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Eva Villaver ha tenido una de esas carreras investigadores que le ha llevado a hacer muchas veces las maletas, aunque todo empezara en el Instituto de Astrofísica de Canarias, donde completó su doctorado. Desde entonces, ha pasado por dos de las grandes agencias espaciales del planeta: primero, trabajó en el Instituto Científico del Telescopio Espacial Hubble de la NASA; después, en la Agencia Espacial Europea. Experta en la evolución de los sistemas planetarios y en la vida final de las estrellas, también ha sido profesora en la Universidad Autónoma de Madrid y cuando estaba a punto de volver a dar el salto y regresar al Instituto de Astrofísica de Canarias para seguir investigando, recibió una llamada inesperada.
Villaver es la nueva directora de la Oficina de Espacio y Sociedad de la recién creada Agencia Espacial Española. «Estamos todavía firmando los contratos», explica sobre un organismo cuya creación se publicó en el BOE en el mes de abril. «Es una agencia que nace con una vocación muy amplia y ambiciosa, que quiere integrar todos los componentes del sector espacial en España. Sigue el modelo de otras agencias como la australiana o la portuguesa. No vamos a desarrollar instrumental ni tecnología, pero seremos un nexo de unión entre los diferentes sectores de la industria espacial para que los proyectos con una visión estratégica puedan salir adelante», cuenta la científica, que estos días participa en SUTUS, un summit internacional sobre turismo espacial y submarino que se celebra en Marbella.
Desde su creación, la Agencia Espacial Española contará con un departamento específico para fomentar las carreras en el sector aeroespacial entre las mujeres. En este sentido, Sara García, que el año pasado se convirtió en la primera astronauta española de la historia, se ha convertido en una referencia indiscutible. «Que una mujer, una investigadora del cáncer, haya pasado todas las pruebas y sea ahora mismo astronauta en la reserva de la Agencia Espacial Europea, puede inspirar a muchísimas chicas. Ojalá algún día le asignen una misión y pueda volar».
Su primer contacto con el espacio tuvo como escenario un pequeño pueblo de Castilla y León, donde su familia tenía una casa y ella veraneaba cada año. «Yo, que siempre he sido una persona poco nocturna, me levantaba de puntillas en mitad de la noche mientras todos dormían, sacaba una silla a la calle y me ponía a mirar aquel cielo oscuro», recuerda.
Su interés por la ciencia también fue precoz. «Desde muy pequeña me di cuenta de que la ciencia era capaz de responder preguntas interesantes», explica. Por la misma razón, primero escogió Física y, después, se especializó en Astrofísica. «Si eres físico de materiales, no te preguntas por el origen de la vida, por nuestro lugar en el universo o por si estamos solos o no. La astrofísica te permite hacerte todas las grandes preguntas».
En su nuevo puesto, la científica tiene la misión de «llevar el espacio a la sociedad». Pero, ¿en qué se traduce eso exactamente? «Mi trabajo es conseguir que la gente entienda el impacto que los desarrollos tecnológicos ligados a la exploración espacial tienen en nuestro día a día. Todo el dinero que se invierte genera puestos de trabajo, mejora nuestra salud, permite que tengamos ordenadores portátiles más ligeros, microondas de un tamaño razonable en nuestras cocinas, hace posible que podamos viajar seguros en avión…», explica Villaver, que también es divulgadora y en 2019 publicó el libro Las mil caras de la Luna.
Pero hay más. La investigadora menciona prometedores experimentos para regenerar los huesos que ayudarán a combatir la osteoporosis o cómo los ecosistemas cerrados y autosostenidos que se desarrollan para hacer posible la vida en el espacio tiene su aplicación directa en nuestra forma de gestionar el agua o los residuos en la Tierra. «A menudo, la ciencia básica no tiene una aplicación directa en el momento, pero cuando aparece el problema, esos descubrimientos son fundamentales. Eso es algo que también demostró el covid».
La creación de la Agencia Espacial Española llega en un momento particularmente interesante para la exploración espacial: la NASA volverá a la Luna en 2024, algo que la agencia Espacial Europea también espera poder hacer en la próxima década. «Llegar a la Luna es interesante para Europa porque significa tener independencia tecnológica y no quedarse atrás», explica. Y, sin embargo, a Villaver le fascinan más otras misiones espaciales, como las que explorarán las lunas del sistema solar, como Europa, uno de los satélites de Júpiter.
La entrada de operadores privados como SpaceX, de Elon Musk, o BlueOrigin, de Jeff Bezos, en el sector espacial también representa un desafío. «La exploración espacial ha cambiado radicalmente. Las empresas privadas arriesgan más que las agencias gubernamentales y, de algún modo, también son más eficientes, pero todavía está por ver cómo cambiará eso todo el sistema», explica la directora.
Y luego, está la geopolítica que, desde siempre, ha formado parte de la carrera espacial, con actores como India o China apostando más fuerte que nunca por tener una presencia sostenida en el satélite. «Las potencias tecnológicas se están echando un pulso entre ellas. No estamos en una narrativa de guerra fría, pero sí es algo que recuerda a los inicios de Internet. Quien se posicione ahora mismo a escala global, tendrá el liderazgo en el futuro».
Y ese futuro, opina Villacer, tiene un destino muy concreto. «En los próximos 50 años, llegaremos a Marte. Seguro. Y allí entenderemos mejor cómo se formó el sistema solar. Ojalá en las próximas décadas también encontremos evidencia de vida microscópica en otro planeta. Pero esa mirada hacia afuera también tiene que darse la vuelta. Tenemos que mirar a la Tierra y darnos cuenta de que es un ecosistema frágil, diverso y único y ser conscientes de que tenemos que cuidarlo más», concluye.
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