Los adjetivos de Meloni

En plena campaña electoral, la cadena americana Fox entrevistaba a Giorgia Meloni y le preguntaba si le emocionaba la posibilidad de convertirse en la primera mujer al frente del Gobierno de Italia. Por supuesto, la respuesta era un sí y Meloni recordaba, además, que ya había sido la ministra italiana más joven, en un Gobierno de Berlusconi.

A mí también me gustaría emocionarme, pero no puedo porque, más allá de señora orgullosa cuando sus congéneres alcanzan nuevas cotas de poder y esperanzada por lo que eso debería suponer para las nuevas generaciones, soy una europea horrorizada.

Meloni es postfascista y eso, al parecer, debería aliviarnos. Quiere decir que «respeta los límites de la democracia», según varios profesores de Ciencias Políticas que se congratulan de ese «post» que sustituye a un fatídico «neo». Como todos los populistas, Meloni se maneja en las respuestas ambiguas sostenidas por eslóganes básicos.

Pero también, como a todos los populistas, se le escapan adjetivos con efecto de alarma inmediata. En uno de sus discursos, ha defendido la familia «natural». Qué es una familia natural es algo que no aclara pero imagino que, por ejemplo la mía, con un hijo biológico y otro adoptado, será artificial o, al menos, mixta. Tampoco, entiendo, serán naturales las familias de parejas del mismo sexo, y no sé si las segundas familias.

La señora Meloni defiende también el trabajo para los italianos y el feminismo de derechas, sea eso lo que sea, porque yo hasta ahora pensaba que feminismo significaba igualdad de derechos y oportunidades, pero se ve que algo se me escapa. Tiene en fin muchas ideas muy cortas y muy simples. Esperemos que esos mismos elementos determinen su Gobierno y la cosa pase pronto, y sin dejar ninguna huella.