Chanel: «Soy muy disfrutona, muy conectada con mi sexualidad, mis sentimientos y mi energía femenina»

Por mucho que la industria musical se mueva a una velocidad vertiginosa, tratando de explotar el momento álgido de cada tendencia y cada artista, Chanel Terrero ha demostrado que tiene su propio ritmo. Y ninguna prisa. «Quizá fue una reacción a toda la intensidad que viví hace dos años, pero también forma parte de mí personalidad como artista. Me ha llegado en un momento precioso, con mucha madurez. Y eso me ha ayudado a frenar y hacer las cosas bien para grabar el álbum que yo quería», explica en las oficinas de su discográfica.

Dos años después de brillar como representante de España en Eurovisión, acaba de estrenar Agua, su primer disco. «Ha sido un trabajo muy bonito porque, aparte de una creación, ha sido una introspección. Quería saber quién era yo como artista. No quería ser un producto ni una marioneta. Y eso lleva su tiempo», explica. ¿Cómo se aseguró de no caer en esa trampa? «No lo sé, la verdad. Simplemente era muy consciente de lo que quería y de lo que no quería».

Todo en su vida, explica Chanel, ha ido ocurriendo de manera «orgánica». «Desde pequeña siempre me gustó cantar y bailar. Ponía a toda mi familia sentada en el patio de butacas y hacía mis coreografías. Luego, me apunté a ballet, fui haciendo castings y, al final, me cogieron. Nunca tuve que tener esa conversación de 'Mamá, quiero ser artista' porque mi familia me ha apoyado siempre», recuerda sobre sus inicios en el mundo del espectáculo.

La popularidad llegó hace dos años y después de casi 15 subida a los escenarios del teatro musical. Cuenta que para gestionarla ha recibido ayuda psicológica, pero eso tampoco era nada nuevo para ella. «Voy a terapia desde que soy pequeña. Como artista, siento una conexión especial con analizarme a mí misma. Eso me facilita comunicarme y expresarme».

Chanel prefiere no hablar de la polémica que suscitó su triunfo en el Benidorm Fest. Tampoco de los terribles ataques que sufrió cuando su elección pilló a todo el mundo por sorpresa y se convirtió en diana de todos los haters. «Ya he hablado mucho de eso. Forma parte de mi historia, pero ahora estoy viviendo un capítulo precioso y no me apetece hablar de algo que pasó hace dos años y que fue tan negativo», dice para esquivar el tema.

Agua, su primer disco, tiene un poco para todo el mundo: baladas, «reggaeton para bailar, bachatas para llorar…». Son, como ella misma explica, muchas versiones de una misma artista. Algunas letras también son de alto voltaje sexual. «Esa también soy yo. Tengo muchas facetas. Soy una persona muy disfrutona, muy conectada con mi sexualidad, con mis sentimientos y mi energía femenina. Lo que me da miedo es que me sigan preguntando por eso. Y creo que es porque soy mujer. A los hombres del género latino, que casi siempre hablan de sexo en sus canciones, ni se les pregunta ni se les cuestiona. No me da miedo porque me voy a dormir con la conciencia tranquila», apunta.

En las últimas semanas, Chanel ha hablado también de los episodios racistas que, a día de hoy, sigue sufriendo. ¿Es España un país más racista de lo que pensamos? «No te voy a dar el titular porque no soy socióloga, pero sí te puedo hablar de que todavía sigo sufriendo racismo».

Ahora que el proceso para encontrar un candidato para Eurovisión vuelve a empezar, la cantante recuerda su paso por el festival como una mezcla de sensaciones contradictorias. «Saqué muchísimas cosas bonitas. Sobre todo, verme en ese escenario y saber que estuve a la altura, artísticamente hablando. De lo peor se aprende siempre. Pero no me gusta hablar de cosas feas». ¿Volvería a Eurovisión? «Ahora mismo no. Es algo que ya he vivido».

Aparte de eso, cuando se trata de pensar en el futuro Chanel no se plantea fronteras. ¿Dónde se ve dentro de diez años? «No me cierro a nada. ¿Haciendo la Super Bowl? Me gustaría tener una carrera en China también. ¿Por qué no? Lo que me gustaría, en realidad, es seguir dedicándome a lo que realmente me gusta. Que es lo que llevo haciendo desde que tenía 16 años», concluye.

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