las indicaciones de la organización: no hubo a la vista más piel que la de brazos y piernas y la gran mayoría moderaron el tamaño de sus looks. Consignamos dos rebeldes que no quisieron renunciar a vestidos que, probablemente, llevaban semanas elegidos. O que no pudieron encontrar un sustituto a tiempo.
La que se llevó el premio al vestido más grande de la jornada fue la actriz china Wan QianHui, quien lució prácticamente un diseño globo de color crema, rematado en una cola considerable. La otra disidente fue la modelo alemana Heidi Klum, cuyo vestido de organza rosa firmado por Elie Saab no abultaba tanto a lo ancho, pero terminaba en una larguísima cola.
En realidad, este anuncio del Festival de Cannes no ha sorprendido demasiado, pues no es la primera vez que la organización trata de controlar, dirigir o restringir la libertad de las mujeres en este terreno de la indumentaria. Hasta 2015, el tacón alto era obligatorio para estrellas e invitadas, hasta el punto de que varias que llevaron zapato plano fueron expulsadas de la alfombra roja. Las críticas por el sexismo de esta norma fueron tremendas, hasta el punto que Julia Roberts paseó descalza la red carpet en 2016.
La solidaridad de las grandes estrellas de Hollywood y su rebeldía a la hora de aceptar normas por parte de la organización del Festival de Cannes continuó en 2018, cuando Kristen Stewart se quitó ostentosamente los tacones altos frente a la nube de fotógrafos que la esperaba en la alfombra roja. En 2023, Jennifer Lawrence subió la escalinata roja con chanclas. Mucho antes, también se salieron con la suya Picasso (que en 1953 acudió con chaqueta de pana), Henry Miller (también sin esmoquin en 1960) o Victoria Abril, quien en 1988 lució trasero con una americana totalmente abierta en la espalda.
¿Compensa perder el plus de creatividad, atrevimiento e impacto que produce la libertad total a la hora de acercarse a la moda? Parece que al Festival de Cannes tampoco le importa tanto la foto viral, siempre protagonizada por ellas. Digamos que el dominio femenino de este momento de alfombra roja en Cannes solo se puede comparar al de la entrega de la Palma de Oro, el máximo galardón del certamen, que ha recaído en 92 directores y solo 3 directoras: Jane Campion por El Piano (1993); Julia Ducournau por Titane (2021) y Justine Triet por Anatomía de una caída (2023).
Son otras las incongruencias que se han señalado al respecto de este dress code, interpretado más como una nueva muestra de la ola de conservadurismo que se vive en Occidente, que como una medida radical para limitar la cosificación del cuerpo femenino. De hecho, en las películas que se proyectan en Cannes no se escatima en piel femenina y solicitar a los directores que no abunden en los desnudos de sus actrices no entra en las quinielas de nadie.
La mirada crítica de Boring Not Boring, una de las cuentas estrella de comentario de moda de Instagram, se apuntó al concepto de «decoro» o «decencia» que se defiende en Cannes, un festival que «expulsa a las actrices por no llevar tacón, pero abre su alfombra roja a directores como Roman Polanski». Recordemos que Polanski ha sido acusado por varias mujeres de abuso sexual cuando eran menores y estuvo acusado de violación de una menor en Estados Unidos, hasta que llegó a un acuerdo con la víctima.
Abriendo algo más el plano puede observarse otro ángulo problemático para este tipo de reglas, precisamente en un país como Francia. En 2016, el gobierno francés prohibió el burkini, el traje de baño que llevan las mujeres musulmanas, por suponer «una amenaza para el orden público». En un estado laico, este tipo de vestimenta modesta que se asume por razones religiosas no se admite. En el Festival de Cannes, sin embargo, se busca precisamente esta modestia indumentaria. La paradoja habla por sí misma y subraya el absurdo de vigilar y castigar la manera en la que se visten las mujeres.