Ver fotos
Milena Smit (Elche, 1996) estrenó su primera película, No matarás, junto a Mario Casas en octubre del año pasado. Contar todo lo que ha vivido en estos meses es una enumeración casi infinita de primeras veces. Nominación al Goya como actriz revelación. Primer rodaje de una serie, Alma (próximamente en Netflix). Primer encuentro con Pedro Almodóvar y Penélope Cruz cuando se enteró de que sería la coprotagonista de Madres paralelas. Estrenar la película en el Festival de Venecia, acudir al Festival de Nueva York, primeras sesiones de fotos, eventos, alfombras rojas, premios, portadas… Muchas primeras veces comprimidas en tan poco tiempo que la han convertido en uno de los rostros del año.
No parece una desconocida a pesar del poco tiempo que lleva expuesta al ojo público. Esa sensación de cercanía está reforzada por la seguridad con la que se presenta ante la cámara, siguiendo fielmente la frase «no hay segundas oportunidades para primeras impresiones». Para la sesión de fotos, pide naturalidad en su maquillaje y su propia música (entre la que suena Billie Eilish) para contagiarse del estado de ánimo esperado. Le gusta posar, sabe cómo hacerlo, y prefiere no sonreír a cámara. Milena Smit es el Premio Mujerhoy 2021 al talento artístico. Y cierra el año echando el freno de mano. Un parón en seco, pero breve. Con dos películas pendientes de estreno (Libélulas y Tin & Tina, con Jaime Lorente) y el rodaje de otra serie para Netflix a punto de comenzar, La chica de nieve, la obligamos a echar la mirada atrás a este año. ¡Y vaya año!
Mujerhoy. Desde la nominación al Goya a hoy apenas ha pasado un año. La pregunta del millón, ¿cómo está?
Milena Smit. Esa es la pregunta que me hago todos los días. Me siento muy bien, muy tranquila. He tenido tiempo de desconectar un poco porque ha sido un año de auténtica locura. Cuando estábamos en el Festival de Venecia con Madres paralelas ni siquiera había pasado un año desde el estreno de No matarás. He tenido la suerte de empalmar prácticamente un proyecto con otro. He estado rodando con gente que me ha descubierto un mundo, porque yo, que vengo sin formación, estoy aprendiendo de mis compañeros, con los directores de cada departamento...
¿Necesitaba una pausa para digerirlo?
Para mí era muy importante parar unos días. Está muy bien tener trabajo, pero tengo que poder disfrutarlo, no quiero que se convierta en un sufrimiento, no quiero que esto se convierta en un trabajo porque lo haría gratis. Ya no puedo dedicarme a otra cosa. Y cuando te empieza a pesar ese cansancio, es mejor frenar. Como en una relación, vamos a darnos un tiempo, a recargar un poco y volver con fuerzas.
¿Es el momento de pensar qué tipo de carrera quiere tener?
Eso es. Decidir qué quiero y no quiero hacer. Y lo más importante es la estabilidad. Este año he estado rodando en Asturias, Sevilla, Madrid, Barcelona… ¿Cuál es mi casa? Vives tantas vidas que cuando vuelves a la tuya entre rodajes, te preguntas «¿por dónde iba?».
¿Cómo ejemplificaría esa pausa?
No tengo ni las notificaciones del móvil activadas, casi no contesto ningún mensaje. Me lo he tomado en serio. Soy un poco workaholic, y esta vez me dije: sí o sí. Me ha afectado un montón todo esto. Durante el rodaje de este verano tuve un nivel de estrés y ansiedad altísimo, sentía que no llegaba a todo. Cuando te pasan tantas cosas de golpe y no tienes tiempo de asimilarlas, se te acumulan y te ves envuelta en una realidad totalmente diferente a lo que estás acostumbrada sin haberte dado cuenta de cuándo ha sucedido.
¿Tiempo para usted en qué se traduce?
A veces me obligo a no hacer nada, a tirarme en el sofá. Tiempo para poder estar con mis amigas, con mi familia. Me acabo de mudar con dos amigas para poder verlas. Y también quiero un poco perder el control: hoy me voy a Barcelona y no sé cuándo voy a volver, o me voy a ver a mi madre y no sé cuándo voy a volver. Soy muy controladora, sobre todo en mi trabajo, y estoy intentando quitarme algo de ese autocontrol. A veces un día productivo puede ser arreglar tu casa, y ya está.
Hay quien dice que ser actor es querer ser visto, algo que viene desde pequeños. ¿Es su caso?
No me identifico con esa idea porque yo nunca he decidido ser actriz. La profesión es la que me llamó un poco a mí. He tenido siempre una vida muy inestable, nunca tuve claro qué quería hacer y el simple hecho de pensar en mi futuro cuando era adolescente me ahogaba. Terminé Bachiller, hice Selectividad, pero no tenía ni idea de qué quería hacer. Me parecía estúpido tomar una decisión así a esa edad. Me puse a trabajar y me fui de casa con 17 años. Hice de todo: puse copas, de imagen para discotecas, tiendas de ropa, teleoperadora… Todo lo que encontraba. Eso me ha dado una base para saber cómo ser independiente. Trabajaba en la recepción de un hotel cuando me contactaron por Instagram para el casting de No matarás y sí, había hecho algún videoclip, pero no sabía ni cómo estudiar un guion. Hice las pruebas y en la última, David Victori, el director, construyó un espacio para que nos sintiéramos libres y salí de ahí convencida de que, aunque no me cogieran, al menos ya sabía qué quería hacer. Fue como si se me encendiera el botón de la vocación.
¿Y cómo lleva ser el centro de atención?
Nunca he sentido que lo sea. La exposición se resume en un peaje que pagamos para tener este trabajo. Cuando es mayor, ven tu trabajo, te llegan cosas y puedes decir esto me apetece, esto no. Lo que peor llevo es el miedo a que la gente que yo quiero me vea diferente. Me ha cambiado la vida, pero me esfuerzo para que no se me vaya la olla, porque es tan fácil… Un día estás poniendo copas y otro, estrenando en Venecia. Por eso es importante no perder el foco, ni olvidarme de dónde vengo. Cuando pasa eso, me voy a ver a mi madre y le pido que no me pregunte por el trabajo.
Por su Instagram se intuye que escribe.
Prácticamente escribo todos los días. A veces tengo bloqueos y escribo mucho o no soy capaz de escribir nada. Cuando no puedo, siento que me atasco. Yo lo comparo mucho con cuando no te viene la regla. O con un corte de pelo. Cuando terminé el rodaje de No matarás, que para mí simbolizó un renacimiento, el querer enterrar una parte de mí que ya no me hacía bien, me corté el pelo. Quería quitarme esas raíces de todos esos años atrás.
¿Cree que el arte sale del dolor?
En mi caso siempre ha sido así. Escribo desde que tengo uso de razón. Tengo un poemario desde los 12 años, y algún día lo publicaré. La raíz de mi creatividad venía siempre del sufrimiento. Vomitar el dolor para mí ha sido sanador.
¿De dónde procede tanto sufrimiento, de una infancia y adolescencia difíciles?
Sí, no hice una buena gestión emocional de niña. Desde que aprendí lo que era, empecé a leer y a ponerlo en mi piel, a trabajar con ello y a analizar mis sentimientos, saber de dónde vienen, por qué estoy llorando a las siete de la tarde en mi casa. O que te dé un ataque de ansiedad y que no sepas lo que es. Hay niños que lo sufren a los ochos años y piensan que se están muriendo. A mí me ocurría eso, no sabía qué era lo que me pasaba. Tampoco he tenido una vida fácil, algo de lo que no creo que hable nunca…
¿La interpretación le está ayudando?
Es terapéutica, te ayuda a conocerte cada vez más. La clave es abrirte en canal al personaje, porque siempre tiene algo que enseñarte. Creo que ser actor te hace ser mejor persona.
Sería capaz de resumir todo este año en un momento?
Este verano, rodando Tin & Tina, ya con la cabeza loca, vinieron dos de mis mejores amigas, María [que la acompaña hoy] e Iciar. Recuerdo llegar a las 10 de la mañana del rodaje nocturno, sentarme con ellas a desayunar, y yo tenía que dormir, pero no podía y me estaba agobiando. A las ocho me venían a buscar y veía que iría de empalme. Ellas se tumbaron conmigo las dos, haciéndome cosquillas, con música relajante, y me dormí. Ese sería.
¿Y qué espera del año que viene?
Este año he entendido que la gente que tienes a tu alrededor es la que más expectativas se crea. No a malas, porque te desean lo mejor: «irás a Hollywood, te van a dar el Goya». Si me las traspasan y no se alcanzan, acaba en frustración y en «no sirvo para nada». Yo ahora mismo estoy aquí. Quiero centrarme en lo que hago en el momento, y lo que tenga que venir será maravilloso.
Te recomendamos