Dietas extremas que no deberías hacer

Es uno de esos misterios que guarda un lado oscuro y tenebroso en su corazón: la insistencia de las famosas más delgadas en mostrarse comiendo comida basura o híper calórica en su Instagram. A continuación iremos desencriptando la casuística, aunque ya te podemos avanzar que este peliagudo asunto tiene que ver con eso que se dice de la mala publicidad: que hay que entenderla justo al contrario de lo que afirma. Nuestro refranero ya nos lo había dicho de una forma mucho más sencilla: dime de lo que presumes y te diré de lo que careces.
No hay quien se crea que Emily Ratajkovski mantiene la cintura más diminuta del globo comiendo minichurros envasados. Este sinsentido de foto no hay por dónde cogerlo: ¿para qué se inmortaliza en ropa interior en una tienda 24 horas que, encima, es fea? Si pretendía una foto pop que sacara partido al color de los supermercados, tenía que haberse ido a un Alcampo. Un cero.
La fotografía de moda más exquisita recurre habitualmente al universo de la gastronomía para conferir una narrativa a sus editoriales de moda. Se trata de confirmar que las modelos también comen de menú, aunque sus escuetísimas figuras sean producto de exíguas ensaladas.
A veces, las famosas son contratadas por empresas para publicitar sus productos, como le ha sucedido a Aida Domenech con una cadena de hamburgueserías. A su favor juega un sentido mucho más afinado de cómo integrar la comida en una foto pop. Y lo que es más importante: ha tenido la delicadeza de no fingir que se está comiendo nada que no se pueda comer.
Otra fotografía patrocinada en la que, por desgracia, Blanca Suárez tuvo que fingir que se mete entre pecho y espada un plato de espaguetis con albódigas. Con lo que sufren las actrices españolas para no salirse de la talla del "showroom" (si quieren surcar las alfombras rojas y editoriales de moda impecable y gratuitamente vestidas, deben mantenerse en la 36-38), esta fiesta de carbohidratos con proteínas nos parece altamente improbable.
Uno de los casos más fascinantes en la nueva "jet set" global es el de Olimpia de Grecia, una "influencer" bastante célebre por una silueta que es más que escueta, mínima. Decidida a convertirse en icono de moda, la hija de Marie Chantal Miller y prima de nuestro Rey ha debutado en pasarela con Dolce & Gabbana, pero su esfuerzo se vuelca sobre todo en su perfil de Instagram
Llega a ser un poco siniestra la frecuencia con la que Olimpia se fotografía a sí misma comiendo hamburguesas, golosinas o pasta, además de colgar constantemente fotos de tartas, pasteles o suculentos platos llenos de calorías. Pareciera como si mostrar estos manjares en las redes funcionara de sustitutivo de, efectivamente, comérselos.
La fijación de Olimpia por exhibirse comiendo no comunica, además, ningún tipo de pasión por la comida: lo habitual es que esta no llegue a tocar sus labios, que permanecen perfectamente maquillados y sin mácula. En realidad, los platos funcionan como un subrayado constante de la delgadez de la "influencer", elevada a la categoría de milagro gracias al contraste entre su cuerpo mínimo y la ingente cantidad de delicias dulces y saladas que se pone por delante.
La rubísima lideresa de las "influencers" internacionales suele caer en la trampa de fotografiarse en establecimientos de comida rápida, rodeada de hamburguesas, perritos calientes y patatas fritas. Es una insistencia que parece decir: "Sufrid, mortales: mi ligereza corporal es un regalo de los dioses que me permite comer todas las frituras del mundo y seguir en la 36".
Con esta insistencia en elevar a la categoría de habitual la comida rápida las "influencers" terminan suministrándonos el peor de los mensajes: que su delgadez no es producto de ningún tipo de dieta ni esfuerzo alguno. Una pretensión que no hay quien se crea de una mujer que se deshizo de su tripa de embarazada en menos de dos meses para poder atender sus compromisos profesionales. Si tu herramienta de trabajo es tu cuerpo, ¿por qué finges que no lo mimas?
El caso de las Kardashian es paradigmático: aunque en su reality hablan a las claras de sus carreras para conseguir la figura más delgada y atlética y aparecen siempre comiendo ensaladas y bebiendo preparados adelgazantes de todo tipo, no se privan de fingir que se meten batidos gigantes y todo tipo de golosinas. Aún así, su caso es tan descaradamente artificioso que produce más risa que rabia.
El caso de las modelos que desfilan para Victoria's Secret es, sin embargo, digno de admirar: apenas cuelgan fotografías que promocionen la comida basura o hagan ver que son aficionadas a la misma. Al contrario: si en su Instagram sale comida, suelen ser ensaladas o sushi. Kelsey Merrit subió a su perfil este momento con una aclaración que vale su peso en oro: en realidad el perrito es de su hermana y ella solo se pudo permitir un bocadito pequeño. Honestidad brutal. Qué bien.