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Sophie Auster: «El mundo sería un lugar mejor si todos tuvieran un padre como el mío»

Nadie presume tanto de apellidos como ella. La cantante estadounidense nos habla del recuerdo más entrañable que guarda de su padre, Paul Auster; de las íntimas memorias que ha escrito su madre, Siri Hustvedt; y de por qué ella y su familia están pensando en exiliarse de su país.

La cantante lleva vestido de Giambattista Valli, sandalias de Geox, pendientes y sortijas de Roberto Coin y ear cuff de Tous. Charly Calderón.
Sophie Auster: «El mundo sería un lugar mejor si todos tuvieran un padre como el mío»
Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

El de Sophie Auster (Nueva York, 1987) es un caso absolutamente atípico. No hace falta preguntarle por sus padres, los famosísimos, talentosísimos y multipremiados Paul Auster y Siri Hustvedt, porque bastan cinco minutos con ella para que te adelante por la izquierda y comparta anécdotas, recuerdos e incluso fotos de una de las familias más ilustres de la literatura mundial. La suya. Lo hace con naturalidad, generosidad y una sonrisa. Con infinito orgullo y más amor todavía. Aún se le escapa el presente cuando habla del escritor, fallecido hace poco más de un año y al que se le parece muchísimo, aunque la elegancia innata y la figura estilizada las ha heredado de la ensayista. Enseña, también, retratos de su hijo Miles, de un año, que descansa en el hotel con su padre, el fotógrafo Spencer Ostrander, mientras ella se prepara para nuestra sesión.

Llevan casi dos meses viajando por Europa entre conciertos en España y Alemania y unas extensas vacaciones en la Costa Brava, de la que ha regresado enamorada. Empezó a cantar con ocho años y a los 16 debutó con su primer disco. Milk for Ulcers es su cuarto trabajo discográfico. Con ella no hay filtros ni preguntas prohibidas. Ni sobre la muerte de su persona favorita ni sobre por qué en su familia ya se habla del exilio.

MUJERHOY. Acaba de terminar su primera gira europea desde que fue madre el año pasado y después de una etapa personal marcada por las pérdidas. ¿Cómo ha sido la experiencia de volver a los escenarios después de tanta intensidad emocional?

SOPHIE AUSTER. Ha sido la primera vez que he estado alejada de mi hijo durante más de dos días seguidos. Al principio, fue bastante horrible, luego me lo pasé un poco mejor. Funcionas a base de picos de adrenalina, pero creo que lo necesitaba. A la vez, es difícil estar completamente concentrada y conectada. Hubo un momento en el que sentí como si dos mundos tiraran de mí en sentidos opuestos. Creo que muchas madres se sienten así. No lo entiendes hasta que, de pronto, se crea una especie de conexión silenciosa de compresión mutua con otras mujeres. Cuando tienes niños pequeños puedes experimentar una soledad grande y necesitar una comunidad alrededor. Miles, además, está en esa edad en la que, si le dejas solo, su vida corre peligro constante. Es muy curioso y es capaz de tirarse de cabeza desde la cama o meter los dedos en un enchufe. ¡Es agotador! [Risas].

Sospecho entonces que no está encontrando tiempo para escribir nuevas canciones...

Era muy consciente de que, durante el primer año, eso iba a ser muy difícil. Y así ha sido. Por eso trabajé mucho durante el embarazo, para terminar el disco a tiempo. Y me alegro de haberlo hecho. No todo el mundo es una madre natural desde el principio. Hay una gran curva de aprendizaje. A veces, pienso: «¡Pero si solo soy una niña! ¡Esto es mucha responsabilidad!» [Risas]. Primero, tienes que aprender a ser madre y, luego, encontrar tiempo para ti y buscar un nuevo ritmo. He escrito un poco durante este tour y he tomado muchas notas, así que creo que voy a encontrar la forma de volver a hacerlo.

¿Qué le saca de un bloqueo creativo cuando las letras no fluyen?

A veces es bueno parar un rato, salir de casa, dar un paseo y despejar la cabeza. Pero creo que la clave está en la constancia. Hay días en los que nada funciona, es frustrante y piensas que eres idiota; hay otros en los que encuentras lo que estás buscando. Pero los primeros te llevan a los segundos. Es como hacer ejercicio o ir al gimnasio a fortalecer tus músculos. Con la creatividad pasa igual. Tienes que tener el hábito y, luego, todo es más fácil. Pero siempre habrá momentos en los que pienses: «No puedo hacer esto, soy horrible».

¿Es muy dura consigo misma?

Sí, mucho. ¡Eres idiota! [Risas] Soy más desagradable conmigo misma de lo que cualquiera haya sido jamás.

Sophie, con camisa de Woman Fiesta, de El Corte Inglés, blazer de Alberta Ferretti y pendientes de Roberto Coin. Charly Calderón.

Escribir es un acto íntimo, al contrario que subirse a un escenario. ¿Dónde se encuentra más a gusto?

Escribir es, sin duda, la parte más frustrante. Desecho muchas ideas y dudo muchísimo de mí misma. Grabar en el estudio o estar sobre el escenario es divertido. Las giras pueden ser como un campamento de verano: siempre pasa algo divertido o caótico. Además, he encontrado un grupo de personas con las que me encanta ir de tour. Ha sido un proceso largo porque no es fácil encontrar a gente que, además de buenos músicos, sean tranquilos, dulces y compatibles contigo. Viajar y estar de gira ya es complicado. Si encima alguien se está quejando todo el rato a tu lado, es más duro todavía.

Autor de la Trilogía de Nueva York, La invención de la soledad o Smoke, Paul Auster era el gran escritor neoyorquino de su generación y un auténtico genio literario, pero para su hija «solo» era el mejor padre del mundo. Antes de fallecer debido a un cáncer de pulmón, el 30 de abril de 2024, el escritor pudo conocer a su nieto, nacido apenas cuatro meses antes de su muerte. Una alegría final para aliviar la terrible tragedia familiar que marcó sus últimos años. En abril de 2022, su hijo David, fruto de su primer matrimonio, murió de una sobredosis accidental 15 días después de haber sido acusado del homicidio involuntario de su hija de diez meses. La cantante ha llevado la experiencia, y el dolor acumulado, a las canciones de su último disco.

Este álbum, Milk for Ulcers, es una obra profundamente personal que escribió después de la muerte de su hermano y su sobrina, y cuando su padre luchaba contra el cáncer. ¿Puede el dolor alimentar la creatividad?

Sin duda. Escribir bajo presión y en ese tipo de circunstancias terribles puede ser bueno para la creatividad. Pero lo cierto es que tampoco sentí que tuviera opción. Es algo que tengo en común con mi familia: en tiempos de tremendas dificultades, todos recurrimos a lo que sabemos hacer. Para mis padres es escribir y, para mí, es la música. Mi madre, de hecho, acaba de terminar unas memorias. Empezó a escribirlas el día después de la muerte de mi padre.

O sea, que el tópico de que el arte y la creación funcionan como terapia se cumple, ¿no?

Absolutamente. Por un lado, te mantiene ocupado y, por otro, sacarlo todo fuera es muy terapéutico, aunque luego puede venir seguido de un bajón. Es como cuando actúas y tienes un subidón de adrenalina y, al parar, es difícil volver a encontrar el equilibrio. Pero creo que te ayuda a seguir adelante.

El disco tiene una canción dedicada a su padre: Blue Team. ¿La está tocando en sus conciertos?

Sí, estoy tocando todo el disco. Cuando lo hago, aprovecho para contar algo especial sobre mi padre. Si no quisiera hablar de él o de mi familia, nunca hubiera publicado una canción como esa. Me siento obligada a contarle al público que asiste a los espectáculos lo que él significaba para mí.

¿Y qué cuenta exactamente?

Que era un padre maravilloso y que teníamos una relación muy especial. Soy consciente de que hay mucho interés sobre cómo es crecer en una familia como la mía. Entiendo esa fascinación sobre lo que significa vivir con dos personas tan creativas y exitosas como mis padres. Para muchas personas es algo casi mágico. Pero creo que lo que era realmente único de nosotros es cuánto nos queríamos. Esa es la parte más especial de mi familia. Puedes tener padres famosos, pero puedes odiarlos. Y eso es horrible.

De hecho, ocurre bastante a menudo. Lo más habitual es que un hijo de padres famosos evite hablar de ellos como una forma de reivindicar su propio camino. Usted es la excepción a la norma.

Es cierto. Creo que es más habitual lo contrario. Esos hijos están buscando su propia vocación y hablar constantemente de tus padres, si no tienes una relación saludable con ellos, puede ser muy duro. En mi caso, era al revés. Estábamos muy unidos. Por eso, cantar esa canción es una forma de declarar públicamente la persona y el padre fantástico que era. Para mí, el mundo sería un lugar mucho mejor si todas las personas tuvieran un padre como el mío. Él era maravilloso. Tuve mucha suerte de contar con eso.

Vestido y botas de Chanel, medias de Falke y pendientes de Roberto Coin. Charly Calderón.

En abril se cumplió un año de su muerte. ¿Cómo se encuentra?

Cualquiera que ha pasado por la muerte y el duelo de un ser querido te dirá que hay días en los que estás perfectamente, con los ojos completamente secos, y puedes hablar de estas cosas de manera casi mecánica. Y luego, otro día, te encuentras con algo que te recuerda a un momento particular y te rompes en mil pedazos. Es inesperado.

Su madre, Siri Hustvedt, ensayista, novelista, poeta y Premio Princesa de Asturias de las Letras, acaba de escribir unas memorias sobre su relación con Paul Auster que verán la luz dentro de unos meses para convertirse en lo que no puede ser otra cosa que un bestseller internacional. Ella lo contará mucho mejor, desde luego, pero se conocieron en 1981 en un recital de poesía en la calle 92 de Nueva York. «Una amiga me lo señaló y dijo: 'Es Paul Auster, el poeta'. La broma en nuestra familia es que a mí me costó 60 segundos enamorarme de él y a él de mí, varias horas. Fue un negocio bastante rápido», ha contado la escritora sobre aquel momento. Hablaron de libros toda la noche, se casaron un año después y en 1987 nació Sophie.

Imagino que la lectura de esas memorias será tan bonita como dura para usted. ¿Está preparada?

Mi marido ya las ha leído, pero yo aún no he encontrado el momento de claridad necesario para sentarme y empezar. Está en mi lista, desde luego. De hecho, estaba pensando empezar en el avión de vuelta, si consigo que mi hijo se duerma...

¿Y qué anticipa?

Lloraré mucho, desde luego. Leer algo por lo que tú también has pasado siempre es una experiencia muy emocional. Spencer dice que es una obra maestra. Creo que la gente va a alucinar. Ella es… Bueno, mi madre es un genio.

¿Cuántas veces al día hablan por teléfono?

Muchas. Por lo menos cinco o seis. Nos intercambiamos muchos mensajes. Me escribe para preguntar cómo estamos, qué tal está el niño y yo le mando un montón de fotos cada día.

Todas las entrevistas y perfiles que se escriben sobre usted hablan de una infancia privilegiada, rodeada de cultura y de los intelectuales que poblaban su casa y la vida de sus padres. ¿Lo idealizamos en exceso? ¿Era, quizá, una vida más cotidiana y mundana de lo que nos imaginamos?

Absolutamente. Los dos trabajaban en casa: mi padre en el piso de abajo y mi madre, en el de arriba. Cenábamos juntos cada día. No son… Bueno, no eran, cuando mi padre aún estaba vivo, personajes de la alta sociedad que estaban siempre saliendo y yendo a fiestas. Eso no les gustaba. Preferían estar en casa. De hecho, la mía fue una infancia muy rutinaria. Es cierto que viajábamos y pude experimentar cosas interesantes y divertidas siendo una niña, pero tampoco me impresionaba en exceso. Claro que me gustaba conocer a un actor o una actriz pero, de nuevo, lo más destacado de nuestra relación era lo unidos que estábamos los tres. Eso era muy bonito. Así que, para responder a tu pregunta, hay mucho de mito. Puedes ser famoso pero no dejas de ser una persona normal. Mira mi padre: te pones enfermo y te mueres, como le puede pasar a cualquiera.

Con falda de Carolina Herrera, jersey de UNIQLO, medias de Falke y zapatos de Giambattista Valli. Pendientes y sortijas de Roberto Coin y pulseras de Tous. Charly Calderón.

Otro lugar común: la presión por hacer su propio camino, por destacar por méritos propios. ¿La ha sentido?

Lo cierto es que no, porque en mi casa yo siempre fui la estrella del show [Risas]. Vivía en una burbuja en la que todos los ojos estaban puestos en mí a todas horas. Por eso, cuando decidí, siendo muy pequeña, que quería actuar, tenía clarísimo que podía hacerlo. Y, cuando alguien me preguntaba por mis padres, yo simplemente decía: «Ah… Son escritores». Le quitaba importancia. Para mí, solo eran mis padres. Pero jamás me hicieron sentir que tenía que estar a la altura de las expectativas o algo parecido. Nunca.

Viendo cómo habla de ellos se me ocurre que la presión, quizá, venga por otro lado: la expectativa de ser la madre que ellos fueron para usted. ¿Acierto?

Absolutamente. Así es exactamente como me siento. Mis padres me regalaron una infancia increíble. Mi madre era una súper mamá que era capaz de hacerlo todo a la vez: escribir libros, encargarse de mí, hacer los deberes conmigo, hornear cupcakes para llevar al día siguiente al colegio… Lo hacía todo. Y esa es la presión que siento yo ahora. Quiero ser tan buena madre para Miles como ella lo ha sido conmigo. A veces, estoy cansada y pienso: «¿De verdad tengo que volver a leerle esos libros?» [Risas]. Pero parte de mi infancia fue toda esa lectura y esa exposición a tantas cosas interesantes, además de sentirme queridísima y muy cuidada. Tenían una paciencia infinita. No recuerdo que nunca se enfadaran conmigo. Ese es el tipo de presión que siento.

Tener hijos es preocuparse, también, por el mundo que les dejamos. ¿Qué le inquieta más de la situación política que estamos viviendo en la actualidad?

La situación de Estados Unidos y, para ser honesta, si podremos quedarnos o tendremos que irnos. Me da miedo la falta de libertad de expresión, si Trump dejará o no el poder, si habrá elecciones democráticas, el impacto en el medio ambiente, la guerra contra las vacunas... La lista de cosas que me preocupan tiene miles de páginas. Es muy difícil encontrar tus pequeñas fuentes de alegría y felicidad mientras hay una nube oscura y gigante sobre tu cabeza a todas horas. Es una pesadilla. Las protestas son positivas y me alegro de que estén sucediendo. Si hubiera estado en Estados Unidos cuando se convocaron, me hubiera unido. Sinceramente, no sé lo que va a ocurrir, porque cada día es un desastre nuevo.

Cuando en 2016 sus padres fundaron la plataforma de resistencia cívica Writers Against Trump (Escritores contra Trump), Sophie Auster se encargó de gestionar las redes sociales. Tanto ella como su madre siguen vinculadas a la iniciativa. La cantante habla sin parar de la situación política que vive su país y reconoce que, desde aquella noche electoral en la que Trump ganó por primera vez las elecciones, vive en una especie de estado de perplejidad. «A veces, no sé cómo hemos llegado hasta aquí. En 2016 yo era optimista, estaba convencida de que Hillary ganaría. Recuerdo que mi madre estaba viajando y mi padre y yo lo vimos juntos en casa. Estábamos tan nerviosos que bebimos muchísimo vino, hasta que me quedé dormida en el sofá. Cuando me desperté, vi la portada del New York Times y era real», recuerda.

El compromiso político es otra cosa que siempre ha visto en casa. ¿Lo siente como una responsabilidad personal?

Sí. Siempre lo he sentido así. Es algo con lo que he crecido. Si tienes una plataforma, debes utilizarla para el bien político. Pero es realmente difícil hacer mella. Hablamos de gente tan rica y poderosa que da miedo. Pero creo que movilizarse ayuda y las protestas son reconfortantes. Cuando las cosas llegan a un punto tan grave como el que estamos viviendo, todo el mundo debería alzar la voz. El otro día vi un documental precioso sobre el activismo político de John Lennon y Yoko Ono. Era inspirador ver cómo usaban su nombre para protestar contra la guerra o daban conciertos gratis en el Madison Square Garden para financiar un hospital de niños. Los artistas pueden ayudar. La gente como Taylor Swift tiene un impacto enorme cada vez que habla. Creo que debería seguir haciéndolo y, de una manera mucho más modesta, yo también quiero hacerlo. No creo que Trump vaya a venir a por nuestra familia porque no estamos en su rádar, pero ya veremos…

Como decía antes, es usted una neoyorquina apasionada y militante. ¿Cómo ha cambiado la vida en la ciudad en los últimos meses?

Para cualquiera que, como yo, ama tanto Nueva York todo lo que está pasando es muy duro. La tensión se vive y se escucha en cada esquina. Mi niñera, por ejemplo, es mexicana y se pregunta si tendrá que irse del país. Hay un ambiente de miedo que afecta a todo el mundo. Los aranceles han tenido un impacto enorme en todo el mundo artístico, que ya se enfrentaba a suficientes desafíos. Por otro lado, si tomaras una fotografía estática de un barrio de la ciudad, lo más seguro es que no te dieras cuenta de la atmósfera política que se respira. Pero, probablemente, hubieras podido decir lo mismo de la Alemania nazi en ciertos momentos de la historia. Veremos qué pasa, pero la sensación de peligro es enorme.

¿Han valorado la posibilidad de irse?

Sí, lo hemos hablado. De hecho, le he dicho a mi madre que debería solicitar el pasaporte noruego porque, de esa manera, podría tener la nacionalidad y nosotros también si viviéramos allí durante un año. Nunca pensé en dejar Nueva York porque amo la ciudad y me encanta vivir allí. Es caótica y carísima, pero es mi casa. Pero también tenemos que ser inteligentes y hacer caso de lo que nos cuenta la historia sobre la importancia de tener una red de seguridad. Así que sí, es algo de lo que nos estamos ocupando.

Terminemos esta entrevista con algo más alegre, por favor. ¿Qué recuerdo de su padre es infalible para arrancarle una sonrisa?

Tengo uno muy especial que me hace sonreír cada vez. Yo debía de tener 10 o 11 años. Era verano y estábamos en una casa de campo de vacaciones. Mi padre era un fanático del béisbol y creo que una de sus grandes decepciones conmigo era que a mí no me interesaran demasiado los deportes porque, además, él estaba convencido de que yo tenía un talento natural. Empezamos a jugar con unos bates de plástico y yo le estaba dando muy bien. Y entonces, en una de las bolas que me lanzó, le di tan fuerte y tan recto, que fue derecho a su cara y le tiró al suelo. Se levantó, cogió la bola del suelo y empezó a gritar: «¡Esa es mi chicaaa! ¡Esa es mi chicaaa!». Estaba emocionadísimo y orgulloso. Y tenía el ojo morado.

Estilismo: Almudena Carnicero. Maquillaje y peluquería: Antonio Romero (The Crew Art). Asistente de fotografía: Cesco Rodríguez. Agradecimientos: Hotel Orfila (Madrid).

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.