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Es curioso que la mujer que mejor evoca la quintaesencia parisina ni siquiera sea francesa. Porque Crista Cober, la protagonista de la campaña de Mon Paris que quema la noche enfundada en un esmoquin de Yves Saint Laurent y que se come a besos a su amor sobre la azotea de la Opera Garnier nació en Canadá hace 32 años. Esta rara avis de cuerpo atlético, rostro escultural, cejas superlativas y ojos verdes, lleva más de una década en el negocio. Y es justo ahora cuando su belleza salvaje se ha erigido en trending topic. Pero con sus propias reglas. Esas que nacen de la sabiduría de quien lo ha experimentado todo, lo bueno y lo malo.
Para empezar, desea que su cuenta de Instagram sea un espacio en el que pueda mostrar las cosas que verdaderamente la hacen feliz. Como París, donde pasó varios años cuando empezaba su carrera y que es, como ella, protagonista de la historia del perfume de Yves Saint Laurent. "Me encanta esta ciudad en primavera. Cuando te has criado en las grandes llanuras canadienses, París es como un cuento de hadas". Nueva York también es un lugar con en el que se siente conectada: "El lobo solitario que hay en mí adora la energía de esa ciudad".
Pero ahora lo importante no es la independencia, sino la feliz compañía de su familia. Y su hija Lou, que acaba de cumplir 14 meses. "Me ha enseñado que el amor no tiene límites", asegura. Con la maternidad también ha adquirido un nuevo respeto por el cuerpo: "Me alimento mejor, me cuido más".
Entre sus imprescindibles de belleza está el aceite de coco y nunca viaja sin su bruma facial y sin su Touche Éclat de YSL. Además, durante el rodaje de la campaña de Mon Paris se hizo adicta a Vernis à Lèvres Rouge Pur Couture Nº 5 Rouge Vintage. "Lo aguanta todo. Jérémie Laheurte y yo nos pasamos 17 horas besándonos y el color permaneció impecable".
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.