NO TE PIERDAS

La reina Letizia rescata su traje gris de cuadros más elegante de Hugo Boss para la reunión con la Fundación Princesa de Girona

LA MARBELLA DORADA

Silvia Grijalba novela los locos años 60 en la Costa del Sol: «Grace Kelly era un personaje fascinante, pero su nieta Carlota me parece el glamour absoluto»

Silvia Grijalba cuenta en Aquellas noches eternas la historia de Maite, una chica de Oviedo que viaja a Torremolinos en busca de libertad. Por la novela desfilan Grace Kelly, Sean Connery o John Lennon como lo más normal. Así era la Costa del Sol de los 60.

Silvia Grijalba acaba de publicar Aquellas noches eternas, novela ambientada en la Costa del Sol de los sesenta. LUIS GASPAR

Un lord inglés que monta un bar y se hace íntimo amigo de un hippy llegado de la fría Suecia. Sean Connery despachando con un playboy profesor de tenis sin un duro. O John Lennon y Brian Epstein, el llamado quinto Beatle, poniéndose simplemente al sol que más calentaba entonces, los sesenta. Es evidente que cualquier cosa podía pasar en aquel Torremolinos y aquella Marbella. Y pasaban. También nosotros tuvimos nuestro Saint-Tropez.

La curtida en múltiples batallas Silvia Grijalba nos lo cuenta en Aquellas noches eternas (Ediciones B) con ese lujo silencioso que son los detalles. La historia arranca en 1963. Maite abandona su encorsetado y burgués Oviedo después de que su prometido la haya presionado para abortar. Dispuesta a seguir con su embarazo y lo que haga falta, pone rumbo al desprejuiciado sur. Al rincón mediterráneo que hacía las delicias de todo bon vivant; hoy diríamos epicúreos.

Y, como la vida era y sigue siendo caprichosa, entra a trabajar en el mítico Pez Espada, el rutilante hotel de las estrellas. Un día, Ava Gardner, Orson Welles o Sophia Loren. Al siguiente, Claudia Cardinale, Ingrid Bergman o Charlton Heston. Hasta su bar se llama aún Frankie's en honor a Sinatra. Y es solo el principio de la novela. Igual que aquello fue el primer turismo. Porque aquí empezó todo.

La autora comienza hablándonos del Torremolinos de esos efervescentes años, todavía un seductor pueblo de pescadores, y por añadidura de Marbella. Y termina llevándonos al Ghost Ranch, en Abiquiú, de Georgia O'Keeffe; la América todavía por descubrir. Se hacía inevitable, ya que Grijalba, periodista que ha puesto música a todas las letras, amén de escritora vocacional, está al frente del Instituto Cervantes de Alburquerque. Ya saben, Nuevo México (EEUU), la patria de aquella descomunal artista que avivó las bellas y maliciosas flores de estramonio.

Famosos en la Costa del Sol de los sesenta

Desde esa tierra de contrastes, Grijalba nos habla de Gunilla von Bismark, Grace Kelly, Julio Iglesias o el sin par Raphael. En sus páginas, los cameos son infinitos, y las noches, a vueltas con el título, eternas. Puede que endiabladamente divinas. Como en un bolero.

MUJER HOY.Vuelta al ruedo literario después de ocho años. Háblenos de Aquellas noches eternas.

SILVIA GRIJALBA. Es una historia de las mujeres que en los años sesenta y setenta se quisieron arriesgar y formaron parte de lo que fue todo un fenómeno turístico mundial. Yo me he criado en Torremolinos y tenía claro que quería contar la historia de ese paraíso en color dentro de una España en blanco y negro. Había hippies de todo el mundo, las mujeres usaban bikini y hasta podían emprender negocios.

Como Maite, la protagonista de la novela.

No sabía muy bien cómo enfrentarme a esa historia porque tampoco quería hacer una cosa documental. La idea vino de un comentario de mi madre, a la que no le dejaban fumar en su casa ni usar pantalones y cuando llegó a Torremolinos se podía poner bikini. Decidí contarlo a través de una chica que vive en Oviedo, en un ambiente muy conservador, de la alta burguesía, y que por sus circunstancias personales decide irse a Torremolinos. Es su vida y también la de la Costa del Sol de aquellos años.

Silvia Grijalba es periodista, escritora y directora del Instituto Cervantes de Alburquerque (EEUU). LUIS GASPAR

Aprovecha para sacar a todos los personajes de la época.

Hay muchísimos cameos. Desde Gunilla von Bismark a John Lennon y Brian Epstein, que estuvieron en Torremolinos. Fue toda la época dorada del Marbella Club.

¿Ingredientes más que de sobra para construir la ficción?

Sí, porque quería no solo contar esta historia, sino la evolución del personaje de Maite. Una mujer que por educación podía haberse quedado en Asturias y haberse casado, tener niños y aguantar al que en aquel momento era su prometido. Y que, gracias a un ambiente muy concreto, descubre que puede hacer muchísimas más cosas de las que pensaba. Algo en común con muchísimas mujeres que vivieron los años sesenta.

Del conservador Oviedo al liberal Torremolinos

Creció en Torremolinos, ¿tiene también un vínculo personal con Asturias?

Mi familia es de allí. Por eso he mezclado el viaje interior con el viaje exterior, desde el norte al sur. Podía hablar de ese contraste porque lo conozco muy bien.

¿Nos enamoramos de la Costa del Sol, pero nos casamos con Oviedo?

Mi idea era cerrar un círculo. Por una parte, mitificar lo que fue la Costa del Sol, algo muy revolucionario. Y, por otra, desmitificarlo, porque, a partir de los años ochenta, con todo lo que ocurrió con Gil y demás, cambió profundamente. De ahí que la protagonista de la novela, aunque ha cumplido sueños, decida volver a Asturias. Al final, la vida son etapas. Hay una de revolución, de libertad, de emprender, y otra en la que quieres volver a los orígenes. Tampoco voy a demonizar lo uno y mitificar lo otro. Todo tiene sus partes buenas y malas.

En el imaginario, Marbella, con esa vida de exceso mediterráneo, representa la libertad, y Asturias, con sus palacios y casas de piedra, la estabilidad.

De la Costa del Sol me gustaba contar esa elegancia y ese glamour que había. Alfonso de Hohenlohe buscaba un lujo muy sencillo, ahora tan de moda, antes de que llegaran los dorados y todo eso. Sí que es verdad que en Marbella había chalets elegantes, pero no eran nada ostentosos. Era una elegancia que contrastaba con lo que fue después.

¿Por qué nos sigue fascinando la Costa del Sol de esos años?

Porque es realmente fascinante. Lo más importante era, quizá, la mezcla de gente. Te podías encontrar con un lord inglés que ponía un bar en Torremolinos al lado de un hippy que venía de Suecia, y se terminaban haciendo íntimos amigos. O con Sean Connery y una especie de playboy profesor de tenis que no tenía un duro. Ese ambiente lo conocí también por las fiestas a las que iban mis padres. Es irrepetible porque se daban unas circunstancias históricas determinadas. Era una libertad brutal.

Marbella y Torremolinos en la actualidad

Libertad y glamour, no se podía dar más.

En la novela introduzco a una pareja de lesbianas inspiradas en personajes reales, porque la homosexualidad se veía con absoluta normalidad en la Costa del Sol. Lo que quería era mezclar toda la libertad que existió con el glamour, que también era real y desinhibido. De gente muy divertida, pero que tenía cierta profundidad. Porque Gunilla von Bismark o Ira von Fürstenberg eran mujeres cultas, muy emprendedoras y libres, que hicieron siempre lo que les dio la gana.

Aquellas noches eternas nos introduce en ese universo. Aparecen hasta los diseñadores de la ropa que llevan los personajes.

Me preocupo siempre de que haya una ambientación muy exacta. He sido muchos años periodista musical y me parecía que la música era muy importante. Con la excusa de que John Lennon y Brian Epstein habían pasado por allí, los hice parte de la novela. Cuento muchas cosas que ocurrieron de verdad. Por ejemplo, Raphael actuó en el hotel Pez Espada y Julio Iglesias estuvo en la inauguración de Puerto Banús. Si hablo de una marca, busco que sea la que se llevaba entonces, y lo mismo con las tiendas o los restaurantes. Aparece el Annabel's, que era el club de Londres donde iba todo el mundo. Ya es una novela histórica. Ha pasado el tiempo suficiente para que lo sea.

Silvia Grijalba recrea la Marbella Dorada en su nueva novela. LUIS GASPAR

¿Cómo ve los actuales Marbella y Torremolinos?

Hubo una época muy mala, de declive absoluto. Ahora, en Torremolinos, sí que se está recuperando todo este ambiente y se ha convertido en una meca de turismo gay. Y me parece muy bien porque fue uno de los sitios donde se pudo vivir la sexualidad con libertad. En cuanto a Marbella, que la visito a menudo, está rescatando aquel espíritu más bohemio. Hay gente que se está yendo allí porque se vive bien y puedes hacer tu vida como quieras. En la Costa del Sol en general, se nota el fenómeno del teletrabajo, que está consiguiendo que el brillo de la Marbella más hortera se esté apagando. Sigue habiendo gente con mucho dinero, pero también nómadas digitales que me recuerdan a lo que ocurrió en los años sesenta.

El glamour de Grace Kelly y Carlota Casiraghi

¿Dónde está hoy el glamour?

Como ahora hay tanto movimiento, aquello que empezó llamándose la jet set se ha convertido en una realidad. El glamour está en las personas, que van de un sitio a otro porque todo el mundo viaja muchísimo. No hay lugares determinados, sino esta fiesta o la otra. Está la gente que va a Aspen, la que va a Formentera... Ya no hay el centro de veraneo de antes o donde la gente quiere irse a vivir.

¿Qué distancia hay entre Grace Kelly y Carlota Casiraghi? Sin olvidar a Carolina.

Soy muy fan de las dos. Quizá la que menos me gusta es Carolina. Grace Kelly, que aparece en el libro, me parece un personaje fascinante. Haber sido una actriz tan famosa y después meterte allí en Mónaco y conseguir que el turismo crezca brutalmente es algo alucinante. Y Carlota, para mí, es el glamour absoluto, y encima hace esos programas de libros. Puede ser que sea impostado, pero prefiero eso a la impostación de toda la vida. Todo en ella me parece de un estilazo maravilloso.

El Estados Unidos de Warhol y de Georgia O'Keeffe

¿Puede haber Andys Warhol en el Estados Unidos de Trump? 

Sí que sigue habiendo gente bastante transgresora por aquí. Yo vivo en Alburquerque, y muy cerca, en Santa Fe, hay muchísimos artistas y vienen personas de todo el mundo. Claro que puede haber Andys Warhol. En momentos de conservadurismo, siempre surgen movimientos radicales.

Ya que lo ha mencionado, ¿cómo es su vida en Alburquerque?

Dirijo su Instituto Cervantes. Y aquí se mezcla lo que nos contaba Georgia O'Keeffe en sus dibujos y en el Ghost Ranch de Abiquiú, que es maravilloso, con paisajes que vimos en las películas del oeste. Es un estado muy interesante, con un PIB bastante bajo, de los más pobres de Estados Unidos, y te da la experiencia de la América real. No es como vivir en Nueva York o San Francisco.

¿Por qué escribe?

Porque a veces necesito estar fuera del mundo. Lo vivo como una especie de meditación, ahora que todo el mundo medita. Cuando me concentro escribiendo, me sitúo en otro lugar y olvido cualquier problema que tenga. Es como un enamoramiento. querer estar todo el rato con la novela y pensar siempre en ella.

¿Sigue habiendo noches eternas, o no tenemos tiempo?

Hay que buscar tiempo para las noches eternas siempre. Esa sensación del verano y de que la noche se alarga...

Tal vez deberíamos llevar una Marbella de los años sesenta dentro.

Totalmente. Hay una frase en el libro que ha hecho mucha gracia, y es que las chicas de la Costa del Sol no son de hacer sentar la cabeza a los hombres. Eso es algo que tenemos que tener en cuenta. No tenemos que hacer sentar la cabeza a nadie y sí perder un poco la cabeza de vez en cuando, que no está nada mal.

Temas

Famosos