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María Dueñas, estrella del violín: «Siento la responsabilidad de mantener viva la música clásica»

Actúa en templos como el Carnegie Hall o el Hollywood Bowl, graba discos con la mítica Deutsche Grammophon y vive y trabaja en Viena desde hace una década. A sus 22 años, esta granadina es una de las violinistas más virtuosas del mundo.

La violinista lleva vestido de tirantes de Fendi y zapatos de Aquazzura. Valero Rioja.
María Dueñas, estrella del violín: «Siento la responsabilidad de mantener viva la música clásica»
Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

De Madrid a Turín y, después, a Budapest, Helsinki, Salzburgo, Nueva York, Santa Cruz de Tenerife y un par de ciudades más en Alemania y Austria antes de parar y disfrutar un poco del verano. El calendario de María Dueñas (Granada, 2002) resume de un vistazo lo que significa ser una de las violinistas más cotizadas del mundo. El aterrizaje en Madrid es particularmente especial para ella. «Me encanta actuar en España porque significa volver a casa. Poder tocar para el público que me conoce desde el principio es muy bonito para mí», explica durante las sesión de fotos, en el Círculo de Bellas Artes de la capital. Hace años que Dueñas fijó su residencia en Viena, la capital mundial de la música clásica, la misma en la que Mozart, Beethoven o Haydn desarrollaron sus carreras. Los mismos genios que ella lleva idolatrando desde que era una niña y vivía en Andalucía.

«En mi casa se escuchaba mucha música clásica: violín, ópera, música sinfónica... En el coche, de camino al colegio o, simplemente, en casa. Siempre estaba sonando algo. Recuerdo escuchar a menudo el concierto de Mendelssohn, por ejemplo», cuenta sobre cómo empezó a desarrollar este interés. «Cuando vi el violín sobre el escenario por primera vez me di cuenta de que eso era lo que yo quería hacer», recuerda sobre un concierto en el Auditorio Manuel de Falla de Granada. Tenía cinco años.

En el conservatorio de la ciudad nazarí, donde ingresó con siete, destacó enseguida. Pese a los ensayos y la disciplina, nunca lo vivió como una obligación. «Al principio era pura curiosidad, una actividad más: tocaba el violín igual que practicaba natación. Ni era un esfuerzo ni sentía presión. Simplemente, me encantaba tocar, ensayar… Ese amor por la música, esa pasión, es quizá lo que me ha traído hasta aquí. Luego, casi sin darme cuenta, se convirtió en mi vida», resume.

Cuando cumplió 11 años y terminó el Grado Medio, lo que la mayoría consigue con suerte a los 18, se quedó sin opciones de seguir formándose en España. Entonces, la familia tomó una decisión radical: se mudaron a Dresden, Alemania, para que siguiera estudiando gracias a una beca concedida por Juventudes Musicales de Madrid. «Yo no era muy consciente. Para mí era una aventura: viajar, vivir en otra ciudad, conocer una cultura nueva... Era un riesgo muy grande teniendo en cuenta que, a esa edad, en cualquier momento podría haber dicho que no tenía ganas de continuar. Pero confiaron plenamente en mí. Ahora me doy cuenta del enorme sacrificio que hicieron. Lo aprecio muchísimo», explica sobre cómo sus padres –ella era profesora; él, guardia civil– apostaron por ella.

No era un plan exento de complicaciones, claro. Para empezar, ninguno de ellos (Dueñas es la mayor de tres hermanos) hablaba el idioma. Además, mientras terminaba a distancia sus estudios de secundaria en España, empezó a asistir a la universidad en Alemania. «Tenía 11 años y estaba en clase con gente de 18. Luego, cuando empecé a participar en concursos con 14 años, ya estaba claro que iba para profesional. En realidad, no creo que me haya perdido nada. Más bien al contrario».

Del conservatorio de Granada a Viena

Un año después de llegar a Dresden, la familia volvió a mudarse. Esta vez a Viena, para que María pudiera estudiar junto al prestigioso profesor de violín Boris Kuschnir. A partir de ahí, su trayectoria tomó una velocidad vertiginosa. Con 14 años empezó a ganar concursos, pero también a debutar con algunas de las orquestas sinfónicas y filarmónicas más importantes del mundo. La lista es demasiado larga, pero incluye a la Métropolitain de Montreal, la sinfónica de Pittsburgh, la Filarmónica de Oslo, la Orquesta de Filadelfia, la Sinfónica de San Francisco, la Staatskapelle de Berlín… Al mismo ritmo, recibía llamadas de representantes, prestigiosos sellos discográficos o se convertía en protegida del famoso director de orquesta austríaco Manfred Honeck.

María Dueñas, con top de satén de Guess y pantalón ancho de Mango. Valero Rioja.

En 2022, el estreno del concierto para violín Altar de cuerda, compuesto especialmente para ella por Gabriela Ortiz, causó tal sensación en el universo de la música clásica que le dio la oportunidad de actuar con la Filarmónica de Los Ángeles y a las órdenes de Gustavo Dudamel. «Tiene ese duende, esa magia. Va más allá del talento técnico. Tiene alma de artista. Es fuego. Pero al mismo tiempo puede ser agua», contaba el director mexicano de la violinista en un perfil que The New York Times publicó en octubre sobre ella poco antes de debutar en el mítico Carnegie Hall de la ciudad. Su talento tampoco ha pasado desapercibido para diarios de referencia como The Guardian o Frankfurter Allgemeine Zeitung, que la señalan ya como una de las violinistas más prodigiosas del mundo gracias a una combinación perfecta de técnica, expresividad y talento innato.

«Supongo que significa que voy por el buen camino y eso me da impulso para continuar, pero me queda muchísimo por hacer. No sé si añade presión, pero sí responsabilidad», cuenta dejando claro que una humildad tan genuina como a ratos desconcertante es el rasgo más dominante de su carácter. «Nunca me ha molestado que digan de mí que soy una niña prodigio. No puedes controlar la forma en la que la gente te percibe o te define. Yo lo único que puedo hacer es trabajar y hacer mi música», explica sobre la etiqueta que la acompaña allá donde actúa o las comparaciones con otras violinistas famosas como Anne-Sophie Mutter. En 2023, Dueñas recibió el primer reconocimiento importante de su carrera en España cuando recogió el premio Princesa de Girona de las Artes y las Letras.

«Sigo teniendo una vida muy parecida a la de cualquier persona de mi edad», insiste pese a todo. Solo que ella, en cuanto encuentra un rato, se dedica a componer sus propias piezas. «Empecé escribiendo cadencias para conciertos de Mozart, Beethoven o Brahms. Siempre tengo ideas nuevas en la cabeza. De hecho, voy a todas partes con una grabadora», explica Dueñas, que se ha convertido en la tercera española en grabar con la mítica Deutsche Grammophon, después de Montserrat Caballé y Plácido Domingo. «Empecé a tocar Los Caprichos de Paganini cuando era muy pequeña para concursos y algún concierto. Siempre me ha acompañado», cuenta sobre su segundo disco con la discográfica. Dueñas tiene el privilegio, además, de tocar el stradivarius Camposelice de 1710, cedido por la Nippon Music Foundation, y otro instrumento construido por Nicolò Gagliano en el siglo XVIII. «Son dos piezas de lutería increíbles, que te permiten tocar todo tipo de colores musicales. Pero sí, es una responsabilidad enorme», reconoce.

Estrella de la música clásica

¿Es necesario mantener el ego a raya? «Supongo que sí… Siempre es importante recordar de dónde vienes. Al no proceder de una familia de músicos, tampoco tuve ninguna ayuda. Era un mundo totalmente nuevo para mí y no ha sido fácil hacer este camino», reconoce. Sin embargo, su obsesión tiene poco que ver con la fama y mucho más con desarrollar un sonido personal e intransferible. «Cuando era una niña escuchaba a los violinistas más célebres de la historia, como Heifetz u Óistraj, y lo que más me llamaba la atención era el sonido único que les hacía tan reconocibles. Y eso es lo que yo intento conseguir con mi música».

Pese a sus 22 años y una modestia a prueba de ovaciones, la violinista ya es una referencia incontestable. «Siento la responsabilidad de mantener viva la música clásica y de ser una inspiración para las siguientes generaciones», explica. Cuando se le pregunta por sus planes de futuro, todo son objetivos: habla de ampliar su repertorio, de explorar obras desconocidas, de tocar en los mejores auditorios, de colaborar con los artistas más respetados…

Antes de terminar, Dueñas vuelve a remarcar que tiene una «vida muy normal». «También me gusta hacer deporte, salir con mis amigos, pasear por Viena…», cuenta sobre cómo emplea su tiempo libre cuando no está ensayando, componiendo o haciendo y deshaciendo maletas.

Última batería de preguntas para comprobarlo: ¿Qué suena en su Spotify además de música clásica? «Me gustan solistas como Whitney Houston o Céline Dion. También me encanta Sinatra». ¿Regueton? «No tanto, aunque algunas veces sí», dice tímidamente. ¿Cuál es el peaje de una vida como la suya para una chica de 22 años? «El único peaje que se me ocurre es viajar. Das un concierto en una ciudad y, al día siguiente, te vas». No parece que, de momento, eso vaya a cambiar. Su calendario, y su plan de vuelos, está repleto hasta bien entrado 2026. María Dueñas y su Stradivarius quieren conquistar el mundo

Estilismo: Cristina Pérez-Hernando. Maquillaje y peluquería: Antonio Romero (The Crew Art). Asistentes de fotografía: Andrés Barbosa y Pedro Melo. Agradecimiento: Círculo de Bellas Artes de Madrid.

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Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.