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Joana Marcús, 24 años y un millón de libros vendidos: «También tengo fans entre las madres y las abuelas que quieren saber qué leen sus hijas»

Es la autora de literatura juvenil que más libros vende en España, pero también es un fenómeno editorial en Latinoámerica. Hablamos con Joana Marcús, que acaba de publicar su nueva novela: Sempiterno.

La escritora Joana Marcús. PENGUIN RANDOM HOUSE

Cuando Joana Marcús negoció su primer contrato editorial todavía era menor de edad. De hecho, tuvieron que firmarlo sus padres. Había empezado a escribir con 11 años y con 13, se inició en la plataforma de escritura digital Wattpad, donde consiguió construir un fanbase de millones de lectores fieles. A sus 24 años, es la autora de literatura juvenil más vendida de nuestro país, un fenómeno editorial en Latinoamérica y ha vendido más de un millón de ejemplares. Con una quincena de novelas publicados, acaba de lanzar Sempiterno, su última novela. Y el próximo 19 de junio, participará en Santander WomenNOW, el summit de liderazgo femenino de Vocento y Mujerhoy.

Su última novela ya está en la calle. ¿Cómo es ese momento en el que un libro deja de ser exclusivamente suyo y pasa a ser de los demás?

El día del lanzamiento está muy romantizado, pero en realidad es muy caótico: entrevistas con medios, visitas a librerías, firmas… Pero la verdad es que suelo tener más nervios en otros momentos del proceso: cuando desvelas la portada, cuando se publica la sinópsis… He crecido en Internet y estoy acostumbrada al feedback rápido y numeroso, con opiniones muy distintas. Cómo se recibe la historia, lo que pasa dentro del libro, no me intimida tanto. Me dan más miedo las otras decisiones que rodean a un lanzamiento.

Empezó a escribir con 13 años en la plataforma de lectura Wattpad. ¿Qué tipo de niña había sido?

Odiaba la lectura. Para mí equivalía a leer en voz alta delante de toda la clase. Aunque no lo sabía, tenía dislexia y me costaba mucho. Cuando me diagnosticaron, me recomendaron leer media hora al día. Lo detestaba: los libros que me recomendaban eran o muy infantiles o muy adultos. Hasta que empecé a leer Harry Potter, pero también las novelas de Laura Gallego. Empecé a sentirme acompañada y comprendida gracias a esos libros. Luego, descubrí Wattpad. La gente que escribía allí tenía mi edad y aunque me parecía una locura y tenía cero esperanzas de llegar a nada, empecé a escribir con once años. Con 13, ya escribía historias más estructuradas que eran lo que eran, pero eran libros con sus capítulos y sus personajes.

¿Qué deberían esperar sus fans de Sempiterno, el libro que presenta ahora?

Es difícil hablar de este libro sin hacer un poco de spoiler… Hay mucha acción porque mezcla fantasía y romance. El primer libro era más introductorio, más lento, más de conocer las dinámicas y los personajes, en este segundo está todo más estructurado y es más rápido. Creo que no va a dejar a nadie indiferente.

Diez años después, es la autora de literatura juvenil más vendida de España. ¿Cómo se gestiona un éxito tan rotundo como ese?

Pues disociando muy fuerte. Aunque la verdad es que solo lo noto cuando estoy de promoción. En casa, en mi día a día, vuelvo a la normalidad. Creo que eso hace más fácil no volverme insoportable, que es una cosa que me da mucho miedo y que mi madre se asegura de que no pase.

Tiene un gran fenómeno fan, pero es un tipo de popularidad muy vinculado a sus libros. A simple vista, parece el tipo de fama ideal. ¿Es así?

Sí, porque la gente no siente esa conexión conmigo sino con mis personajes. Quizá porque están viviendo cosas muy concretas y muy parecidas a las que ocurren en la historia. Cuando se crea algo desde un espacio tan íntimo y tan vulnerable es imposible que sea malo. Además, tengo mucha suerte con mis lectores porque son todos muy amables.

¿Siguen siendo todos tan jóvenes?

A medida que avanza la cosa, va llegando a un público más amplio. Antes, eran adolescentes y ahora, la mayoría tienen entre 15 y 25 años. También me encuentro con muchos novios de mis fans que han leído el libro o con madres y abuelas que quieren saber lo que está leyendo su hija o su nieta y se enganchan.

Durante el proceso creativo, ¿escribe para sí misma o siempre está pensando en sus lectores?

Aunque soy muy consciente de lo que se espera de mí, en el fondo estoy escribiendo lo que yo quiero. De hecho, pasé de escribir romance contemporáneo a fantasía porque me apetecía. Tengo la inmensa suerte de que mi público, pero también mi equipo, me permiten experimentar y aceptan que haga lo que más ilusión me hace en cada momento. El lector nota cuando alguien escribe sin ganas u obligado. Y yo no quiero llegar a ese punto. Me parece más importante publicar algo menos comercial que me haga ilusión que al revés.

Sempiterno es el último libro de Joana Marcús. PENGUIN RANDOM HOUSE

¿Y es de las que sufre o disfruta escribiendo?

Disfruto muchísimo. Podría renunciar a muchas cosas en mi vida, pero si me quitaras la escritura lo pasaría fatal. Es una forma de desahogo y de hablar de temas de los que no es fácil hablar con nadie por mucha confianza que tengas. De alguna manera, te purifica. Y siempre hay ideas nuevas.

¿Quiénes son sus referentes literarios?

Si tuviera que destacar a alguien, sería Laura Gallego, que me hizo enamorarme de la fantasía, pero también de la literatura en general. Ella fue uno de los primeros fenómenos literarios que hubo y, de alguna manera, sembró el camino para que yo ahora pueda hacer lo que estoy haciendo.

La literatura juvenil sigue estando muy denostada. ¿Cómo convive con esos prejuicios?

Ocurre con cualquier cosa relacionada con la juventud y la infancia. Por alguna razón, asumimos que algunas cosas que te hacen feliz, que te hacen llorar, gritar o reír, tienen que ser pasajeras, que debes renunciar a ellas para madurar. Si los adultos se dieran cuenta de la importancia que tiene que una persona joven se puede identificar con una historia y de esa manera se acerque a los libros y se forme un lector futuro, no lo despreciaríamos tanto.

¿Es una escritora de rituales y supersticiones? ¿Metódica o caótica?

¿Tengo cara de metódica? (se ríe). La única condición que me pongo a mí misma es que si lo que estoy escribiendo no me hace ilusión, tengo que cerrar el portátil. No va a salir nada bueno de ahí. Hay días en los que no me apetece escribir nada y otros en los que puedo hacerlo durante 12 horas seguidas. No digo que sea sano, pero es lo que a mí me funciona.

Su primer contrato tuvieron que firmarlo sus padres porque aún era menor de edad. ¿Qué tal se le da la parte del business?

Para las cosas más técnicas, tengo a mi queridísimo agente, que lo hace todo y lo hace genial. Pero es verdad que para lo demás, tengo las cosas muy claras. Si, por ejemplo, me propusieran escribir un thriller y no me apeteciera hacerlo, me daría igual la oferta. Para los tiempos de entrega, el género de las historias o lo que puedo y no puedo dar de mí misma en una gira, siempre soy yo la que decide.

¿Cómo se consigue una seguridad tan aplastante en una misma con solo 24 años?

¡Nunca sabremos si es fingido! Siempre hay un poco de fachada. Pero es cierto que me siento bastante segura de mis decisiones. Al final, llevo diez años en esto y empiezas a conocerte, a entender cómo trabajas, cómo funcionas… Y con eso ya puedes saber por dónde tirar y por donde no. En el terreno profesional tengo las cosas bastante claras.

¿Y tiene un plan para su carrera literaria?

La verdad es que no. Ya estoy notando la evolución de mis historias y el tono también ha cambiado mucho desde Antes de diciembre, mi libro más conocido. Pero dentro de esa evolución, prefiero dejarme llevar y no forzar demasiado las cosas. Todo esto ocurrió de forma muy inesperada y prefiero que siga siendo así. Y si en algún momento se termina, pues se terminó. Y si puedo seguir haciendo esto 20 años más, estaré encantada de que sea así.

A menudo, se trata con mucha condescendencia a la generación Z. ¿Entiende los prejuicios?

Creo que es el ciclo sin fin de los adultos mirando por encima del hombro a las nuevas generaciones. Y con los Z pasa eso: son unos blandos, unos vagos, todo el día con el móvil… Pero somos mucho más que eso. Quizá se podrían parar a escuchar nuestras inquietudes e intereses antes de imponer sus ideas. También somos una generación que está luchando muchísimo por la salud mental, un tema que hasta hace poco era un tabú. Ahora es normal ir al psicólogo, hablar de tus sentimientos… Es algo que ha logrado esta generación y hay que valorarlo.

Y además, leen.

Muchísimo. De hecho, cuando miras las estadísticas, el mercado juvenil es increíble. Es una barbaridad lo mucho que consumen, pero como no leen lo que los adultos quieren que lean no se considera lectura.

¿En qué está trabajando ahora y que está leyendo?

Siempre tengo alguna historia activa, porque las ideas nunca se terminan, pero aún no he decidido cuál será mi próximo proyecto. Y sobre las lecturas, acabo de venir de una gira en Panamá, Costa Rica y Colombia y me he traído 20 libros de autores latinoamericanos, así que voy a estar muy ocupada.

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