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Un primer paso para subirse a la tendencia es practicarla como hacían nuestras madres en los 80: en todo el párpado móvil de manera uniforme y en el fijo casi hasta llegar al nacimiento de la ceja. El secreto está en difuminar ligeramente el extremo y no extenderlo más allá de la línea que une el rabillo del ojo con el final de las cejas.
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Sin embargo, lo que realmente han marcado las pasarelas supone un punto más de radicalidad en la aplicación del color. Aquí la vemos ensayada en un azul eléctrico, perfecto para contrastar con ojos y pelo castaño. Lo que buscamos es un efecto de sorpresa, un shock, no difuminar, disimular o armonizar. De ahí esa gran masa de azul únicamente en el párpado móvil. Facilísimo de aplicar y con un efecto de impacto asegurado.
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En el desfile de la colección de primavera-verano de Missoni vimos esta otra versión de la idea: una gran masa de color con forma de arco que, ya sea porque el párpado móvil es pequeño o para conseguir un efecto aún más llamativo, se aplica también en parte del fijo. La propuesta funciona siempre que escojamos colores densos, fuertes y llamativos. Nada de colores tierra, naturales o apagados.
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Volvemos a ver el azul eléctrico, el color sin duda de la temporada en lo que a sombras de ojos se refiere, pero aplicado de una manera aún más fuerte y original. Tom Ford propuso esta gruesa línea recta que cruza todo el párpado sin curvarse. Un gesto lo suficientemente llamativo como para no necesitar ningún elemento de maquillaje más.
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Una última manera de ensayar la sombra de ojos entendida como gran masa de color: como un haz que comienza en el lacrimal y se va abriendo hasta superar los límites de la ceja y bajar hasta tocar el pómulo. Para esta aplicación sí es recomendable utilizar sombras en tonos pastel aunque, de nuevo, de ninguna manera tonos naturales o tierra. Y por descontado nada de marcar las cejas con lápiz o pasarse con pestañas postizas. Se busca la sutileza.
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