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Carolina Marín vuelve a coger la raqueta: «La vida no me lo ha puesto fácil»

Nueve meses después de aquel agónico instante en las Olimpiadas de París, la campeona de bádminton acaba de empuñar de nuevo la raqueta. Compartimos charla y paseo por Madrid, para descubrir cómo desconecta de la presión.

Carolina Marín, en el estudio floral de Loreto Aycuens, en Madrid VALERO RIOJA
Carolina Marín vuelve a coger la raqueta: «La vida no me lo ha puesto fácil»
María Elvira
María Elvira

«Ahí vamos», responde repetidamente Carolina Marín (Huelva, 1993). En su caso, el protocolario «¿Cómo estás?», después de las presentaciones de rigor, es obligado y tiene un significado muy concreto. El equipo de Mujerhoy se ha citado con ella en la habitación de un céntrico hotel de la capital. Son las dos de la tarde y de la mochila negra colgada al hombro asoma la empuñadura de una raqueta, como un artista flamenco inseparable de su guitarra.

Tras aquel quejido en suelo parisino que hizo que España entera llorase con ella y que le costó una nueva lesión en la rodilla izquierda a solo 11 puntos de alcanzar su segunda final en unos Juegos Olímpicos, Marín ha vuelto a entrenar con ella. Nueve meses después, los necesarios para alumbrar la ilusión de nuevo. Si algo ha demostrado la onubense, Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2024, es que siempre se levanta. Lo comprobamos charlando con ella en un paseo inolvidable por Madrid, la ciudad que la acogió cuando tenía 14 años.

Carolina cambia las zapatillas deportivas por unas sandalias Jimmy Choo en verde menta que ella misma elige. El maquillaje, suave; el pelo, recogido en una coleta tirante con raya en medio y, ante la cámara del fotógrafo, una sonrisa de dentadura perfecta. «Me encanta reírme», dice, aunque reconoce que tras la lesión en París le ha costado un poco más de lo habitual.

«Fue un momento muy traumático y doloroso. No acababa de aceptar lo que me había pasado. Estás en tu mejor forma física, no has tenido ninguna molestia y, de repente, la vida se te para en seco. Soy muy exigente conmigo misma, muy dura; por eso, me he querido tomar una pausa. Necesitaba dejar a un lado el bádminton, analizarme, pensar y entender qué es lo que quiero hacer. Si realmente tenía ganas de volver a coger una raqueta después de unos años en los que la vida no me lo ha puesto fácil, ni deportiva ni personalmente. Pero hay que sacar fuerzas y energía. He necesitado mi tiempo para reírme de nuevo», reflexiona frente a La Dolores, una de las tabernas más castizas del madrileño barrio de las Letras.

Rápidamente anota el nombre en su teléfono. «Soy muy organizada. En las notas del móvil tengo apuntados muchísimos restaurantes. Los clasifico por tipos de comida: mediterránea, asiática, italiana, hamburgueserías... Si alguien me recomienda un sitio, lo busco, le echo un vistazo y si tiene buena pinta, me lo guardo para ir alguna vez. Aquí cambiaré la caña por una tapa y agua», dice con una sonrisa.

Carolina Marín posa delante de la taberna La Dolores en Madrid. VALERO RIOJA

Paseos, confidencias y clases de cerámica

El tiempo libre es un placer recién descubierto para ella, después de varios lustros a caballo entre el Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Madrid, donde ha pasado los últimos 18 años, y los aeropuertos de medio mundo. «El 90% de los torneos son en Asia [Marín es la única jugadora no asiática en ganar un oro olímpico] y pasaba casi la mitad del año compitiendo en torneos internacionales. Después de la lesión, me operé y me fui a mi casa tres semanas seguidas. Para mí fue algo impactante, porque no lo hacía desde que salí de Huelva con 14 años. Ahora, una vez al mes, me gusta volver a casa porque mi abuela ya tiene 90 años y soy la única nieta que vive fuera. He aprendido a dedicarme tiempo a mí misma, a mi familia y a valorar cosas que, metida en la rutina, se te olvidan, como dar un paseo o dedicar tiempo a la lectura. Siempre digo que las cosas pasan por algo, tanto las buenas como las malas. Al final, se trata de remontar».

En Madrid también ha formado su familia de amigos. Ellos le ayudan a desconectar de la presión. «Hacemos muchos planes juntos: quedamos para comer o cenar, damos un paseo o hacemos alguna escapada fuera de la ciudad. Nos contamos nuestra vida y nos ponemos al día, que muchas veces es necesario y se nos olvida. He vuelto a conectar con ellos después de años en los que no podía hacer muchas cosas».

Hace poco, por ejemplo, subía a Instagram una sesión de cerámica que etiquetaba como #girlstherapy [terapia de chicas]. «Me llamó la atención porque nunca lo había hecho. Fue una hora y media disfrutando de una actividad, pero a la vez de bastante estrés: quería que saliera la taza tan bonita que al final estaba en tensión. ¡Fíjate hasta qué punto soy competitiva!», recuerda riendo. Le gustaría repetir el plan, con velas o jabones, y de nuevo, con sus amigas. «Tengo ganas de volver a hacer algo con las manos», cuenta.

Carolina Marín en la librería Antonio Machado, en Madrid. VALERO RIOJA

Lecturas para una mente en forma

En su calendario para este verano figuran en rojo los conciertos de Manuel Carrasco –«además de mi paisano, es mi cantante favorito»– y de Lola Índigo, que actúa en Madrid el 14 de junio, un día antes de su cumpleaños. Le espera, además, la torre de libros que sus amigos le han ido regalando durante los meses de recuperación. Los hay de historia y de aventuras, aunque sus favoritos son los de autoayuda, cuenta en el interior de la librería Antonio Machado, en la plaza de las Salesas.

«Me estoy leyendo el último de Marian Rojas Estapé, Recupera tu mente, reconquista tu vida. Cuando das con este tipo de lectura, recapacitas sobre muchas cosas de las que ni tú misma eres consciente. Te ayudan a conocerte mejor», explica. El título recuerda a una frase que, a modo de aforismo, corona su Instagram: «Puedo porque pienso que puedo».

«¿Que si la mente puede ejercitarse para fortalecerla? Totalmente. No tengo ninguna duda. Igual que vas al gimnasio a fortalecer brazos y piernas, esta de aquí [se señala la cabeza] es una de las partes de nuestro cuerpo que más hay que ejercitar. Llevo años trabajando con psicólogos. Muchas veces se percibe a los deportistas profesionales como si fuésemos robots. Hablar abiertamente de cualquier problema de salud mental ayuda a que la gente empatice contigo», explica.

El diálogo interno también es fundamental. A la campeona le gusta hablarse en positivo y, aprovechando que nos encontramos en el maravilloso estudio floral de Loreto Aycuens, nos confiesa que hace lo mismo con las plantas y las flores. «Me encanta plantar, pero soy muy mala cuidadora. He tenido aguacates, por ejemplo. Los planto con todo mi cariño y, al principio, sale una rama bastante grande. Muchas mañanas, hasta les hablo: «Venga, bonitos, que tenéis que crecer». Aunque les dedico todo el tiempo que puedo, se me acaban muriendo. ¡Me da una rabia!».

También le gusta gusta regalar flores, siempre con un motivo. Como aquella orquídea con la que un día sorprendió a su madre. Mientras lo cuenta, le asalta el recuerdo de su padre, que murió hace cinco años: «De la corona fúnebre cogí una rosa blanca y otra roja. En fechas señaladas, como su cumpleaños o Año Nuevo, vuelvo al lugar donde eché sus cenizas y le dejo rosas nuevas. Para mí es algo muy significativo», comparte emocionada.

El arte de vivir el presente

Su familia, a la que agradece que le hayan sacado «muchas sonrisas» durante estos últimos meses, sigue presente cuando, para finalizar nuestro paseo vespertino, llegamos al templo de Debod. «A este parque he venido mucho. Me recuerda a mis primeros años en Madrid. Mis padres venían a verme a menudo y nos sentábamos en un banco para ver atardecer. Aún guardo alguna foto», recuerda sobre la niña que llegó desde Huelva «con una maleta cargada de ilusión y quizás un poco de miedo». Atrás quedaban familia, amigos, su colegio... Marín sabe que su historia personal y su trayectoria deportiva son pura inspiración para mucha gente.

«Recibo muchos mensajes a través de redes sociales y a veces también me los transmiten en persona. Hace 11 años nadie sabía lo que era el bádminton en este país y haberlo puesto en boca de todos los españoles me llena de orgullo. Es muy gratificante ver que la gente ha empatizado conmigo y que valora todo lo que he tenido que sufrir para volver a estar, en la mejor forma posible, compitiendo en unos Juegos Olímpicos y quedarme a pocos puntos de mi gran sueño, que era esa segunda medalla de oro. Hay quien me ha llegado a decir: «Da igual que hayas ganado o no, tú ya eres oro por todo lo que has tenido que superar. Cualquiera no es capaz de hacerlo». Que te digan eso no tiene precio».

Nueve meses después de aquel agónico instante en París, la campeona ha vuelto a coger la raqueta. Y lo ha hecho como quien se reconcilia con una vieja amiga, olvidando lo malo y sin expectativas. «De una forma u otra, la echaba de menos, pero, al mismo tiempo, no tenía ninguna prisa y quería estar segura. Mi gran motivación era recuperar mi día a día y tener la mejor calidad de vida personal posible: desde poder caminar perfectamente a ser capaz de salir corriendo detrás de un autobús si se me va a escapar. Y luego, si el cuerpo me responde como a mí me gustaría, volver a intentarlo con el deporte. Quiero ir viviendo el presente y el futuro, irá llegando poco a poco».

Aunque Huelva acogerá por segunda vez el Campeonato de Europa de Bádminton Absoluto en 2026, en su horizonte no se vislumbran más razones para volver a competir que el mero placer de hacerlo: «Me he esforzado y sacrificado mucho, he renunciado a muchísimas cosas y ahora mismo quiero pasármelo bien, sin obsesionarme. No sé cómo va ir respondiendo mi rodilla, ni tampoco mi cuerpo ni mi mente. Si llega el día en el que ya no lo disfrute, será cuando diga: «Lo he intentado, hasta aquí he llegado y me doy con un canto en los dientes porque he dado una vida entera por este deporte». λ

Carolina Marín participa este año en Santander WomenNOW. La séptima edición del summit de liderazgo femenino de Mujerhoy y Vocento reunirá, los días 18 y 19 de junio en Madrid, a líderes globales de todos los ámbitos.

HORÓSCOPO

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.