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Por qué el segundo mandato de Donald Trump puede ser el inicio de una nueva dinastía política: hablan los expertos

En enero, Donald Trump se instalará de nuevo en la Casa Blanca para afrontar su segundo mandato. Analizamos con los expertos lo que se puede esperar de una presidencia que se anuncia sin complejos ni diques de contención y extremadamente revanchista.

Donald y Melania Trump. gtres
Donald Trump, desencadenado: cómo será su segundo mandato. según los expertos
Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

Solo han pasado cuatro años, pero Donald Trump ya no es el mismo. «No necesita que le enseñen a ser presidente, como ocurrió la primera vez. Ahora, se siente en su elemento», explica Daniel Lippman, periodista de Politico, medio de información política de referencia en EE.UU., quien resume en pocas palabras la actitud con la que el magnate regresará a la Casa Blanca en enero.

El propio vencedor en las elecciones presidenciales lo explicó durante su campaña: «Entonces no conocía a nadie. No era una persona de Washington. Apenas estaba allí. Ahora conozco a todo el mundo: a los buenos, a los fuertes, a los débiles, a los estúpidos... Conozco a todos». Y todos, por supuesto, lo conocen a él. Sin embargo, esta nueva versión del líder más beligerante que ha gobernado Estados Unidos en el último siglo es diferente. Estamos ante un nuevo Trump: un Trump desencadenado.

Ni siquiera el famoso historiador Allan Lichtman, autor de un método casi infalible para pronosticar el ganador de las elecciones que le ha convertido en una especie de Nostradamus en Estados Unidos, lo vio venir. Y eso que, desde 1984, había acertado siempre salvo en una ocasión. «Voy a tomarme un tiempo de reflexión para valorar por qué me he equivocado sobre el futuro de Estados Unidos», contestaba por email al día siguiente a que el candidato republicano se proclamara vencedor de las elecciones, terminando con el sueño de Kamala Harris de convertirse en la primera mujer en la Casa Blanca.

El shock de Lichtman resonaba con el de medio mundo. La victoria de Trump era inapelable, después de ganar con claridad en todos los estados bisagra y llevarse también, y por primera vez, el voto popular. Pero el análisis de cómo y por qué se ha gestado su histórico retorno al poder ya es agua pasada. El 20 de enero jurará su cargo e iniciará un mandato que promete mantener en vilo al planeta. «Solo seré un dictador el primer día», aclaró, para alivio de nadie, hace unos meses.

La misma noche electoral aprovechó su discurso para prometer una «nueva edad dórada» para América y presumir de encabezar el «mayor movimiento político de la historia». Por una vez, su compulsión por la hipérbole estaba cargada de razón. «No se recuerda nada parecido desde 1892, cuando Grover Cleveland se convirtió en el único presidente en ganar dos mandatos no consecutivos», explica Brandice Canes-Wrone, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Stanford. En otras palabras: hay que dejar de pensar en él como en un error histórico y empezar a tomárselo mucho más en serio.

La agenda política radical de Donald Trump

Aunque durante la campaña se mostró deliberadamente tímido acerca de su agenda más radical y ha evitado abrazar públicamente el conocido como Proyecto 2025 (una colección de propuestas ultraconservadoras facturada por la fundación Heritage y con mucho predicamento en sectores extremistas), es obvio que la moderación no será la seña de identidad de su administración. «Va a reducir el tamaño del gobierno federal, poner trabas al comercio exterior, combatir la inmigración ilegal... Pueden ser políticas muy controvertidas, sobre todo si no las aplica de manera progresiva», explica Canes-Wrone.

«Si sigue adelante con sus planes de imponer grandes aranceles y llevar a cabo deportaciones masivas, será una legislatura muy polémica», vaticina Jason Zengerle, periodista del New York Times. Por no hablar de su política exterior y del impacto que podría tener en Ucrania o Gaza. Hay quien cree que estamos, además, ante un mandato revanchista. «Lleva mucho tiempo diciendo que quiere encerrar a sus rivales políticos, aunque luego nunca haya hecho nada en ese sentido. Desde luego, ésa sigue siendo una pregunta abierta», advierte la profesora Canes-Wrone. Todo eso mientras Trump (que es el primer presidente de Estados Unidos condenado en un caso penal) tiene todavía decenas de procesos judiciales pendientes cuyo desarrollo es, ahora mismo y dada su inmunidad, una gran incógnita.

Después de una campaña marcada por el lenguaje incendiario y los ataques personales, pero también por los bulos alimentados desde X [antes Twitter] y las mentiras sin ambages, tampoco parece que Trump vaya a bajar el tono ni a renunciar a su retórica. «Es de esperar que siga utilizando mucho las redes sociales. Sus asesores intentarán controlarle, probablemente con poco éxito. Sin embargo, hay que recordar que antes de llegar a la Casa Blanca, abusaba más de Twitter que cuando se convirtió en presidente», recuerda la experta de Stanford.

Lo que está claro es que la suya será una presidencia sin complejos. Y sin apenas diques de contención. Durante su primer mandato, el conservador convirtió la Casa Blanca en un espacio caótico y una picadora de staffers que entraban y salían, que dimitían y escribían libros sobre él o terminaban tildándole de fascista después de unos meses a su lado. Más mayor, más beligerante y más reafirmado en su liderazgo que nunca, ese ya no será el caso.

Susie Wiles será la nueva jefa de gabinete de Donald Trump. getty images

De Elon Musk a Susie Wiles: su nuevo núcleo duro

«Siente que ahora su poder tiene menos límites y no se dejará frenar por los miembros de su gabinete: elegirá personas leales que le permitan implementar su agenda. Tampoco creo que tema que los tribunales, el Congreso o los medios de comunicación se lo impidan. Eso suscita mucho temor entre los demócratas, mientras los republicanos aseguran que si la primera vez no rompió América, esta vez también permanecerá dentro de la ley», explica Lippman.

El periodista Jason Zengerle coincide: «Durante su primer mandato, estaba rodeado de asesores que creían que su trabajo era impedir que hiciera ciertas cosas que él deseaba hacer desesperadamente. En el segundo, su administración estará compuesta por verdaderos creyentes. Y cuando el presidente quiera algo, ellos lo harán».

Entre esas figuras leales estará, sin duda, J.D. Vance, su compañero de ticket y próximo vicepresidente. Sin embargo, su influencia real en el entorno del Despacho Oval podría ser escasa. «Tiene menos experiencia de gobierno que cualquier otro vicepresidente de los últimos tiempos. Tratará de impulsar algunas ideas políticas, pero no está claro hasta qué punto podrá influir en Trump. Será un portavoz del presidente más que otra cosa», señala Joel Goldstein, el mayor experto norteamericano en la figura del segundo poder del Estado.

El caso de Elon Musk, que ha puesto tanto sus millones como el algoritmo de Twitter al servicio del expresidente, es distinto. Como el propio Trump, el hombre más rico del mundo es un verso libre. Más voluble y difícil de controlar, pero mucho más estratégico. «Será una pieza clave de su círculo íntimo, aunque no esté necesariamente en Washington», vaticina Brandice Canes-Wrone. El interés por que su alianza resulte fructífera es mutuo. «Su influencia se extenderá a la política comercial con China, los contratos para su empresa SpaceX o la cancelación de los incentivos a los vehículos eléctricos, lo que perjudicaría a los competidores de Tesla», ilustra Zengerle.

Trump ya ha anunciado que Musk liderará, junto al magnate tech Vivek Ramaswamy, el Departamento de Eficiencia Gubernamental. Pese al nombre, no será una agencia federal y Musk no tendrá un cargo público. Eso tiene sus ventajas.

«Si ostentara un cargo en la administración, tendría que hacer públicas sus participaciones financieras. Y tiene una cartera de negocios muy complicada. Habría que ver si podría seguir como CEO de Tesla o SpaceX y gestionar las operaciones de X. Será más un consejero que vaya con regularidad a la Casa Blanca a hablar con el presidente», dice el periodista de Politico Daniel Lippman. Su trabajo consistirá en recortar el gasto público sin miramientos ni piedad.

Pese al poder fáctico (y a todo el cash) que Musk representa, la persona más influyente de su entorno será, con toda probabilidad, Susie Wiles, una veterana estratega republicana que, tras ser su jefa de campaña, se convertirá en la primera mujer en ocupar el puesto de jefa de gabinete. El presidente electo la respeta más que a cualquiera. «Es una estratega muy astuta y muy alineada con él. Sin embargo, no es alguien con una ideología fuerte. Se la percibe como una buena gestora y una jefa dura que quiere implementar la agenda de Trump. Y no tolerará las peleas internas de la otra vez», explica Lippman.

Don Jr. durante un acto de la campaña. getty images.

Los Trump: ¿el inicio de una nueva dinastía política?

Y luego, está la familia. Aunque de cara a la galería no hayan dejado de mostrar unidad, es evidente que tanto la jerarquía como la correlación de fuerzas dentro del clan ha cambiado. Ivanka, que apenas se ha dejado ver durante la campaña, hace tiempo que evidenció su desinterés por volver a la Casa Blanca. Algo que parece extensible a su marido, Jared Kushner, que ahora dirige una firma de capital de riesgo más lucrativa (y mucho menos controvertida) que vivir a la sombra de un suegro irascible.

Mientras la incógnita sobre el grado de compromiso de Melania no se despejará hasta enero, la figura que acapara más interés, y tiene un futuro más interesante, es la de Don Jr. «Será uno de sus consejeros más importantes, pero no creo que vaya a tener un cargo oficial», pronostica el periodista Jason Zengerle. Convertido en un imán para los donantes y en una de las figuras más carismáticas del movimiento MAGA [Make America Great Again, el lema de campaña de Trump], que el hijo mayor del presidente aspire a una carrera política propia podría ser la forma más efectiva de rentabilizar que el apellido haya engullido por completo al partido conservador.

«Trump no solo controla el partido, sino un movimiento político. Y varias personas intentarán heredarlo cuando llegue el momento. Si lo quiere intentar, Don Jr. está tan bien posicionado como cualquiera», explica Zengerle. ¿Podrían los Trump convertirse en una saga como los Kennedy o los Bush? «Es pronto para decirlo, pero sí podríamos estar ante una nueva dinastía política. Sin embargo, ningún miembro de la familia podrá replicar el carisma de Donald Trump o llenar el lugar que ocupa en el corazón de los votantes republicanos. Don Jr. será uno de sus consejeros más próximos y podría intentar aspirar a la Presidencia tras el mandato de su padre, pero J.D. Vance también lo intentará», vaticina Lippman. Para eso, habrá que esperar. Ahora, vuelve a ser el momento de Donald Trump. The one and only. Y, en 2028, como él mismo dice, Dios dirá.

HORÓSCOPO

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.