Crear una cuenta
Iniciar sesión
Sorprende poco o nada que los espectadores de Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer se hayan asustado. Al fin y al cabo, es la historia real de un asesino. Lo que extraña es que el mismo actor, Evan Peters, haya pasado miedo mientras trabajaba. «Tuve que ir a lugares oscuros durante el rodaje», ha reconocido en una entrevista. En su vida ha pasado largos periodos sin luz, como dos años de terapia o una relación inestable con la sobrina de Julia Roberts, que acabó en una nariz rota (la de él).
Superar el pánico era prácticamente imposible por el proceso tan minucioso de indagación en el personaje. Peters, ganador de un Emmy en 2021, tuvo que ver la entrevista de Stone Phillips con el verdadero Jeffrey Dahmer, leer biografías del caníbal de Milwaukee, el informe policial de 1992 sobre su confesión y escuchar la declaración oficial. De aquella inseguridad nació una inspiración, se sumergió en su propio terror. «Quería que fuera muy auténtico», sostiene.
El mayor desafío era respetar la dualidad del hombre que mató a 17 víctimas entre 1978 y 1991. El joven de 35 años quería mezclar la falsa imagen de persona normal que proyectaba Dahmer con su extenso mundo oculto y perturbador. Y, ante todo, su objetivo era respetar las víctimas y las familias «para contar la historia de la manera más auténtica posible». El resultado es una producción de Ryan Murphy que se ha convertido un fenómeno en Netflix. Y el papel más difícil de su vida.
Evan Peters tenía experiencia previa en los thrillers. En la serie American Horror Story interpreta a 15 personajes sin escrúpulos y, a veces, con carisma seductor. Uno de esos papeles fue el que le llevó al extremo, el que le obligó a pedir ayuda psicológica.
Tenía que meterse en la piel de Kai Anderson, un joven de los suburbios de Michigan. El chico recluta personas desencantadas con la sociedad y acaba por convertirse en el líder de una secta.
«Perdí contacto con amigos y familia», ha confesado el actor en una entrevista para The Angeles Times. Se volcó al completo y acabó exhausto. Ryan Murphy, que también era cocreador de esta serie, ha asegurado en una entrevista que Peters «sufrió» mientras actuaba: «Fueron necesarios dos años de descanso y terapia para sacarse de la cabeza al personaje».
Otro de los varapalos que vivió Evan Peters fue su relación con Emma Roberts, sobrina de Julia Roberts. Se conocieron en 2012, en la película Adult World. Aunque al principio ni se hablaban, las chispas acabaron saltando entre ellos (y llegaron a las llamas).
Un año después, las discusiones de la pareja acabaron en violencia física, según People. Unos huéspedes escucharon una oleada de gritos en un hotel de Montreal y, asustados, llamaron a la policía.
Lo que se encontraron los agentes fue a un chico con la nariz ensangrentada y marcas de mordidas. Ella acabó arrestada. Los representantes de la pareja aseguraron a la revista que fue un incidente desafortunado y un malentendido. «Roberts fue liberada después de ser interrogada y la pareja está trabajando junta para superarlo», aseguraron.
Contra todo pronóstico, se reconciliaron y se adentraron un mareo de idas y venidas que duró siete años. Meses después del incidente, él le pidió matrimonio a Roberts. Empezaron nuevos problemas y se separaron en 2015. Volvieron otra vez en 2016.
En la premier de American Horror Story: Hotel, él aseguró que ella era increíble. ¿Eran novios? «Simplemente la quiero», respondió a un periodista. Y parecía que era definitivo, pero no. Ese mismo año cortaron y se reconciliaron. Seguía la montaña rusa.
En 2019 ella puso el broche final. Contó que estaba saliendo con otro compañero de profesión. «Me doy cuenta de que la vida son altibajos. Estoy tratando de sobrellevarlos, y vivir en algún punto intermedio», dijo a Cosmopolitan en esa época. «Todo lo que termina es duro», concluyó ella, al fin.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.