entrevista
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«Soy súper sensible, siempre lo he sido, pero ahora soy terrible… Lloro por todo«, cuenta Virginia Torrecilla con una sonrisa. Durante la entrevista, los ojos se le empañan un par de veces recordando todo lo que ha vivido en los tres últimos años. En 2020, en pleno estallido de la pandemia y siendo la estrella del Atlético de Madrid, le diagnosticaron un tumor cerebral y le dijeron que, probablemente, no podría volver a jugar a fútbol. Un año más tarde, un grave accidente de tráfico dejó a su madre en una silla de ruedas.
La futbolista, capitana de la selección femenina de fútbol desde 2013 hasta 2019 y campeona de tres ligas y dos copas con el FC Barcelona, volvió a los terrenos de juego en 2022. Después de haber cambiado de club (esta temporada jugará en el Villareal) sueña con estar lista para las Olimpiadas, aunque reconoce que ahora sus prioridades son otras. Hablamos con ella sobre el libro en el que cuenta su periplo, Nadie se arrepiente de ser valiente (Penguin Random House), pero también sobre todo lo que ha pasado en el fútbol femenino español en los dos últimos meses.
Para escribir un libro como este hay que abrirse en canal. ¿Por qué decidiste contar tu historia?
Siempre me ha gustado escribir. Y cuando empiezo con la enfermedad, para no preocupar a mis padres, empecé a escribir lo que me pasaba cada día: cómo me sentía, las pruebas que me hacían, el miedo que tenía… Aunque hablaba con mucha gente, me resultaba difícil transmitir cómo me sentía y tampoco quería dar pena. Escribir ha sido muy terapeútico para mí.
Tenías 25 años y eras la capitana de la selección de fútbol femenino cuando recibiste el diagnóstico. ¿Cómo se encaja un golpe así?
Nunca me dijeron que tenía cáncer. Esa palabra da mucho miedo. Pero cuando me anunciaron que tenía un tumor en la cabeza, lo primero que se me pasó por la cabeza fue: «¿Qué les digo a mis padres?». Me quedé en shock. De hecho, ni siquiera era capaz de llorar. Tampoco sabía a lo que me enfrentaba. Al principio, pensaron que era benigno y que, en cuatro o cinco meses, podría volver a jugar. Después de la operación, es cuando me dicen que es maligno y que tengo que someterme a radioterapia y quimioterapia. Ahí me doy cuenta de lo agresivo que era y de que mi vida había cambiado completamente.
¿Cuál fue el momento más duro de todo ese viaje?
Físicamente, los últimos dos meses de quimio fueron horribles: pesaba diez kilos menos, casi no comía, tenía mucho dolor… No podía ni levantarme de la cama y estaba siempre ingresada. Psicológicamente, lo peor es cuando me dicen delante de mis padres que necesito radio y quimio. Ha habido momentos muy duros en los que no tienes ganas de vivir, crees que no vas a superar la quimio o piensas que te vas a morir.
Supongo que también has descubierto una fortaleza que quizá desconocías…
Antes, cuando pensaba en las lesiones, creía que romperme el ligamento cruzado era lo peor que me podía pasar. Luego te pasa algo difícil de verdad y el instinto de supervivencia empieza a funcionar. Aunque hay momentos oscuros en los que piensas que te puedes morir, en general siempre pensé que iba a recuperarme. Mi mayor apoyo ha sido mi familia, que me han hecho sacar fuerzas de debajo de las piedras. Esa ha sido mi motivación. Pero también la gente que me ha apoyado en las redes sociales. Me llegaban flores a casa cada día, bombones, la gente me paraba por la calle...
En medio de todo esto, tu madre y tú sufristeis un terrible accidente de tráfico. Has contado que para ti fue más duro que tu propia enfermedad. ¿Por qué?
La vida nos ha cambiado completamente. Mi madre se encuentra bien, aunque por la lesión no puede andar. Pero está viva, está con nosotros, está viendo crecer a su nieto y estamos felices y estables. Pero sí, ha sido lo peor que he vivido nunca. Aunque sé que no fue culpa mía, me siento culpable porque era yo la que llevaba el coche. Han sido momentos muy complicados: meses y meses de depresión, de no querer salir de casa, de no relacionarme con nadie… He estado muy mal porque no podía hacer nada por ella. Lo digo siempre y es verdad: pasaría el cáncer cinco veces más si mi madre pudiese volver a andar.
De este tipo de experiencias se suele salir con un nuevo orden de prioridades. ¿Cómo has cambiado tú en este proceso?
He cambiado mucho. Soy una persona muy madura porque la vida me ha dado muchos palos. Gracias a lo que he vivido, sé apreciar las cosas, valorar a la familia y los momentos importantes. También sé perdonar y tengo claro hay que vivir cada día porque mañana no sabes lo que te va a pasar. Y por todo eso, soy la persona que soy y soy mejor que antes.
¿Y qué te da absolutamente igual ahora que antes te preocupaba demasiado?
Muchas cosas. Para mí el fútbol era fundamental en mi vida, pero me he dado cuenta de que la vida no es solo la autoestima que te proporciona tu profesión. O sentirse más o menos guapa. O estar en una relación. Lo más importante es estar sana, cumplir años y rodearte de esa gente que te da el amor que crees que tienes que encontrar en otras personas. Y no es así.
Supongo que la felicidad, ese concepto tan intangible, tiene ahora un significado diferente para ti…
La felicidad son los momentos con mi familia: cuando estamos en casa comiendo una paella todos juntos. Con mi sobrino, mi madre en una silla de ruedas, mi padre cada día un poco más mayor, pero felices de la vida. También algunos momentos cuando estoy jugando al fútbol. Me alimento de eso. A veces, pienso en lo que he pasado, me pongo triste y lloro. Luego, me doy cuenta de que sigo viva y de que mañana será otro día.
Has vuelto a jugar y este verano fichaste por el Villarreal. ¿Cómo te está ayudando el fútbol a recuperar tu vida?
El fútbol ha sido parte de mi terapia. Ahora que por fin estamos estables, mis problemas otra vez se centran ahí. A veces, me da rabia y pienso: «Con todo lo que he pasado, ¿cómo puedo seguir sufriendo por el fútbol? Pero el ser humano es así: cuando no te ocurre nada malo, te enfocas en cosas poco importantes. Quiero volver a disfrutar del fútbol al 100%. No solo por mí, sino por mis padres. Gracias a ellos soy la deportista que soy y por ellos tengo que seguir.
Con los Juegos Olímpicos a la vuelta de la esquina, ¿sueñas con volver a la selección?
¡Ojalá! Me encantaría estar en los Juegos, pero ahora tengo que pensar en el día a día, volver a jugar y tener cada vez más minutos. Estoy muy feliz en mi nuevo equipo. Tengo que encontrar la mejor versión de mí misma y luego, ya veremos… Obviamente, unos Juegos Olímpicos es lo máximo para un deportista, pero también soy consciente de la vida que tengo, de lo que me ha pasado y de que tengo otras prioridades, como mi familia.
Como ex capitana de la selección, ¿cómo has vivido los acontecimientos que han rodeado a tus compañeras en los dos últimos dos meses?
Han sido muchos sentimientos encontrados. Por un lado, es increíble lo que han conseguido y el apoyo que han recibido de todo el mundo; por otro, desgraciadamente, también hemos vivido momentos muy incómodos. Pero, sobre todo, hemos dado un puñetazo sobre la mesa para decir: «Estamos aquí, somos mujeres y queremos seguir consiguiendo cosas que son importantes para el conjunto de la sociedad». Han sido momentos muy críticos, pero estoy segura de que juntas vamos a seguir callando bocas y abriendo puertas para que las niñas que vienen detrás no tengan que sufrir todo lo que hemos vivido nosotras.
De todo lo que sucedió después de la consecución del Mundial, ¿qué es lo que más te ha indignado?
Muchas cosas. Una de ellas es que pese a que todo el mundo viera las imágenes, todavía tengamos que dar explicaciones. Si pasan esas cosas cuando algo así se ha visto en directo, no quiero ni pensar lo que le puede pasar a una mujer en otras circunstancias. Eso me molesta mucho.
Se ha hablado mucho sobre cómo la polémica ha empañado la hazaña deportiva. En tu opinión, ¿es más importante el Mundial o la lucha que esta generación de futbolistas ha visibilizado?
Las dos son muy importantes. Sin el Mundial quizá no hubiéramos tenido la voz que tenemos ahora. Todo va de la mano. Obviamente somos conscientes de que, como mujeres, tenemos que seguir luchando en un deporte como el fútbol. Pero estamos unidas y tenemos ganas de seguir abriendo puertas y ventanas para las personas que vienen detrás.